La luz de las estrellas desaparecidas
Por Hugo Álvarez Pífano
Hace millones de años desaparecieron del universo muchas estrellas, pero la luz que una vez ellas dieron continúa viajando por el espacio infinito y puede verse durante las noches en todo su esplendor. Así ocurre con José Ángel Lamas, ni siquiera sabemos a dónde han ido a parar sus restos, pero la música que el compuso brilla como la luz de las estrellas desaparecidas, acompañando siempre a los venezolanos durante la Semana Mayor.
Cuando tomamos conocimiento de lo que fue la vida de José Ángel Lamas (1775-1814), una pregunta inquietante se nos plantea: ¿Por que sufren los hombres justos? Esta pregunta es tan antigua como la primera lagrima que derramo el ser humano que sintió dolor por vez primera y tan nueva, como una carta cuajada de esperanzas que nos llega a través de un servicio de correos que funciona con prontitud y eficiencia, un bien que nunca hemos conocido los venezolanos. Siempre el hombre se ha sentido desconcertado ante la injusticia del mundo que lo rodea. Cuando hacemos esa pregunta a los teólogos cristianos- y es a ellos a quienes debemos dirigirnos, ya que José Ángel Lamas es esencialmente un
compositor de música religiosa y nuestro músico más importante en este genero- ellos nos indican que Dios, conforme a su propia naturaleza, no puede hacer distinciones: El hace nacer el sol para buenos y malos. Hace que la lluvia caiga sobre justos y pecadores. En pocas palabras, la ley de la causalidad prescinde de que seamos o no virtuosos. Los teólogos también nos enseñan, que los buenos padecen porque el sufrimiento es el medio de que Dios se vale para sacar a la luz lo mejor del ser humano y proyectar la elevación moral de nuestra especie.
Entonces, aquí hemos llegado al concepto clave que nos lleva a entender la música de José Ángel Lamas y el sentido de su breve, modesta y fructífera vida: el sufrimiento como inspiración para la música y su música misma como una forma de elevación moral de la condición humana. Pocas veces ha habido en las obras universales de la música un cristo más lleno de dolor, más dotado de la condición humana del sufrimiento que el redentor concebido por José Ángel Lamas para su Popule Meus. En este compositor se combinan en forma muy bella, la emoción intensa de sus sentimientos con una gran pureza espiritual,
para crear en su música una profunda tristeza, pocas veces lograda por otros músicos.
Lamas tuvo la rara cualidad de trasmitir a través de su creación musical y en la forma de un mensaje dirigido al corazón humano su propia vivencia interior: el sufrimiento.
Pero, veamos, ¿Que ocurrió con José Ángel Lamas? Lamas fue un músico a quien sus contemporáneos nunca evaluaron adecuadamente, estaba tan por encima de ellos que fueron incapaces de darse cuenta del alto nivel de su espíritu y de su condición de hombre superior. Algo que ocurre a menudo con los verdaderos artistas. Posteriormente, los autócratas y demás gobernantes que ha tenido Venezuela, tampoco han podido encontrar alguna diferencia entre él y los otros hombres y mujeres de su entorno, a quienes ellos conceptúan como grandes figuras del gentilicio venezolano. Pero lo curioso de esta historia
es que ha sido precisamente el pueblo de Venezuela quien ha recibido a José Ángel Lamas como el músico que ha llegado a lo más profundo de su corazón. En efecto, desde que se estreno el Popule Meus en el año de 1801, nunca ha dejado de interpretarse los jueves o los viernes santos, en todas las iglesias de Venezuela, aun en las más remotas y más humildes.
¿Qué venezolano no ha escuchado el Popule Meus durante la Semana Mayor? Cuando yo rondaba los cinco años de edad lo escuche por vez primera. Entonces mi madre nos llevaba a la vieja Catedral de San Felipe, en el Estado Yaracuy, allí existía un órgano aflautado, presunto heredero de los antiguos “hidraulos.” El sochantre de la Catedral, el Maestro Rafael Limardo, un viejo de muy mal carácter, pero de gran talento interpretativo, con pasos lentos y pausados subía al instrumento musical, como esos experimentados capitanes de mar suben a sus grandes navíos. Después se escuchaban los graves y solemnes acordes de la música de Lamas. Yo sobrecogido por la emoción me acurrucaba muy pequeñito al costado de mi madre.
Popule Meus (Miqueas 6:3-4) es el angustioso grito del hombre que se siente abandonado. Pero, ¿cuan abandonado ha debido sentirse este músico introvertido, profundamente místico y sensible, como pocos? A Lamas le toco vivir una época terrible para Venezuela: sequías, pérdidas de las cosechas, hambre y miseria; conspiraciones contra el poder real, sofocadas en sangre; espantosas matanzas perpetradas por los realistas, etc. Al final de sus días, a la edad de 39 años murió en la miseria. Según el acta de defunción, no hizo testamento porque no tenía bienes. Se le dio sepultura en el cuarto tramo de la iglesia de San Pablo, la cual fue demolida en 1876, por orden del presidente Guzmán Blanco. Los difuntos allí enterrados no fueron exhumados. Cuatro años más tarde se inicio la construcción del Teatro Municipal. Nuevamente en 1948, el peristilo del Municipal fue amputado para ensanchar la calle, en ocasión de los trabajos de construcción del Centro Simón Bolívar. Apareció entonces el fragmento de una lapida con las primeras tres letras del apellido Lamas y algunos huesos. Todo esto fue colocado en un cajón, que se depositó
en la barraca donde los obreros guardaban sus herramientas y materiales. El dictador de turno exigía que las obras públicas fueran entregadas en fecha convenida. Todo debía estar limpio y en orden para ese momento. La barraca, el cajón y lo que parecían ser unos restos mortales, desaparecieron en el fragor de los preparativos para una inauguración en fecha ya fijada: 2 de diciembre, día del “Nuevo Ideal Nacional”.
