Por Hugo Álvarez Pífano
¿Cuál es la diferencia entre una estatua y una escultura? La diferencia consiste en la forma en que las estatuas y las esculturas nos miran a nosotros y el modo en que nosotros las vemos a ellas. Generalmente las estatuas nos observan desde lo alto hacia abajo, están inmóviles, son frías y no trasmiten ningún sentimiento. Las esculturas por el contrario poseen el don del movimiento, cuando las miras desde ángulos distintos, la expresión de su rostro cambia y puedes captar los estados del ánimo que nos trasmiten: alegres y felices o tristes y dolorosas. Hablan directamente al corazón, a pesar de ser mudas y silenciosas -poseen el toque mágico del hechizo- por esa razón amamos a muchas esculturas y las recordamos toda la vida. La escultura más famosa: La piedad de Miguel Ángel, muestra el rostro de dolor de la Virgen María al momento de recibir en sus brazos a su hijo recién bajado de la cruz. La estatua más fría e inexpresiva es la de un militar argentino: Julio Argentino Roca -uno de los mayores genocidas en la historia de la humanidad, asesinó a millones de indígenas de la Patagonia argentina, para asegurar que su país fuera una nación de gentes blancas- su monumento, en una calle de Buenos Aires, tiene un rostro inexpresivo, carente del más mínimo sentimiento de humanidad. Cuando visites Cocorote no dejes de ir a admirar la escultura del general José Antonio Páez, el estará esperándote para contarte, con la expresión de su rostro y sus movimientos corporales, los sentimientos que vivió y experimento como un héroe de mil batallas en la gesta emancipadora de Venezuela.
1.- La estatua de José Antonio Páez en Cocorote
A la entrada de Cocorote, lanza en ristre, montado en su caballo con actitud de alzar el vuelo -las patas delanteras del corcel suspendidas al viento, con un gesto altanero de desafiar al horizonte inatrapable- una curva bien definida de su torso, indica su intención de girar completamente sobre sí mismo, al tiempo que su rostro dibuja la expresión de gritar “vuelvan caras” Así de simple, en actitud minimalista, se alza el monumento de José Antonio Páez, el más intrépido de los generales de la gesta emancipadora de nuestra independencia. La estatua ecuestre es obra del escultor valenciano Andrés Pérez Mujica, quién la llevó a cabo en 1903, al ganar el premio único para la realización del proyecto. El monumento de Cocorote es una réplica en bronce, llegó al Yaracuy en 1973, algunos dicen que el original se encuentra en Caracas en un sector de la Plaza Madariaga, llamado Plaza Páez, el otro está a la salida de Valencia camino al campo de Carabobo. A mí siempre me ha parecido que las tres estatuas son distintas, pues si bien las tres tienen en común un mismo autor, el vaciado en bronce fue hecho por escultores venezolanos diferentes y esto les comunica expresiones propias de cada artista. Ahora bien, sin ánimo de polemizar, yo encuentro que la mejor es la de Cocorote, por diversas razones que explico a continuación: 1, está montada sobre un hermoso pedestal, en una plazoleta, situada en la cumbre de una pequeña colina sembrada de gramilla fina o grama pata de perdiz, rodeada de arbustos típicos de la zona. Se puede acceder a la misma por mosaicos de terracota, franqueados por un brocal de piedras. 2, Cuando se llega a Cocorote por la avenida perimetral que viene de San Felipe, el Centauro de los Llanos emerge de pronto, al improviso, encarándose de frente con el viajero desde su monumento. 3, es entonces cuando nos damos cuenta de la fiereza de su mirada, el gesto decidido de su rostro, expresado a través de su mandíbula volitiva y su enorme lanza, que sin lugar a dudas, alguna vez lució intensamente roja de sangre, como las lanzas coloradas que portaban sus célebres lanceros.
2.- Tres observaciones previas para entender esta reláfica
Hay tres acotaciones que tengo que hacer de seguidas para que se entienda el desenlace final de esta historia.
