Populismo, Democracia y Globalización
La geopolítica, sin duda, está en auge en esta era de líderes autoritarios, en pleno declive del multilateralismo y de la visión normativa de la escena global que parecía afirmarse en los 90, pero que se ha puesto en cuestión a inicios de este siglo. Por Jesús E. Mazzei Alfonso Temas de actualidad y que para mi persona están siempre sobre el tapete luego de la relectura del artículo del historiador español Jorge del Palacio, a raíz de una entrevista del destacado académico Francis Fukuyama sobre populismos y Democracia, en la era de la globalización afirma Fukuyama “… Creo que el auge del populismo es sólo un aspecto en la evolución de la democracia moderna. Pero no cuestiona nada seriamente…”. Y, además, por las implicaciones geopolíticas de algunas elecciones, en el contexto europeo sobre todo como la reciente elección en Francia y el Parlamento Europeo, que presenta y la cercana elección en los Estados a menos de 70 días, presenta un escenario incierto en la relación ambivalente con occidente, cercana a Rusia con Hungría, que hoy preside en la presidencia rotatoria UE y la autocratización de la democracia turca y el problema de los populismo de izquierda en América Latina y su manejo del poder y el quiebre de la alternabilidad democrática y el problema de autoritarismos en la democracias de América Latina, que no solamente hace que se conviertan en democracias iliberales, sino también, en regímenes autoritarios de nueva conceptualización o una nueva tipología, más allá de Guillermo O’Donnell y David Collier, quienes esbozaron estas teorías, en los años 80, acerca de los regímenes autoritarismos tecno burocráticos. En efecto, el populismo, en lo particular, es para algunos autores, una teoría de análisis político, para otros, autores, es un tipo de modelo político particular y peculiar sea el caso latinoamericano, el cual tiene sus orígenes en los años 40, hoy es una tendencia generalizada a nivel global, hay políticos populistas de izquierda y derecha, tienen en común una visión autoritaria del ejercicio del poder político, el manejo de lo económico, la forma como relacionar con la comunidad política en forma directa, sin la intermediación de las organizaciones políticas y un fuerte liderazgo carismático. Ahora bien, además, esta categoría de análisis y modelo de desarrollo político tiene una serie de características: Tienen en común un fuerte liderazgo carismático, busca crear y robustecer un orden socio-político altamente movilizador desde el punto de vista social, conciliador entre las políticas de acumulación y de distribución de los recursos estatales, que puede llegar sea el caso a la ruptura de la coalición populista, cuando esta se hace insostenible por escasez de recursos o pésima administración de ellos. Entre los neoliberales y de izquierda marxista, se pueden ubicar partidos de esta identidad, dado que se dan en sociedades abiertas, pluralistas que producen este tipo particular no sólo de discurso político, sino de acción política concreta como se puede ver en los casos de los Países Bajos, Francia, Alemania, España y más recientemente como fue la llegada al gobierno de una candidatura que desde afuera con un discurso rupturista capto a la mayoría del electorado republicano y lo llevó a la presidencia de los EE. UU, me refiero al caso de Donald Trump, en una amplia coalición con grandes sectores blancos desplazados del cambio industrial-tecnológico, geográficamente situados en el centro-este de los EE.UU, que desea fortalecer en esta contienda electoral. Otros casos como Jair Bolsonaro, en Brasil. Por otra parte, como afirma el historiador Jorge del Palacio “…El éxito del populismo no se cifra solamente en su capacidad para ganar elecciones y penetrar en las instituciones. Al contrario, el populismo también vence cuando condiciona tanto la agenda política de un país, como la forma de hacer política de los partidos tradicionales. Normaliza la personalización de la política, el estado de movilización permanente, el decisionismo, los registros discursivos hiperbólicos y la polarización ideológica. Porque, en el fondo, el populismo no aspira sino a convertir la democracia en un espacio de deslegitimación política del adversario. Por eso tenemos muy pocos motivos para la alegría ante la progresiva moralización de nuestra conversación política, donde ya sólo parece haber cabida para los buenos y los malos sin tacha: los santos. Y por ese camino se ha llegado al extremo irresponsable de normalizar un lenguaje maximalista, así como a banalizar conceptos como el totalitarismo, el fascismo, el comunismo y todo extremismo. El objetivo es parecer más democrático que el oponente ante la opinión pública, aunque con ello se contribuya a la degradación de la convivencia y las instituciones…” Aquí está el meollo de la situación y en eso los populistas han sido exitosos los últimos años. Los populistas necesitan las estructuras libres y plurales de la democracia para acceder, queda en un alto grado de la institucionalización de estructuras políticas, judiciales, económicas, culturales ser el canal de contención para su éxito y permanencia. Es evidente que todas las sociedades deben velar por sus miembros más pobres y maximizar la movilidad social, sin dejar de recompensar el emprendedorismo y alentar a las personas para que se esfuercen en mejorar su suerte. Pero concentrarse en esas políticas no resolverá el distanciamiento entre la gente y los gobiernos que subyace al ascenso de los populistas, porque su causa raíz no es la desigualdad, sino la sensación de pérdida de control. El populismo ha tenido desde sus inicios entre sus principales enemigos la democracia representativa, el pluralismo y el compromiso, en particular la mediación de los partidos, los sindicatos y los órganos de representación frente a los que éste erige la personalidad providencial como intérprete de los anhelos del pueblo entendido como ente unitario y homogéneo. En el ámbito internacional el adversario es sobre todo la complejidad de la diplomacia, de los organismos internacionales y del derecho internacional y ya en el plano económico y comercial, la globalización. Es por eso que últimamente asistimos con excesiva frecuencia a la simplificación de los problemas y los conflictos internacionales, de naturaleza complejos, con la lógica binaria de amigo