Hace unos días, el gremio periodístico desarrolló una campaña, a través de las redes sociales, pidiendo que se diera la oportunidad a los trabajadores de los medios de comunicación social para vacunarse. La petición, aunque pareciera concreta, encierra una gran inquietud y es que a diferencia de otros países de la región, el proceso en Venezuela ha sido sumamente lento y como ocurre con todo, lleno de una gran opacidad.
No se maneja con detalle la cifra de personas contagiadas y fallecidas, pues los hechos parecieran colisionar con unos partes diarios que tienen mucho de inquietantes. Según cifras de la ONG´s, Médicos Unidos Venezuela, hasta el 28 de marzo, han fallecido 408 médicos y personal de salud .
A pesar de los heroicos esfuerzos que realizan los médicos, enfermeras y todos los trabajadores del sector salud, hay en el país preocupación por el desarrollo de una pandemia y las medidas contra la misma. Los centros asistenciales, tanto públicos como privados, están trabajando con mística pero sin los recursos y equipos suficientes para enfrentar la critica situación.
Unas jornadas peculiares de flexibilidad que aparecen algunas semanas y que llevan a que reaparezca la enfermedad. Adicionalmente, el gran inconveniente que se presenta es que al ser Venezuela una nación con una realidad socioeconómica precaria, un confinamiento absoluto de la población podría salvar de la enfermedad, pero mataría de hambre a los muchos que viven al día.
Como si eso fuese poco, el manejo de la temática de las vacunas ha mostrado nuevamente el rostro macabro de la minoría usurpadora, pues aunque se llegaron a acuerdos humanamente necesarios con la Asamblea Nacional reconocida por la comunidad internacional y gran parte de los venezolanos, a última hora vetó el ingreso de unas vacunas, aduciendo ciertas razones médicas que los conocedores de la temática no justifican para tomar una medida de esa magnitud.
Tampoco hay claridad con la distribución de las vacunas que han ingresado. No sea han seguido los protocolos que se vienen implementando a nivel internacional en cuanto a los grupos de prioritarios o mas vulnerables. Mientras se vacunan a funcionarios públicos, quedan a la espera de recibirlas personas en situación prioritaria.
Urge un viraje político democrático que permita asumir la conducción del país a actores que entiendan el drama social que se vive y que aporten soluciones a través de la cooperación internacional y las medidas urgentes. Las improvisaciones y la politización de la salud, han llevado a que la ciudadanía pague un precio costoso. Urge una vacuna de sensatez y libertad.