Los 80 años de Felipe González: el presidente que visibilizó a España más allá de los Pirineos.

Por Pedro Camacho 

Pedro Camacho

A principios de la década del 70, España se nota cansada, enquistada. Son ya muchos años a cuestas de sufrimiento y duro trabajo. La crisis económica parece inadvertida pero la angustia se refleja en el rostro del ciudadano. Un ejemplo patético: “pisos” en Madrid  en el barrio de Salamanca, uno de las mejores zonas residenciales, de 160 m2, costaban alrededor de 40000 dólares; un ramo de flores comprado en la floristería del Hotel Cuzco tan voluminoso como la puerta de un teatro madrileño,menos de 10 dolares. No obstante, sin perder su garbo, la actividad no cesa y se refleja en su capital, Madrid, con su colorido, su raza castiza, su dignidad, “la cuna del requiebro y del chotis”, como la llamó el compositor mexicano Agustín Lara. Da la impresión que no hay nada que arreglar desde el ángulo político porque todo está arreglado. Eso sí, las tabernas, tascas y mesones no reducen su ritmo cadencioso y mientras los turistas disfrutan de una peseta que rosa el suelo y pulula la mercancía a muy bajo precio en términos de dólares, la pobreza salta a la vista y la mendicidad se pasea en cualquier café. La nación, muda por muchos años, atrapada en el pasado y sin salida aparente, a duras penas se ha acostumbrado a la dictadura de Francisco Franco y no se ha dado cuenta que el hombre bautizado “por la gracia de Dios” está muy cerca de su final. 

La salud de Franco empeora, el desorden internacional afecta seriamente al país y la llamada crisis del petróleo inquieta a Europa. Se afinan las cuerdas tensadas por las clavijas institucionales en la búsqueda de un orden interno más acorde con la realidad europea. Un grupo de personas de las más distintas tendencias políticas se percata de la urgente necesidad de deponer rencores y reconcomios para salir del encierro a sabiendas que una dictadura casi siempre desemboca en desenlaces fatales o al menos infelices. El pueblo comienza a prestarle menos atención a la vocería de Franco y su trino va perdiendo sonoridad. El dictador siempre ha pretendido tener la verdad en la mano, se ciega al creer que personifica el pensamiento del pueblo y, por ende, que controla la seguridad y la estabilidad del país. Lo logra pero en la medida que se va afianzando en el poder y dominando todas las instituciones del estado, con el tiempo, la otra cara de la moneda muestra la fatiga, la convulsión, la mentira, el engaño que muchos denominan anarquía. Las fuerzas políticas, algunas de ellas emergentes y con clara visión del débil atadero del Estado, se concentran en la búsqueda de un relevo con el menor número de contusiones posibles.

La muerte del Caudillo en noviembre de 1975 precipita y facilita la salida que debía estar sujeta a derecho y se produce la transición hacia un orden democrático. Aquella España callada, en conocimiento que el camino es largo y dificultoso, va emergiendo entre la neblina. Los cafés se asoman a las amplias aceras que recorren la Gran Vía y la Calle de Alcalá y el español comienza a tomar conciencia de la importancia de zafarse de la vieja España horadada para reemplazarla por una actualizada y fresca en sintonía con la Europa de la hora presente, y así, su hermosa capital se va convirtiendo en la “ciudad jardín donde florece la violeta y el jazmín” como la describe Juan Vicente Torrealba en su pasaje venezolano y, en su centro, se asoma la guapa española, “clavel primaveral, preciosa flor de su rosal”.

La concordia comienza a suspirar. El pueblo español mediante un referéndum endosa la Constitución ya aprobada por el Parlamento con representación del Partido Comunista Español, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), movimientos identificados con el franquismo, entre otros. Se instala el sistema monarquico-parlamentario y el pueblo elige a través del voto popular a Adolfo Suárez en 1978 como el presidente del primer gobierno constitucional. Le sucede Leopoldo Calvo Sotelo.

