Una visión cinematográfica de la diplomacia
Por Gonzalo Álvarez Domínguez El cine se ha ocupado de enseñarnos hechos que pudieron haber ocurrido, episodios que se pueden dar en la actualidad y acontecimientos que también es posible que ocurran en el futuro. Mucho de lo tratado se basa en la vida real, según anuncian, pero siempre bajo la óptica de la ficción e imaginación de los guionistas. La diplomacia no se escapa de sus parámetros y así hay cintas cinematográficas que, imaginaria o realmente, narran aspectos de la incumbencia de las relaciones diplomáticas del pasado, otras de lo que acontece en las épocas recientes y algunas de la visión hacia el futuro. Ahora vamos a abordar en este artículo solo dos de ellas que motivan a la reflexión sobre aspectos políticos, éticos y humanos en cuanto a lo que reflejan. Se trata de las denominadas en español “En Tierra de Nadie” y “Enemigo Invisible”. La primera de ellas es una película dirigida por Danis Tanovic, con un guion de su misma autoría y está referida a la guerra de Bosnia de 1993. Narra el encuentro en una trinchera de un soldado bosnio y uno serbio, que aunque forman parte de las etnias provenientes de la misma región, eran enemigos en un territorio que no estaba adjudicado a ningún país y por eso el título del filme. Al soldado de Bosnia, erróneamente dado por muerto, se le coloca una mina para matar a quien lo mueva y un sargento de los cascos azules de la ONU trata de intervenir para salvarlo. En medio de su desespero, el soldado de la Organización de las Naciones Unidas recurre a sus superiores, quienes, tras hundirse en burocráticas e inútiles discusiones, le ordenan que no se inmiscuya. Tal actitud demuestra la pasividad y la carencia de valores en la diplomacia internacional. El sargento, pese a las órdenes recibidas intenta mediar, pero no lo logra. Paralelo a ello, la prensa internacional se entera y cubre la noticia, pero impera la irresponsabilidad periodística, pues más que velar por la vida de los involucrados, solo expresa su interés mediático. Hay, pues, muchas aristas que mueven a la reflexión y a la idea de perfeccionar mecanismos éticos y humanitarios que permitan construir organizaciones internacionales eficientes y probas. La otra cinta con el título antes referido se estrenó en el 2016 bajo la dirección de Gavin Hood. Se desarrolla en Nairobi, Kenia, donde un grupo terrorista pretende un atentado civil en una misión suicida. Como respuesta, una fuerza multinacional conformada por altos mandos militares de diversos países pretende acabar con drones y misiles la amenaza, realidad que se tornará compleja, presentándose un dilema filosófico cuando la persona encargada de disparar el misil observa que se encuentra una niña vendiendo panes muy cerca de la casa donde están los terroristas. Indudablemente, la niña puede verse afectada e incluso morir, surgiendo el problema ético de los daños colaterales y la discusión de si se justifica la muerte de la niña en aras de la salvación de muchas personas que fallecerían en el atentado si no se impide. Finalmente se decide efectuar el disparo y mueren, tanto algunos terroristas con lo cual se aborta el ataque que pretendían realizar, como también la niña, tipificándose la baja como un simple “daño colateral”. Queda así en el tapete la reflexión sobre la posición ética más adecuada y si el sacrificio de la niña era imprescindible para salvar cientos de personas. ¿Han podido hacer algo más? Tal vez en otra producción cinematográfica nos den alguna respuesta. El cine no proporciona las soluciones, sino que plantea las problemáticas. Está en manos de los diplomáticos y las personas a quienes competen las mismas, tomar sus propias decisiones y a la humanidad debatir sobre ellas. Sólo queda la esperanza de que sean las más favorables para el ser humano y el planeta, para que de esta manera la película tenga un final feliz. Gonzalo Álvarez Domínguez Abogado egresado de la UCV en 1968, con título homologado en Colombia. Magister de la Corporación Universitaria Minuto de Dios y Especialista de la Universidad de Medellín. Miembro Honorario del Colegio de Internacionalistas de Venezuela y de la Asociación Latinoamericana de Comunicación y Análisis Político (ALCAP). Magistrado del Tribunal Supremo de Justicia designado y juramentado por la Asamblea Nacional de Venezuela en julio de 2017.