1.- Un cisne negro, como se suele llamar a los sucesos raros
Uno de los hechos que propició más conjeturas y comentarios en la Cancillería y en la opinión pública venezolanas, fue el cese de funciones del doctor Ramón Escovar Salom, como Ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela. ¿Qué tuvo de extraordinario o sorprendente este cambio de ministro? hecho en el marco de la restructuración de un gabinete, dentro del funcionamiento normal de un gobierno democrático. Un cisne negro, como se suele llamar a los sucesos raros, algo insólito y tal vez único en el desenvolvimiento de las relaciones internacionales: el Ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela se encontraba en visita oficial en la República de Polonia y dos días después de su llegada, en medio de los actos oficiales, se enteró por una llamada telefónica de su hijo, que no era más el Canciller de Venezuela. Un presidente puede cambiar a todos sus ministros, pero si su canciller se encuentra en visita oficial en un país amigo, debe esperar a que éste regrese y después sustituirlo. Proceder en la forma en que Carlos Andrés Pérez lo hizo con Ramón Escovar Salom, es faltar a una norma elemental de consideración para con su Canciller y de respeto y cortesía hacia el país anfitrión de esa visita. Existe una palabra que lamentablemente hemos ido perdiendo en Venezuela, hoy más que nunca, la decencia: esta palabra en su acepción elemental significa: normas de convivencia de las cuales nacen la dignidad humana. Eso fue un comportamiento incorrecto para decir lo menos -desde una óptica meramente diplomática y en atención a las normas del Derecho Internacional- por parte del presidente de Venezuela, Carlos Andrés Pérez.
2.- Semblanza de Ramón Escovar Salom
Ramón Escovar Salom fue un hombre de inteligencia brillante, culto y de formación académica de élite, –educación universitaria de abogado en la UCV y posgrados en ciencias políticas en Europa- excelente orador, articulista en El Nacional, escritor de una decena de libros y político de dilatada trayectoria: Parlamentario por Acción Democrática, Ministro de Relaciones Interiores del segundo gobierno de Caldera, Fiscal General de la República y Ministro de Relaciones Exteriores de los dos gobiernos de Carlos Andrés Pérez, se le registra en la historia de la diplomacia venezolana como el Canciller que realizó el mayor número de visitas oficiales a países con intereses importantes para Venezuela y a numerosas organizaciones internacionales. En todas ellas tuve el honor de acompañarle, como asesor, redactor de documentos oficiales y como negociador de los mismos. Igualmente, en no pocas ocasiones me tocó la preparación de discursos. Fui su Director de Gabinete en el Despacho de Relaciones Exteriores. En aproximadamente, dos años y medio de gestión, realizó 18 visitas oficiales: Guyana (1975); Brasil (1975); Curazao, Aruba y Bonaire (1975); Argentina (1975); Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte (1975); Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (1975); Perú (1976); Barbados (1976); Costa Rica (1976); Guatemala (1976); Nicaragua (1976); Honduras (1976); El Salvador (1976); Belice (1976); Panamá (1976); y, Polonia (1977). La única visita en que no participé fue precisamente esta última. Si se cuentan las visitas a organismos internacionales, como la ONU, OEA, Unesco y otros en Ginebra y Viena, deben añadirse unas siete más, lo que daría un total de 25. Si se añaden las visitas oficiales del presidente Carlos Andrés Pérez, en las que lo acompañó como Canciller: Bolivia, Perú, Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y dos Asambleas Generales de Naciones Unidas, suman un total de 30.
3.- Visita Oficial del Canciller Escovar Salom al Reino Unido de Gran Bretaña (1975)
A este punto, permítaseme una digresión para narrar un hecho que guarda relación con la historia principal que estoy contando: Cuando llegamos a Londres en visita oficial, el gobierno británico nos asignó como alojamiento el Grosvenor House, un hotel de 5 estrellas cercano a Hyde Park North, tal vez el más lujoso de la capital, para esa época. Nos encontrábamos en el vestíbulo del hotel, un gran salón de estilo victoriano, con su alfombra color granate y gobelinos en las paredes. En ese momento pasaba la hilera de maletas de la delegación venezolana, el Canciller dio un salto y dirigiéndose a un coronel de Scotland Yard, que le habían asignado como escolta, le dijo: -esa maleta allá, no puede ser de la delegación venezolana. Todos dirigimos nuestra mirada hacia el objeto señalado por el Canciller: ante nuestra vista apareció un estafermo desconcertante, algo que parecía una especie de maleta, estaba semiabierta y sus tapas llenas de machucones se mostraban sujetadas con dos vueltas de un mecate sucio y deshilachado.