Entre los hombres llamados a cumplir la labor orientadora se encuentra el  Secretario General del PSOE, Felipe González. “Sevilla tuvo que ser, con su lunita plateada”, según el bolero andaluz, la bella ciudad que dio a luz a este personaje que el 5 de marzo cumplió 80 años. El preocupado por lo permanente, el turbado por un destino mejor, el del sentido de la oportunidad, el que reconoció la situación al tacto, el que sabía que llegar primero no necesariamente significaba alcanzar el objetivo, el hacedor de la España dorada, el que le dio solidez y firmeza a la democracia española, en fin, el hombre que visibilizó a España más allá de Los Pirineos. En 1982 gana las elecciones con una mayoría abrumadora como resultado de una demostración contundente de un pueblo atemorizado y pleno de necesidades. El proceso electoral se llevó a cabo sin traumatismos de ninguna naturaleza y luego de 35 años de férrea dictadura llega a la presidencia un político agudo que con los instrumentos que tiene en sus manos, se dedica a coser el traje que debía ponerse España en las próximas décadas. Un español que cobijaba a un partido antifranquista derrotado en la cruenta  guerra civil.

Felipe González gobernó casi cuatro periodos constitucionales, desde 1982 hasta 1996. En junio de 1985 firma la adhesión de España a la Comunidad Económica Europea. La solicitud de ingresar a la CEE se hizo en febrero de 1962 pero no fue aceptada por los nueve miembros dado que se argumentaba que en el país no había un régimen democrático. Adolfo Suárez realizó una nueva solicitud y se inició un proceso escabroso en vista del bajo nivel de desarrollo económico español para ese entonces por lo que España tuvo que ir cumpliendo ciertos requisitos a nivel nacional y comunitario. Las negociaciones las retoma Felipe González quien a pesar de las resistencias ásperas y arraigadas como consecuencia de la desconfianza e incertidumbre de sectores de la sociedad española, con mucho tino político prefiere forzar la ocasión a perderla e inicia un despliegue de consultas internas. Explica las ventajas y beneficios que significaría el ingreso a la Comunidad y logra, con su visión de rol protagónico, conquistar el apoyo del pueblo español para poner a España a la onda de Occidente. Alcanzó su anhelo: España tenía que salir de la cuarentena en que se hallaba. Debía “europeizarse”, es decir, absorber en lo posible su herencia que con tanto ahínco contribuyó a forjar durante muchos años atrás.

Más allá de la espinosa situación interna, el presidente andaluz sabía de buena tinta la batalla que había que librar en el seno de la Comunidad pero también tenia a la vista los innumerables percances de continuar España enclaustrada en sus cuatro paredes. La crisis económica internacional golpea a Europa y no es sino a principios de los 80 cuando Europa constata que está perdiendo autonomía tecnológica y científica y que las industrias fundamentales para la construcción de su futuro corren el riesgo de ser controladas por las grandes empresas transnacionales. La dependencia externa de materias primas es alta y el desempleo raya en 12 millones de cesantes, “ la falta de competitividad tiene consecuencias sociales y políticas que no se pueden subestimar”, como lo detalla el profesor Bernard Lietaer en el coloquio realizado en Bruselas en mayo de 1983 sobre las relaciones CEE-AL.

Felipe González percibe que un traspiés conformaría un revés político lamentable y se propone dar la última pincelada al colaborar en la transformación de la Europa observadora en un bloque de poder dentro de un complicado escenario mundial en cuyo seno está en juego su seguridad y defensa. Pierre Gerbert, en su libro La Construction de L’ Europe resalta que en la lucha contra la crisis “no hay relanzamiento económico posible en el solo marco nacional” . España atiende el llamado de Gerbert y el presidente sevillano que está al tanto de lo que se avecina, elude la miopía política, abre los ojos, aguza el oído y pone toda su pasión volcánica para coadyuvar a la Europa de los 12 a salir adelante y, al mismo tiempo, sacarle el mayor provecho posible a la CEE en beneficio del naciente miembro comunitario sediento de progreso y bienestar. 