2, a.- Inauguración de la estatua de Páez en Cocorote
El 7 de mayo de 1973, conjuntamente con la inauguración de la Avenida San Felipe-Cocorote, se procedió también a inaugurar la estatua ecuestre del General en Jefe, José Antonio Páez en Yaracuy, con motivo del centenario de su fallecimiento. Ambos actos estuvieron precedidos por el Presidente de la República Dr. Rafael Caldera Rodríguez, quien al referirse al héroe escribió las siguientes palabras: “Nacido en Curpa, en los llanos de Portuguesa, formado en el Yaracuy, endurecido por la brega en las sabanas de Barinas, a pesar de su escasa instrucción escolar, alcanzó a convertirse a fuerza de tesonera y admirable voluntad en hombre de fina cultura. Supo desempeñar los más altos cargos de gobierno con soltura y decisión. Todo lo cual redondeó su personalidad para hacerla una de las más representativas del gentilicio venezolano» (presentación del libro de Alfredo Boulton, «20 retratos del General José Antonio Páez»
2, b.- Daños sufridos por la estatua en su montaje
Cuando se trató de montar esta pesada estatua ecuestre de seis mil kilos sobre su pedestal, se utilizó una gigantesca grúa, que por impericia en su manejo o falta de fuerza de la misma dejó caer el monumento, el resultado fue un machucón en la pierna del héroe y una grieta en la panza del caballo. Los periodistas locales registraron el suceso, pero no explicaron cómo se remediaron los daños, debemos presumir que el problema fue resuelto como mejor se pudo en un pequeño pueblo.
3, b.- Yaracuy, una visión emocional de un mundo mágico
La otra, es que el Yaracuy no puede prescindir de historias y leyendas, la hermosa nuez de su mágico mundo interior gira montada en un carrusel en el que cobran vida, casi a diario, las figuras mitológicas de El Negro Miguel, Rey en su corte de abalorios; Faustino Parra, “negro el pelo, negro el rostro, negro el caballo trotón, negra como un cuervo negro la punta del corazón”; el zambo Andresote, con su inmenso torso de bronce, desaparecido con los primeros rayos de luz en una aurora de libertad; Cecilia Mujica, la bella heroína local de formación masónica; la Reina María Lionza, absolutamente desnuda, con su larga cabellera de azabache, sus ojos verdes enigmáticos y sus brazos alzados portadores de una pelvis femenina, símbolo de la fertilidad de la tierra y de la fecundidad de los seres humanos; y aún, muchos más, entre los personajes encantados que pueblan sus noches, danzando al conjuro de un aire embriagado con olor a jazmines y malabares de sus modestos jardines, olorosas hojas de tabaco de sus sembradíos y a los naranjos en flor de sus numerosos huertos.
3.- Narración de los hechos
Fue en estas circunstancias, de lugar y tiempo, que mi primo Carmelo Pifano y mi entrañable amigo Jorge Alcalá Palencia “pipote de miel” -ambos aseguran que en esto nada tuvieron que ver los vapores del alcohol- ellos marchaban en un auto por la perimetral que conduce a Cocorote, súbitamente sobre una nube de polvo y al resplandor de una brillante luz más radiante que el amanecer – y era media noche- hicieron tiempo para ver al general José Antonio Páez y su caballo de bronce que corría con mil lenguas de fuego incendiando el firmamento, los ojos del corcel de metal estaban cuajados de un fulgor como colas iridiscentes de millares de luciérnagas y cocuyos de un interminable ferrocarril. Al improviso el héroe de cien batallas victoriosas se abalanzó sobre el auto en una carga de lanceros. De seguidas, Carmelo bajó del automóvil, desenfundó su revólver y le disparó los seis tiros de su funda. En Venezuela existe un dicho: “Eso es más fácil que pegarle un tiro al suelo” efectivamente, mi primo Carmelo era incapaz de dar con un tiro en el blanco, no pasaba de ser un hábil disparador de municiones que iban a chocar indefectiblemente contra el suelo. Nunca le pegó un tiro a nada ni a nadie. Sin embargo, alguien por pura maldad, dijo que uno solo de los seis disparos dio en la barriga del caballo y le causó una perforación. Esto hubiera sido un verdadero milagro, tal vez, la realidad fue que el corpachón del caballo tenía una vieja grieta producto del accidente con la grúa.