Venezuela es un caso singular: los restos de José Ángel Lamas- el más grande de los artistas de la colonia, el músico más exquisito y elevado en la creación espiritual- no reposan en el Panteón Nacional. ¿En dónde están? Esta pudiera ser una respuesta satisfactoria a quienes amamos su música.
Hace millones de años desaparecieron del universo muchas estrellas, pero la luz que una vez ellas dieron continúa viajando por el espacio infinito y puede verse durante las noches en todo su esplendor. Así ocurre con José Ángel Lamas, ni siquiera sabemos a donde han ido a parar sus restos, pero la música que el compuso brilla como la luz de las estrellas desaparecidas, acompañando siempre a los venezolanos durante la Semana Mayor.
HUGO ALVAREZ PIFANO
Diplomático con carrera de 36 años en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela (1964-
2000). Doctor en Ciencias Políticas de la Universidad de Florencia, (1958-1963); Master en Derecho
Internacional del Instituto de Formación Profesional e Investigaciones de las Naciones Unidas
(1973). Embajador de Venezuela en Guyana (1986-1990), Haití (1990-1992) y el Reino de
Dinamarca (1995-1999); Representante de Venezuela en el Programa de las Naciones Unidas para
el Medio Ambiente, Nairobi, Kenia (1983-1986), Cónsul General de Venezuela en Río de Janeiro
(1978) y Sao Paulo (1979), Brasil. Director de Tratados, Director de América, Jefe de Gabinete. Es
autor de los libros “Manual de los Tratados Bilaterales de Venezuela” Ministerio de Relaciones
Exteriores de Venezuela (1972) y El frac, la levita y el smoking algunas veces te apretujan. Anécdotas y escritos de rigor académico de un diplomático venezolano de los tiempos de la democracia en Venezuela (1958-1998). Publicado por CODEIV. Miembro Honorario del Colegio de Internacionalistas de Venezuela CODEIV, (2022).
Estimado Hugo,
Disfruto de tus letras y aprendo de tu sapiencia.
Cuando veo tu foto, hay vapores pre-fotográficos de Alonso, Carmelo, Vicente, Félix y los demás de tu misma y excelente sangre y parecida pinta.
Saludos sanfelipeños de Aldo, el morocho.
Caro Aldo, muchas gracias por tus afectuosos comentarios e interesantes opiniones sobre mis escritos. Algo muy curioso que quiero expresarte, yo también cuando veo tu fotografía en boletines médicos y trabajos de tu especialidad, la nefrología, me trae a la memoria la imagen de tu abuelo: Don Carmelo Serva Carderelli, con quien conversaba en italiano, muy a menudo en su hermosa casa colonial en San Felipe. Una vez le pregunté: Don Carmelo, antes de la Segunda Guerra Mundial eran famosos en todo el mundo los Chocolates Perugina, conocidos con el nombre comercial “Baci Perugina” en el interior del envoltorio había un fino papel de seda que decía: “Hecho con cacao venezolano, el mejor del mundo, de la factoría Rizzuti-Pifano” Claro que me recuerdo de esos chocolates, pero no conservo esos envoltorios, a cambio te voy a regalar tres ejemplares de la revista “Domenica del corriere” Allí encontré un reportaje sobre las tres más bellas ciudades del mundo: Praga, Bankof y San Francisco. Me prometí visitarlas algún día y así lo hice. Gracias por este muy agradable encuentro de nuestras familias de San Felipe. Un afectuoso abrazo.
Saludos Dr. Hugo, interesante crónica lo importante que la música de José Ángel Lamas sigue brillando como le luz de las estrellas a pesar de la tristeza en su música, demuestra la nobleza en sus sentimientos y espiritualidad. Solo un hombre de un gran corazón es capaz de crear tan magnífica pieza musical. Uno grande ante los grandes de la música.
Apreciada profesora Rosalinda, aprecio su inteligente comentario y me sea consentido añadir que José Ángel Lamas es el compositor, que en la historia de la música venezolana, ha tenido el mayor aprecio y aceptación por parte del pueblo venezolano, en especial dentro de las gentes más humildes, esto es: en pueblos, aldeas y villorrios, durante la Semana Santa se interpreta el Popule Meus, sin que intervengan en este amor de toda nuestra inmensa Venezuela, propaganda política de un desprestigiado “sistema” oficial de orquestas. DURANTE LA SEMANA MAYOR SE TOCA EN VENEZUELA LA MUSICA DE JOSE ANGEL LAMAS. Ningún músico venezolano ha logrado esto a través de los siglos.