No satisfecho con haber colaborado en lograr el tenso periodo de transición, apuntalar el sistema democrático y fundir España en Europa, la labor del presidente González no tocó techo. Se decantó a pasar revista a innumerables temas pendientes a nivel bilateral, algunos con secuela multilateral, no solamente durante sus mandatos constitucionales sino a posteriori porque nunca se soltó de la vida pública. Se movió como pez en el agua, permitiendo con firmeza de estadista, tratar temas muy sensibles. Como era de esperar, la guerra de Las Malvinas en abril de 1982, dejó un sabor amargo en las conversaciones que se iniciaban entre America Latina-Caribe y la Comunidad Económica Europea con un alto grado económico y de cooperación. Se fracturó el denominado “Diálogo entre ALC y CEE”. Los conflictos de intereses políticos entre el Caribe angloparlante que se inclinaba a favor del Reino Unido y la America Latina no tardaron en asomarse. Las primeras escaramuzas que se habían conseguido en el Diálogo sucumbieron ante el desafortunado conflicto bélico. No es sino hasta 1986, al posicionarse España como miembro comunitario, cuando la nación española como  correa de transmisión hacia America Latina se vislumbra como su portavoz en el marco de la Cooperación Política Europea. España persigue abarcar un espacio regional iberoamericano basado en una identidad histórica-cultural para diferenciarse del área no hispanoparlante, motivo por el cual crea una estructura institucional que engloba varias entidades relacionadas entre sí con ese amplio sector del continente americano. 

Le correspondió al gobierno del presidente Leopoldo Calvo Sotello fijar posición de España frente al conflicto de las Malvinas y echo mano a una solución ambigua. Sin embargo, en 1984, luego que las aguas volvieron a su cauce, Raúl Alfonsin y Felipe González, en Madrid, en una declaración conjunta concretan que ambos países son víctimas de una  anacrónica situación colonial, apoyan sus reivindicaciones de soberanía sobre las Islas Malvinas y Gibraltar para restaurar la integridad de sus territorios. La guerra de las Malvinas partió en dos a Europa occidental y prueba de ello fue el rechazo del Reino Unido al texto de la declaración suscrita entre los presidentes de España y Argentina. Felipe González dejó establecido que más allá de la cuestión de Gibraltar, no estaba dispuesto a acoplarse a un consenso europeo a cualquier precio y, a partir de Las Malvinas, se convirtió en un disidente potencial cuando se trataba de conflictos armados que afectaran a America Latina, como lo demostró en 1989 cuando Estados Unidos intervino por la fuerza a Panamá al quebrar la postura conjunta de los 12 en la Asamblea General de la ONU. Allí quedó sellado su reputación internacional en detrimento de la solidaridad Europea y a favor de Latinoamérica.

Es de hacer notar que con Mijael Gorbachov, Felipe González sostuvo una relación muy especial. Como cuenta el ex canciller Simón Alberto Consalvi en un extenso artículo en el Nacional, mayo de 2004, en sus memorias escritas en 1995, el Presidente de la Unión Soviética tilda al Presidente González de “su estadista favorito”. Se conoce que se intercambiaron varias cartas entre las cuales se menciona, que un mes antes del desenlace dramático de Gorvachov en el verano de 1991, ambos mandatarios habían discutido el asunto. Dice Consalvi que Gorvachov afirmó, con el asentimiento de González, que “ una aguda confrontación tenía lugar en nuestra sociedad (la Unión Soviética)….estas estructuras habían caducado y estaban condenadas a ser reemplazadas. Tuve el deseo constante de lograrlo sin derramamiento de sangre y en democracia”. 

