Domingo Electoral

Por Abraham Clavero Toro En ambos lados del Atlántico, los resultados electorales del 19-J dejaron su impronta en el devenir político de tres procesos políticos de gran significación. El factor ideológico no pasó inadvertido, viéndose favorecidas por igual la izquierda republicana, la derecha moderada y el centro. Las presidenciales en Colombia, las legislativas francesas y las autonómicas de Andalucía podrán servir para marcar un cambio de paradigma, pudiendo definir una tendencia irreversible a corto y mediano plazo. De estos sufragios, los de Colombia representaron el derrumbe del predominio de los partidos tradicionales que han gobernado prácticamente desde finales del Siglo XIX. Esta fue la razón por la cual centraron una gran expectativa, ante la posibilidad que el Socialismo del Siglo XXI finalmente se posesionara en el hermano país. La gran influencia que durante todo ese tiempo desempeñó la iglesia católica en las áreas de educación y la salud, han dejado una marca indeleble como en ningún otro país del continente. En los comicios galos, el Presidente Emmanuel Macrón (Coalición Ensemble) debió enfrentar, principalmente, a los sectores de izquierda agrupados alrededor de la figura de Jean-Luc Mélenchon (NUPES) conformada por la Francia Insumisa, socialistas, comunistas y ecologistas. A pesar de su reciente triunfo en las presidenciales, la situación se planteaba compleja vislumbrándose la perdida de la mayoría parlamentaria que disponía, lo que complicará el desempeño de su próximo gobierno.    En cuanto a las elecciones andaluzas, las mismas se convirtieron en una especie de referéndum para reafirmar el distanciamiento, de esa parte de España, con los sectores socialistas desde 2019.  Estos comicios se realizaron en el momento menos propicio para el gobierno de Pedro Sánchez, en medio de una seria crisis de gobernabilidad, de descontento y de falta de credibilidad por parte de la sociedad española en general. Al analizar de manera detallada estos tres resultados podemos decir que, en el caso colombiano, Gustavo Petro y Rodolfo Hernández representaron alternativas ideológicas alejadas del sistema político que ha prevalecido en los últimos doscientos años. Liberales y conservadores quedaron fueran de la contienda con la eliminación de Federico Gutiérrez (Equipo por Colombia). Calificados de “outsiders”, llegaron al 19-J técnicamente empatados, con mensajes que provocaban una gran incógnita tanto interna como internacionalmente. Eran el mal menor ante la dura crisis que atraviesa el país cafetalero, dividido prácticamente por la mitad, y en la que muchos votaron no por convicción sino para evitar el triunfo del contrario. El triunfo del Pacto Histórico, integrado por partidos y movimientos políticos de izquierda y centroizquierda​, de ideología progresista​ y socialdemócrata, se gestó debido a la convergencia de un conjunto de factores de índole diversa. Gracias al descontento social con la clase política tradicional, a la desigualdad y al estancamiento económico, Petro se convierte en la más reciente figura de la izquierda latinoamericano en llegar al poder por la vía electoral. Ganó, porque grandes sectores de la población estaban saturados de las promesas incumplidas, logrando captar al final de la campaña el voto de sectores juveniles que se habían mantenido al margen de la contienda. Ganó por la actitud displicente de Rodolfo Hernández negándose inclusive a debatir con su oponente. Ganó, porque parte del pueblo colombiano está convencido que el Socialismo de Siglo XXI es la solución para el país. Y como lo dijo Martin Caparros por disponer de “un contrincante impresentable”. Muchos votantes se vieron ante la disyuntiva de escoger entre dos políticos conocidos, pero poco fiables. La amplia experiencia política de Petro, sin embargo, terminó por inclinar la balanza a su favor. Su mensaje de hacerse pasar por garante de la estabilidad institucional y de un cambio tranquilo termino calando en la conciencia de diversos sectores. Ahondando un poco más, se debe hacer referencia al Acuerdo de Paz firmado con las FARC (2016) el cual no se ha aplicado de forma adecuada especialmente en el actual gobierno de Iván Duque. Al respecto, sobresalen el incumplimiento de las promesas de la reforma agraria y de combatir el recrudecimiento de la violencia en el campo, donde los grupos armados se disputan el control del tráfico de cocaína y las economías ilícitas. El Covid19, de igual manera, contribuyó a ampliar las diferencias entre ricos y pobres. En esta situación destaca la inoportuna decisión de la administración actual de establecer nuevos impuestos, que desencadenaron grandes manifestaciones nacionales de rechazo, obligando al gobierno a retirarlos dejando de paso una sensación de debilidad. Los estudiosos de la realidad colombiana coinciden en señalar el retroceso en los últimos diez años en combatir la pobreza. El aumento de los precios de la canasta básica ha ejercido una gran presión sobre los presupuestos familiares conduciendo a una situación social explosiva. Según una encuesta del Instituto Gallup publicada en mayo pasado, el 75% de los colombianos opinaron que el país transitaba por un camino equivocado. Otro aspecto, que no deben pasar desapercibido, fue la escogencia de Francia Márquez para la Vicepresidencia. Es la primera mujer de color, feminista y ambientalista que llega a esa posición, demostrando el deseo de acercarse a temas de género, raza y clima de una izquierda más joven como la que representa Boric en Chile. Pero al mismo tiempo, entendió la necesidad de distanciarse de una figura tan controvertida como Piedad Córdova. El pasado revolucionario de Gustavo Petro es otro elemento a tomar en cuenta, así como su identificación con el Socialismo del Siglo XXI. Hubo mucha especulación durante la campaña electoral sobre la posibilidad que pondría en práctica procesos de expropiaciones, la colectivización de la economía y monopolizar el poder. No obstante, en su discurso triunfal manifestó que “vamos a desarrollar el capitalismo. No es que el sistema que nos gusta, pero porque tenemos que salir del feudalismo y entrar en la modernidad” y que “el nuevo gobierno que entrará en funciones el 7 de agosto será el de vida, paz, justicia social y justicia ambiental”. Prometió además que “solo habrá respeto y diálogo”, así como sus deseos de un gran acuerdo nacional para sacar al país de la crisis y consolidar