Si el estilo victoriano se caracteriza por la máxima elegancia y fineza en el diseño de sus creaciones, jamás se vio tan profundo contraste, entre esa especie de equipaje mal amarrado y aquel refinado salón resplandeciente de buen gusto por sus cuatro costados. En pocas palabras, la improvisada maleta, parecía un coleóptero despanzurrado, cuyas doradas alas habían sido sustituidas por camisetas y calzoncillos llenos de polvo y arenisca. El coronel en forma solemne manifestó: Señor, todo está en orden, esa pieza forma parte de las valijas de la delegación venezolana. El Canciller puso una cara que era una mezcla de asombro e incredulidad y le dijo: ¡No puede ser! Por favor, coronel, lea la etiqueta que está colgando de eso. Entonces el coronel leyó: Ministro Consejero Hugo Álvarez Pifano. Al escuchar esto la cara del Dr. Escovar Salom se tornó de un rojo tan intenso como la alfombra del salón victoriano, sus ojos se dilataron y se encaró conmigo: -Álvarez Pifano usted ha perdido el juicio. Qué diablos cree usted que hemos venido a hacer aquí todos nosotros. Con esa maleta que ha traído, usted piensa que está participando en un paseo rupestre de Cocorote a Yaritagua.
Yo estaba sorprendido y estupefacto, no sabía que responder. Afortunadamente, los funcionarios del protocolo de la cancillería británica hicieron acto de presencia y le explicaron al canciller: -Excelencia, esa maleta sufrió una caída desde una altura considerable, cuando trataban de montarla en el avión, como consecuencia del impacto contra el suelo, se abrió en dos mitades y todo su contenido se desplegó sobre el pavimento. Los empleados de la línea aérea recogieron todas las cosas y las colocaron de nuevo en su interior, unieron las dos mitades y para ello tuvieron que utilizar un trozo del mecate que se usaba para sujetar las maletas en el carrito que las transportaba. No se pudo hacer nada mejor. British Airways presenta sus excusas por el inconveniente causado al Honorable Ministro Consejero Álvarez Pifano y le hace saber, que en el transcurso del día su maleta dañada será sustituida por una nueva, todas sus prendas de vestir serán lavadas y aplanchadas con cargo a la línea aérea y a modo de compensación por este desagradable infortunio, le obsequiará un maletín de piel inglesa, de óptima calidad, para que coloque sus documentos de trabajo. El aliento cálido de la vida inundó como una inmensa ola vivificadora el alma de nuestro Canciller y me dijo con una sonrisa: – usted ha logrado una maleta nueva, ropa limpia y planchada y un maletín de piel inglesa y no se sabe cuántas otras cosas. Por lo visto, le ha ido muy bien, pero quiero que sepa que usted estuvo a punto de provocarme un infarto fulminante.
4.- Designación de Simón Alberto Consalvi como nuevo Canciller de Venezuela
Tornando al asunto que nos ocupa, la designación del nuevo Canciller de Venezuela recayó en Simón Alberto Consalvi, un diplomático culto, dotado de un intelecto vigoroso y con habilidad para moverse en los grandes escenarios de la política internacional de altura. Venía de ser el Embajador de Venezuela en la ONU, donde se ganó una merecida fama de hábil diplomático. Por lo demás, había heredado de Manuel Pérez Guerrero una corte de muchachos jóvenes, buenos mozos, dinámicos y bien preparados, con inmensos deseos de comerse al mundo. Todo esto era muy auspicioso para la Cancillería venezolana. El acto de transmisión del MRE se realizó en el “Salón de Embajadores” frente al Despacho del Canciller, en presencia de todos los directores en cargo. A la sazón me desempeñaba como Director de Gabinete del Canciller Escovar Salom. Recordando el momento, yo diría que esa transmisión de mando fue una especie de “firmamento”, no en el sentido de un cielo tachonado de estrellas, sino por la cantidad de firmas de libros y documentos de toda clase. Al concluir, el Canciller Consalvi entró a su Despacho, detrás de él marcharon, como en una versión criolla del famoso flautista de Hamelin, todos los directores designados por Ramón Escovar Salom, para la época y en su debida oportunidad.