La cercanía de Felipe González con gobiernos democráticos de America Latina es evidente. Documentos de archivo así lo resaltan. Un vínculo personal muy llamativo surge con Carlos Andrés Pérez durante sus dos periodos presidenciales. En una misiva dirigida a Fidel Castro en octubre de 1990, defiende el socialismo democrático ante las evidencias del fracaso del comunismo y le solicita a Castro que allane el camino hacia la democratización de Cuba. Con los presidentes de Estados Unidos, particularmente, George H.W. Bush, la documentación es abundante. En definitiva, la política exterior de Felipe González y de su equipo fue conducir a España a tener una presencia internacional que cubriera las expectativas de ser una potencia media. Sus cimientos fueron la democracia, el europeismo, el pragmatismo y la carencia de dogmatismos. Quedó fijado un modelo diplomático que obtuvo el consenso en los años por venir. Así lo reconoció la oposición durante la continuidad diplomática en la legislatura de Jesús Maria Aznar. 

Los Juegos Olímpicos en Barcelona, la exposición universal de Sevilla y el quinto centenario del descubrimiento de America, hizo que el país se fuera ubicando en el conglomerado de naciones  con reputación de solidez y renovación. Se inicia un trabajo de modernización de la infraestructura vial en todo el país. El tren de alta velocidad revoluciona el trasporte ferroviario (AVE) y se emprende una lucha sin cuartel contra el grupo terrorista ETA. Tras la adhesión a la CEE, se genera en España un periodo de prosperidad económica en el que logra el mayor índice de crecimiento de toda la Comunidad. Este hecho, constituyó el proceso más completo de liberalización, apertura y racionalización de la economía española y concretó el despegue definitivo del aislamiento internacional de la nación.

España levanta el vuelo a toda máquina abriéndose rutas que nunca antes conoció. Su comparecencia ante el mundo ahora con la marca comunitaria se aprecia altamente, su política exterior agresiva permite en la hoy en día Unión Europea una presencia económica pujante y en el proceso de toma decisiones acerca de los aspectos más relevantes de Europa sería imposible actuar sin contar con su participación diligente. Se presenta la posibilidad de oro para España de ejercer un papel en primera fila en el continente europeo y no la de simple espectador en un mundo cada vez más Intercomunicado. La Unión Europea emprende una tarea de corresponsabilidad en las relaciones internacionales mediante la ampliación de su membresía y el presidente andaluz concluye  en 1986 el proceso de incorporación de España en la OTAN. 

Al interior de la nación, los dulces ayes de la guitarra, el rumboso feliz de castañuelas y el esplendor de los tablados que nunca dejaron de reverberar en la mente del ciudadano, repercutieron con más fuerza en el patio español y convencido de su posición a jugar, toma partido y accede a la frontera que en el pasado las mujeres se atrevían a atravesar para realizar servicios domésticos en Francia y, de esa manera, sostener a sus familiares en España. El español aprende idiomas necesarios para su vinculación con sus socios comunitarios y ensancha sus conocimientos científicos y tecnológicos. Aquel español no muy bien visto en otras partes del continente europeo e incluso en el americano, comienza a cantar con más ardor e inicia la vida con otro sabor, como lo recuerda el castizo pasodoble. Se va transformando aceleradamente en un profesional capaz de desenvolverse en campos que jamás en el pasado se hubiera imaginado y, paralelamente, el idioma castellano se afianza como una de las lenguas que ocupa un puesto de honor en el mundo. Inocencio Arias, ex embajador de España en la ONU con 40 años en el servicio exterior, en su extenso libro “Con pajaritos y sin tapujos”, subraya que “el presidente que tuvo mayor proyección en la política exterior de España fue Felipe González quien desplegó una intensa política internacional, particularmente, hacia hispanoamerica por lo que merece un capítulo aparte en la historia democrática de España”. 

En 1996 Felipe González es derrotado en la contienda electoral y se retira de la política activa dejando una serie de libros publicados entre los que se encuentran “Memorias del futuro”, “Mi idea de Europa”, “En busca de Respuestas”. Luego de ser elegido diputado por Madrid en el año 2000, el Consejo Europeo en 2007, lo designa presidente del grupo de reflexión sobre el futuro de Europa al tiempo que Jesús Maria Aznar, Secretario General del Partido Popular, asume las funciones como Presidente del gobierno. 