4.- La inconfundible miel de Cocorote
Como es sabido, la miel es un fluido dulce cuyas bondades vienen determinadas por el tipo de néctar que cosechan las abejas. Desde muy antiguo Cocorote ha sido un predio rodeado de naranjales, plantaciones de tabaco y muchas matas de jazmines y malabares, cuyas flores de exquisito aroma, producen el néctar más fino que pueda servir de corona al panal de miel digno de un cuento de hadas, para no decir de un banquete de reyes. Durante todo el día las industriosas abejas vuelan por entre los naranjales y las fragantes flores del tabaco. Fue así, como una de estas obreras se introdujo por el agujero de la barriga del caballo y decidió fundar una colmena. Poco a poco el gigantesco corcel de bronce se fue llenando de miel, lentamente en un trabajo de años se fueron acumulando en su interior centenares de litros de una miel muy olorosa a flores. En una noche de plenilunio las dos patas traseras del caballo, agobiadas por el peso de su dulce carga -como diría el poeta- cedieron, la estatua cayó de su pedestal y se abrió, comenzó a rodar calle abajó mientras iba derramando toda la miel que había almacenado en su interior.
5.- El día en que Cocorote cubrió sus calles de fina miel.
Al siguiente día, el pueblito de Cocorote se despertó con un maravilloso amanecer, despuntó un sol alegre que parecía asomarse tímidamente por entre las nubes, sus montañas lucían adornadas de espesas neblinas a su alrededor y las aguas de sus quebradas, mostraban a la luz de un travieso sol, ágiles y cambiantes reflejos. Toda la calle principal amaneció sazonada con sabor a miel e impregnada de un maravilloso olor a flores. Al despertar los habitantes del poblacho gritaron al unísono, al no ver la estatua en su pedestal: – ¡se robaron al General José Antonio Páez, se lo llevaron para el estado Portuguesa!
6.- Epitafio final
Para concluir, tengo una deuda con mis lectores: la estatua del héroe fue encontrada en un barranco, se acondicionó adecuadamente y está de nuevo en su pedestal, cabalgando todos los días en su corcel de bronce sobre el aire fresco de las noches de Cocorote. ¿Por qué en el Yaracuy? Toda la familia de José Antonio Páez es originaria de Guama y Cocorote, también sus agnados y colaterales, Carmelo Fernández, el pintor, para citar a uno de sus sobrinos más notables. Ocurrió que el padre de Páez, un campesino sin tierras de Guama, construyó una casita a orillas del río Curpa en el estado portuguesa y allí plantó su conuco. Páez señala en su autobiografía: “nací en una casita a las orillas del río Curpa” La historia de Venezuela dice: Páez nació en Curpa, estado portuguesa. Curpa no era un pueblo ni siquiera un caserío. Así como la nación germana requiere que para ser alemán es necesario ser hijo de alemanes “ius sanguinis” José Antonio Páez en el más estricto sentido del “ius sanguinis” es yaracuyano, por ser hijo de yaracuyanos, padre y madre, por esa razón su más imponente estatua ecuestre está en Cocorote. Por esa misma razón también, el héroe de cien batallas gloriosas, en un sentido homenaje a su “patria chica de sangre” cubrió las calles de Cocorote de fina miel, con aroma a malabares y jazmines, fragantes hojas de tabaco y más de mil naranjos en flor.
Fotografías:
- Estatua ecuestre del General José Antonio Páez en Cocorote, obra del escultor valenciano Andrés Pérez Mujica. Foto de presentación.