5.- El Canciller Escovar Salom dejó de ser el Ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela
Cuando la puerta se cerró, Ramón Escovar Salom quedó completamente solo, sentado frente a la mesa donde acababa de concluir el “firmamento” Me acerqué a él y por primera vez en tantos años, después de haberle llamado todos los días Canciller, le di un nuevo tratamiento: Doctor Escovar, lo acompañaré a su casa. –No tengo carro, ya lo entregué ¿Tiene usted transporte? Así es. Ya adentro en el automóvil, la atmósfera era densa y enrarecida, entonces vino a mi memoria –no sé por qué- la nunca bien ponderada maleta en Grosvenor House y le pregunté: -Doctor Escovar, realmente usted pensó que aquella maleta amarrada con un mecate correspondía a mi estilo de vida y a mi comportamiento profesional como diplomático. Me miró sorprendido y contestó: – Sí, por supuesto que sí, los yaracuyanos utilizan para viajar cajas de cartón, bojotes de papel periódico amarrados con cabuyas y marusas de papel. Al ver esa maleta en tan caótico estado, dije para mí ¡que progreso han alcanzado! están ya usando maletas. Soltó una sonora carcajada y agregó, ahora hablando en serio quiero decirle algo: -usted tiene muy buen sentido del humor, aún en las situaciones más difíciles, consigue reír y hacer reír con alegría a las personas de su entorno. Para mí ha sido muy agradable trabajar con usted. Recuérdeme siempre como una persona que lo trató con gran afecto. Después, no se habló más hasta llegar al final del camino de su casa. Bajó del carro en silencio. Fue la última vez que trabajamos juntos.
6.- Como Ministro Consejero en el Embajada de Venezuela en Brasil
Años más tarde me encontraba en Brasil, como Ministro Consejero en la Embajada de Venezuela, se hablaba entonces de la “Conferencia preparatoria del Tratado de Cooperación Amazónica” y se estaba confeccionando la lista de los integrantes de la delegación de Venezuela. El Canciller Simón Alberto Consalvi me propuso como uno de los representantes a esa conferencia. La reunión de los venezolanos, para afinar estos detalles, tuvo lugar en la residencia del Cónsul General de Venezuela en Río de Janeiro, don Carlos Cristancho Rojas, quién me contó este diálogo. Cuando mi nombre fue propuesto, una mujer intrigante, que no viene al caso nombrar, expresó: Recuerde Canciller Consalvi que cuando usted tomó posesión de su cargo, el único de los directores que no lo acompañó a su Despacho fue Hugo Álvarez Pifano, el no quiso ir con usted, prefirió quedarse al lado de Escovar Salom. Después en forma subrepticia, retiró el carro oficial del canciller para llevar a Escovar a su casa. Alguien que actúa de esa manera es una persona a quien no se le puede tener confianza. El Canciller Consalvi le contestó: a un canciller que ha terminado sus funciones, sus directores no lo deben dejar completamente solo, menos aún, no debería regresar a su casa en un taxi o en un carro prestado. Gracias a Álvarez Pifano la Cancillería otorgó al Dr. Escovar, el tratamiento que se da a los cancilleres salientes en los países civilizados. De seguidas fui designado como representante a la conferencia arriba mencionada. Al concluir la misma (recuérdese que presté servicios en Brasil por 4 años), fui condecorado por el Gobierno de ese país con la “Ordem Nacional do Cruzeiro do Sul” en el grado de “Gran-cruz” la condecoración más alta que Brasil otorga a un diplomático extranjero.
Para concluir, permítaseme expresar una modesta opinión: Creo que Simón Alberto Consalvi ha sido el Canciller que más ha contribuido a crear la base sólida en que se cimenta el prestigio de una Cancillería. En lo material (fue él quien obtuvo la moderna construcción que le sirve de sede), como en lo espiritual, esto es, en la formación de un idóneo personal de carrera (en todos los años de su gestión se hicieron concursos, para democratizar el ingreso) y en su mejoramiento profesional, a través de los años. Pero, sobre todo esto, siempre ha sido un político y diplomático que ha cultivado el arte de la decencia, en todas las formas en que esta palabra, encierra el más noble y elevado significado de respeto a la dignidad y a la condición humana de nosotros, los funcionarios diplomáticos. Estas palabras las escribí un día después de su muerte, en un artículo de prensa publicado en numerosos diarios que en el pasado fueron importantes en este país.
Fotografías:
Por: Hugo Álvarez Pifano
Diplomático con carrera de 36 años en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela (1964-2000). Doctor en Ciencias Políticas de la Universidad de Florencia, (1958-1963); Master en Derecho Internacional del Instituto de Formación Profesional e Investigaciones de las Naciones Unidas, Embajador de Venezuela en Guyana (1986-1990), Haití (1990-1992) y el Reino de Dinamarca (1995-1999); fue Director de Tratados;
Director de América; Jefe de Gabinete Es autor del libro “Manual de los Tratados Bilaterales de Venezuela” Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela (1972)
@hugoalvapi