En el transcurso de su vida pública, ya que nunca se ha retirado, Felipe González mantiene la llama encendida en la infatigable vida española. Como buen discreto opinador, con frecuencia sale de circulación del quehacer cotidiano y cuando menos se espera regresa con su afinado criterio. En los últimos años, España se ha visto envuelta en movimientos políticos inclinados a lograr la independencia de Cataluña que han conducido a disturbios y protestas en la región catalana. Al respecto, Felipe González levantó la voz. En una entrevista en septiembre de 2019, realizada por Soledad Gallego Díaz, recalcó que “ existe un deterioro institucional en España. Se trata de la falta de respeto por las normas”. En el caso de Cataluña, “las reglas del juego que hemos aceptado todos se pueden cambiar, por supuesto, por los procedimientos previstos para el cambio”. Respecto a la posibilidad de realizar un referéndum específicamente catalan para decidir el futuro de Cataluña, señaló que“ es posible hacerlo cambiando la Constitución pero yo me opondré…y llamaría a la gente a que se opusiera porque nos hace desaparecer como Estado. Los independentistas dicen que los mecanismos de cambio son muy duros. Bueno, pero esto es lo que tenemos, esto es lo que hemos decidido entre todos y entre todos tenemos que decidir si se cambian o no”. Con esta actitud, acerca de este tema tan controversial, se labra su destino como un español a carta cabal al dejar sentado su postura y ser portavoz de millones de compatriotas.

Un tema que toca la sensibilidad del ciudadano español está vinculado a la monarquia. A fines de septiembre de 2020, en ocasión de la celebración del 75 aniversario del diario Clarin de Argentina, al aludir al vicepresidente del gobierno español Pablo Iglesias, González defendió la monarquia  parlamentaria al subrayar que “una republiqueta nacional con derecho de autodeterminación”, como desea ansiosamente Pablo Iglesias, sería la “semilla de la autodestrucción de un país como Estado-Nación. Estoy en contra,…  lo combatiré”. Dijo que la actual jefatura del Estado que recae en el Rey según la Constitución española, “es neutral en el juego político” y reiteró que “de las 20 democracias con mejor calificación que existen en el mundo, 12 son monarquias parlamentarias y constitucionales”. 

Con su tenacidad inquebrantable que no es pequeño mérito y es justo no solo recordarlo sino divulgarlo, Felipe González no esquivó el acuerdo suscrito entre el actual presidente del gobierno español Pedro Sánchez y el Secretario General de Podemos, Pablo Iglesias, respecto a la coalición entre ambos partidos con el propósito de obtener los votos necesarios en el parlamento y, de esa manera, Sánchez pudiera asumir sus funciones. Sobre el particular y desligándose de la disciplina partidista, en noviembre de 2019 en el diario El Pais, durante una entrevista que le hace Jordi Pérez Colome, enfatizó que “ojalá hagamos un gobierno estable y con mayorías no sólo de izquierdas o derechas. Si creen que se van a solucionar los problemas con el eje izquierda y derecha se van a equivocar”. Recordó que en su gobierno “siempre me entendí mejor en la construcción europea con el demócrata-Cristiano Helmut Kohl que con los laboristas británicos”. Nunca vio con buenos ojos el nombramiento de Pablo Iglesias como vicepresidente del gobierno de Pedro Sánchez. Atacó a Iglesias por varios frentes y su presión, quizás, pudo haber contribuido a forzar a Iglesias a renunciar a la vicepresidencia para incorporarse a la campaña por la presidencia de la Comunidad Madrileña en mayo de 2021, con el fracaso que todos conocemos.

Desde un primer momento Felipe González resultó un crítico acérrimo del presidente venezolano Hugo Chávez. En ocasiones ha alegado que Chávez en 1999 juró cumplir y hacer cumplir la Constitución y sólo paso un año antes de convocar el pueblo para destruirla y hacer una nueva. En el New York Times, en una entrevista en febrero de 2019, destacó sus vínculos personales y políticos con Venezuela “desde hace más de cuatro décadas”. En un encuentro con Kofi Annan, secretario General de la ONU en 2002, le aclaró que nunca estuvo a favor de ningún golpe de estado, “ni en ese momento ni cuando lo intento el propio Chávez en 1992”. Varias reuniones celebraron y la distancia se fue ampliando entre los dos mandatarios. 