- Panorámica de la estatua ecuestre de José Antonio Páez a la entrada de Cocorote.
- Otra estatua del General José Antonio Páez, diseñada por Andrés Pérez Mujica y vaciada en bronce en 1902 por el escultor venezolano Eloy Palacios. Al año siguiente fue colocada en la Plaza Páez, construida en honor al héroe e inaugurada por Cipriano Castro el 23 de julio de 1903. La Plaza Páez se encuentra en la parroquia El Paraíso de Caracas.
- Acto de inauguración de la estatua de Páez en Cocorote: Dr. Rafael Caldera Rodríguez, Presidente de Venezuela; al otro lado de la estatua, Ingeniero José Curiel, Ministro de Obras Públicas; al centro Manuel Vicente Rodríguez Llamozas, descendiente directo del General Páez.
- Comitiva presidencial en marcha para la inauguración de la estatua del General Páez en Cocorote: Dr. Rafael Caldera Rodríguez, Presidente de Venezuela; a su derecha Dr. Simón Saavedra Hernández, Gobernador del estado Yaracuy; detrás al medio el Sr. Manuel Vicente Rodríguez Llamozas, descendiente directo del General Páez; detrás a la derecha, el Contralmirante Luis Manuel Díaz Ugueto, jefe de la casa militar, quien había sustituido al General Juan Manuel Sucre Figarella; más adelante al lado izquierdo, José Ramon Lazo Ricardi, jefe de la escolta civil; detrás del soldado, con oscuros lentes de sol, el diplomático de carrera de la Cancillería Alberto Garanton. Se encuentran también el Ingeniero José Curiel, Ministro de Obras Públicas, el General Corrado Palavicini, el Coronel Cándido López Méndez y el Capitán Otto Kreubel Palavicini.
- Vista panorámica de la enorme concurrencia que asistió al evento, en su mayoría campesinos y obreros de San Felipe y Cocorote, lo cual demuestra que el Presidente Rafael Caldera fue en todo momento un gran líder de masas.
- Preparativos para la inauguración de la estatua, jóvenes sembrando grama
- El héroe en sus momentos de gloria como presidente de Venezuela.
Hugo Álvarez Pífano
Diplomático con carrera de 36 años en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela (1964-2000). Doctor en Ciencias Políticas de la Universidad de Florencia, (1958-1963); Master en Derecho Internacional del Instituto de Formación Profesional e Investigaciones de las Naciones Unidas (1973). Embajador de Venezuela en Guyana (1986-1990), Haití (1990-1992) y el Reino de Dinamarca (1995-1999); Representante de Venezuela en el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, Nairobi, Kenia (1983-1986), Cónsul General de Venezuela en Río de Janeiro (1978) y Sao Paulo (1979), Brasil. Director de Tratados, Director de América, Jefe de Gabinete. Es autor de los libros “Manual de los Tratados Bilaterales de Venezuela” Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela (1972) y El frac, la levita y el smoking algunas veces te apretujan. Anécdotas y escritos de rigor académico de un diplomático venezolano de los tiempos de la democracia en Venezuela (1958-1998). Publicado por CODEIV. Miembro Honorario del Colegio de Internacionalistas de Venezuela CODEIV, (2022).
Cocorote fue muy importante para Simón Bolívar, y Simón Bolívar fue muy importante para Venezuela, ergo, Cocorote es muy importante para Venezuela. Y si no lo fuera, las crónicas de Hugo Álvarez Pífano harían que lo fuera. A base de ingenio y buena escritura. Gracias.
Excelente la divulgación de este artículo de nuestro héroe portugueseño independentista co.lo fue y lo es aún José Antonio Paez. Honor a quien honor merece
En Sabana de Parra también se encuentra una versión recortada de esta misma estatua, específicamente siendo un busto. Esta ubicado en la entrada norte del pueblo, en la Ceiba de Páez. Seria interesante estudiar la historia de este ya que la web no se encuentra mucha información de este