Por Rafael Gallegos
En lo único que están de acuerdo el gobierno y la oposición, es en que no están de acuerdo. Decenas de infructuosos diálogos así lo confirman.
Que somos muy diferentes. Que ellos no quieren dejar el poder. Que la oposición está muy dividida. Miles de excusas se esgrimen justificando tanto fracaso.
Pero necesidad obliga. El país no da más. ¿O será que tenemos que acostumbrarnos a unos sueldos y pensiones de mendigo? ¿O a tener pésimos servicios de luz y de gas y de agua? ¿O a tener la nevera vacía? ¿O a abrazar a los hijos y a los nietos por Internet? ¿O a esta eterna ineficacia gubernamental? ¿Hasta cuándo un país con tantas potencialidades debe vivir como un mendigo?
EL ACUERDO DE BARBADOS
La verdad es que su firma pareció la de un matrimonio obligado donde los novios apenas se miran y eso por el qué dirán. Por su parte, la ciudadanía venezolana tuvo cierta esperanza con el Acuerdo e intentaba, por fin y muy merecidamente, respirar con tranquilidad.
Si se pudiera sintetizar el significado del Acuerdo de Barbados, sería con la expresión: Te cambio sanciones por democracia. O profundizando un poco más: si el gobierno cumple con la Constitución, los Estados Unidos levantan las sanciones.
No se había secado la tinta de la pluma y el gobierno en rueda de prensa advirtió que no iba a habilitar a nadie – léase María Corina Machado. El miedo es libre. Saben que habilitarla significa perder las elecciones y claro, dejar el poder.
Sin embargo, como intento -fallido- de mostrar buena fe, la “revolución” liberó algunos presos políticos. Como para apaciguar los leones y aparentar democracia.
Y por encima de opiniones agoreras, el gobierno permitió la Primaria. Claro, pensaban que la oposición fracasaría. Inventaron que la Primaria era un desorden y que tendría mínima asistencia. Y lo peor… se creyeron su propio cuento.
Para asegurar el fracaso de la Primaria, “sugirieron” a los medios radiales y televisivos ignorar la elección, es decir hacer como si ésta no existiera. Televisoras y radios suspendieron sus operativos electorales. Actuaron como si los millones de venezolanos que votaron… no hubieran existido. Algo así como tapar el sol con un dedo.
Pero el gentío que salió a votar aterró al gobierno. Aunque usted no lo crea, intentaron inútilmente anular los efectos del evento; como si el pánico ante el gentío y la decisión tomada en un insólito 93 % por MCM, no hubiera sido –per se – un efecto devastador.
LOS LÍMITES DE ESTADOS UNIDOS
Luego de la firma, Estados Unidos suspendió algunas sanciones. Dieron libertades a las inversiones petroleras y a su comercialización. Otro tanto hicieron con la explotación del Arco Minero. En su conjunto, la suspensión parcial y temporal de sanciones podría por lo menos, duplicar los ingresos anuales del fisco para el 2024.
Ante el incumplimiento de las promesas del gobierno, apuntalados por las señales negativas como el ataque post mortem a la elección Primaria, el alto funcionario del gobierno norteamericano Juan González, ha proferido advertencias explicando que si el gobierno de Venezuela no habilita a candidatos – léase otra vez María Corina- y no libera presos políticos antes del 30 de noviembre, restablecerá las sanciones. ¿Lo hará?
Si esto sucediere, nada más la ausencia de Chevron se reflejaría en minimización de divisas y seguramente al retorno de la hiperinflación, escenario que más que al pueblo aterra al gobierno, porque se asociaría a una inestabilidad social cuyos efectos pueden terribles y no podrían ser suspendidos por ningún tribunal.
EL GOBIERNO…
… no se quiere ir, por ello afila sus hojillas e intenta quitarle la barba al Acuerdo de Barbados. La verdad es que ningún gobierno se quiere ir, lo que pasa es que, en las democracias, tienen que hacerlo cuando pierden los comicios. Y punto.
Ellos saben que la frase del líder español Felipe González es muy cierta: no tienen la menor oportunidad de ganar unas elecciones medianamente limpias.
Tal vez por ello han intentado un globo de ensayo con la frase – como sin querer queriendo- “con sanciones no hay elecciones”. Y ojalá no se les ocurra un “galtierazo” … sería peor el remedio que la enfermedad.
2024
La suerte está echada. Por más que intenten “afeitar” al Acuerdo de Barbados, en 2024 la Constitución ordena – y las potencias occidentales están muy atentas- una elección presidencial libre donde no lo dude, se manifestará el deseo profundo de cambio de un pueblo pobre en más de 90%, que exige ingresos, servicios, comida, trabajo, y sobre todo democracia.
Y este cambio, desde ya es irreversible. Ojalá no quieran “afeitar” Barbados. Les podría pasar como aquel señor que fue por lana y salió trasquilado.
Ingeniero Petrolero. Ex-gerente en PDVSA. Profesor del IESA. Miembro de Gente del Petróleo. Coordinador Académico del Diplomado de “Diplomacia Petrolera y otras Energías” del CODEIV