Asimismo, González ha cuestionado agriamente a Nicolás Maduro. “Venezuela es un tumor que se expande por la democracia latinoamericana” dijo, según un artículo escrito por Ana Alonso y publicado en el diario El Independiente en junio de 2020, relacionado con un foro online titulado “Hacia un nuevo relato democrático en America Latina”. “Maduro se sostiene sobre sables y no sobre todos. Muchos no están dispuestos a deshonrar su servicio al país por apoyar a un tirano….y lo apoya el régimen cubano y Putin”, sentenció González. “ Hay una sola verdad, Venezuela es un estado fallido y la historia se lo demandará seriamente”, agregó. Su postura ha marcado malestar en  el PSOE, partido en el que también milita el expresidente Josè Luis Rodríguez Zapatero, muy cercano a Maduro. Su convicción fue más allá de la posición partidista y en su actitud pesó más su sensatez de estadista. Su energía de la que había dado muestras en favor del regreso de la democracia a Venezuela, lo llevó a no desperdiciar ningún foro y su voz apareció de nuevo en una reunión auspiciada por la OEA a mediados de 2020 al enfatizar que “ no he visto nunca una destrucción más rápida y más profunda desde el punto de vista institucional, económica y social y seguridad como la que he visto en Venezuela. Hay países donde hay guerras como en Siria….pero Venezuela  sin guerra, sin conflicto?” 

En diciembre de 2020, un día después de haberse celebrado las elecciones legislativas en Venezuela convocadas por el CNE en las que con alrededor de un 20 % del universo electoral el PSUV obtuvo la mayoría, Felipe González no desperdició la ocasión para afirmar que con estas elecciones se cerraba el círculo de la tiranía. Mientras que el expresidente de España José Luis Rodríguez Zapatero, expresaba en Caracas su satisfacción por el desarrollo del proceso electoral a pesar de una alta abstención de más del 70%, Felipe González subrayaba que concluía el último bastión de la soberanía popular.

El presidente sevillano modernizó a España en casi 4 periodos de mandato constitucional equivalentes a 14 años en el poder. La nación vió regresar a “La Violetera” que aparecía en Madrid como precursora de la primavera y el español volvió a comprarle su ramito que ya valía más de un real para lucirlo en el ojal. Fue el eje central del surgimiento de España y la sacó de raíz de aquella realidad pretérita en la que había permanecido enterrada por tantos años. Tuvo presente que sus anhelos, a veces confusos, germinarían aunque lentamente, para acometer tan vasta empresa. “Soy del PSOE pero me siento huérfano de representación y no he vuelto hablar con Pedro Sánchez desde la censura de Rajoy. Los desencuentros han sido muchos y en multitud de asuntos”, recalcó en la TVE española el 26 de mayo de 2021. Esta circunstancia le ha permitido a González tener las manos libres para expresar sus puntos de vista sobre temas de interés nacional e internacional. No obstante, no fue sino hasta unos meses después, en octubre del mismo año para ser más preciso que “González puso fin a su orfandad” mediante un apretón de manos con Pedro Sánchez, según A. B. Ramos en su artículo en El Confidencial del 5 de marzo titulado “Felipe González, 80 años de autonomía personal significativa” y, de esa manera, ambas personalidades habrían hecho las paces en una reunión del congreso federal del PSOE celebrado en Valencia, aunque todavía quedaría mucha leña que cortar. 

Hay personajes que se mantienen en la palestra pública porque ocuparon una posición importante en alguna actividad o porque en un instante de inspiración surgió una fuerza tremenda que reposaba en su ser y dejó una huella indeleble. Independientemente del reconocimiento o estimación que se les dé en el ámbito nacional, mantienen una vigencia que trasciende a linderos internacionales por lo que su figura se prolonga en el tiempo y se eterniza su recuerdo. Tienen el don de ser orientador, de iluminar la lumbre del pensamiento en cualquier circunstancia en que se encuentren. Felipe González se puede ubicar entre estas personas. Un ser humano que esta presente en la mente de muchos, particularmente en tiempos revueltos o cuando la tolerancia cede a los arbitrios dogmáticos. Viene a representar el equilibrio, el hombre dotado de razón que va más allá de las frívolas apariencias de la diversión pública y del ruido mundano. Un personaje que ilustró y aclaró el significado a sus contemporáneos sobre muchos temas oscuros y a quien se debería acudir en situaciones tumultuosas que impidan el paso de la luz de la prosperidad.

Nota: Entre 1981 y 1985 ejercí funciones diplomáticas en Bruselas ante la CEE con rango de Consejero.

Fuentes consultadas:

.Bernard Lietaer, “Las relaciones CEE-AL en el contexto del nuevo orden económico institucional”. 1983.

.Pierre Gerbert. “La Construction de L’ Europe”.1983.

.El País. Visita a España del presidente de Argentina. 1984.

.Simón Alberto Consalvi, El Nacional. “ Gorvachov, un protagonista que no abandona la escena”. Mayo 2004.

.José Andrés Rojo. Las cartas entre Felipe González y Mijail Gorvachov”. El País , 6 de julio de 2019.

.Ysrael Carrero. “Los papeles suscritos de Felipe González revelan su pragmatismo en los cambios de Iberoamérica”.

.Inocencio Arias, Libro titulado “Con pajaritos y sin tapujos”. 2020.

.Soledad Gallego Díaz, El Pais. entrevista a Felipe González. Septiembre 2019. “ El capitalismo triunfante está destruyéndose a sí mismo”.

.El Mundo. “ Ciclo por los 75 años de Clarin”. “Felipe González: se quiere enfrentar el neoliberalismo con el neopobrismo”. Septiembre 2020.

.Jordi Pèrez Colome, El País. “Felipe González: como los jóvenes, yo también siento orfandad representativa”, noviembre 2019.

.The New York Times. Entrevista a Felipe González. Noviembre 2019.

.Ana Alonso, El Independiente. Declaración de Felipe Gonzalez en el foro “ Hacia un nuevo relato democrático en America Latina”. Junio 2020. ( online).

.La 0EA. World Law Congress, Foro con la participación de Felipe González. 2019.

.El Hormiguero, programa de la TVE. 26 de Mayo de 2021.

. A.B. Ramos, “ Felipe González, 80 años de autonomía personal significativa”. El Confidencial , 5 de marzo de 2022.

.Rosario Prado Sanz. “La política exterior de los gobiernos de Felipe González”. UNED

.Luísa Treviño. “Política exterior del gobierno socialista hacia America Latina”. Octubre 1984. 

.Michel Richonier. La metamorphosis de L’Europe. 1985.

Pedro Alexis Camacho

Diplomático venezolano con un ejercicio de 30 años en la carrera (1972-2002). Alcanzó el rango de Embajador y su último cargo fue Director General Sectorial de Economía y Cooperación Internacional.

1 comentario en “Los 80 años de Felipe González: el presidente que visibilizó a España más allá de los Pirineos.”

  1. Rosa Elena Garcia Escorihuela

    El paso doble, el flamenco baile muy alegre con las panderetas, al compas de la guitarra española, el taconeo, es un baile que denota fuerza y vigor, la española baila al compas de las cuerdas de la guitarra. En cuanto a la gastronomia es muy sabrosa la paella valenciana. En realidad en cuanto a Venezuela Rodriguez Zapatero ha sido muy consecuente en momentos dificiles para el pais. Llevando una palabra de aliento al pueblo. Creo que los venezolanos hemos vivido momentos muy dificiles con las sanciones, el bloqueo. La pandemia que todavia esta presente en los paises y cobra vidas humanas. Afortunadamente las vacunas han podido salvar vidas. Hoy nuestro pais completa el esquema de vacunacion. Roguemos para que haya un alto al fuego en Ucrania. Dios salve al mundo

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