Erdogan pretende convertirse en una referencia en el mundo musulman

Felix Gerardo Arellano Porras

No podríamos afirmar que la Turquía moderna se haya caracterizado por la solidez de las libertades o de su institucionalidad democrática; empero, desde su refundación por Mustafá Kemal Ataturk se establecieron bases para la conformación de un Estado secular, vinculado con occidente en especial con Europa y prudente en el escenario internacional. Al respecto cabe recordar uno de los adagios que citaba Ataturk: “paz en casa, paz en el mundo”. En este contexto, se observan con preocupación los cambios institucionales que está desarrollando el Presidente Recep Tayyip Erdogan, en un  giro autoritario y expansionista que está encendiendo alarmas en la comunidad internacional.

El giro revisionista, autoritario y anti occidental del Presidente Erdogan rompe, tanto con las bases fundacionales de la Turquía moderna, como con las propuestas que el mismo promovía al asumir por primera vez el cargo de  Primer Ministro en el 2003, (en el que permaneció por sucesivas reelecciones hasta el 2014), cuando consideraba que la incorporación de Turquía como miembro pleno en la Unión Europea, era una prioridad.

Dos acontecimientos potencian el giro radical del Presidente Erdogan; por una parte, que el primer intento de incorporación formal en la Unión Europea, fue rechazado en las consultas realizadas en Francia y en los Países Bajos, lo que representó un punto de quiebre en el complejo proceso de adhesión. El otro factor desencadenante ha sido el golpe de estado, promovido por un reducido grupo militar, en el año 2016, que algunos califican como un autogolpe, y que Erdogan aprovechó para desarrollar una fuerte oleada represiva contra sectores incomodos de las fuerzas armadas y, en general, contra la oposición democrática.

La magnitud de la represión incrementó las diferencias con los países europeos y con la institucionalidad jurídica de la integración, fundamentada en el respeto de las normas, los procedimientos y las libertades fundamentales. No obstante conviene destacar que el proceso de acercamiento a Europa, logró resultados importantes tales como: para 1963 paso a ser estado asociado de la CEE, para 1992 miembro del Consejo Europeo, en 1995 firmó un acuerdo de unión aduanera con la UE y desde 1999 se constituye en candidato a miembro pleno. Por otra parte, debemos señalar que también forma parte de la OTAN (1952).

En el giro autoritario, la reingeniería institucional del sistema político ha sido una pieza fundamental. En este sentido Erdogan, luego de ser electo a la Presidencia en el 2014, y aprovechando el alzamiento militar del 2016, promueve una consulta popular (2017), que conduce a la transformación política de Turquía, en un presidencialismo centralizado. La presidencia asume la gran mayoría de atribuciones y Erdogan se mantiene en ese cargo hasta el presente.

Otro de los cambios orientados a fortalecer el poder centralizado y autoritario, tiene que ver con el progresivo desmantelamiento del Estado secular, uno de los ejes fundamentales para garantizar la convivencia en la diversidad religiosa turca. Adicionalmente, debemos destacar que las fuerzas armadas han jugado un papel importante para garantizar separación entre el Estado y la religión.

El tema del Estado laico ilustra las contradicciones de Erdogan, que como Primer Ministro, y a los fines de avanzar en la integración a la UE, promovía la libertad religiosa; luego, para concentrar poder, sigue el ejemplo de países fundamentalistas como Irán, e inicia un proceso de progresiva incorporación del islamismo en la dinámica pública. En la práctica, Erdogan está utilizando la religión como instrumento de cohesión, control y dominación, para fortalecer su poder. Una manifestación simbólica de esta tendencia, ha sido la reciente transformación en mezquita del museo basílica de Santa Sofía, que ha recibido un rechazo internacional.

El giro autoritario también contempla la manipulación de una narrativa histórica, retomando el pasado glorioso del imperio otomano, para exacerbar el nacionalismo. Se encuentra en pleno desarrollo el “nuevo otomanismo” utilizado como medio para cohesionar, tanto a las fuerzas armadas, poco favorables a los cambios religiosos, como al pueblo en general. En este contexto, “Erdogan como el nuevo sultán”, que busca posicionar a Turquía como potencia global regional y presentarse como el líder de los pueblos musulmanes.

Pero el pueblo turco debe estar evaluando que la orientación expansionista para posicionar a Turquía y particularmente promover el liderazgo personalista del Presidente, está resultando costoso, tanto en términos económicos, pues los problemas económicos crecen, más aún en tiempos de la pandemia del Covid-19, pero también en términos políticos, la diversidad de enfrentamientos, algunos de ellos con posibles consecuencias militares, están afectando los intereses turcos a escala global.

La lista de los frentes abiertos en el contexto internacional es larga y compleja, pudiéramos destacar en primer lugar, por su antigüedad, el enfrentamiento con Grecia, entre otros, por delimitaciones en áreas marítimas, por la explotación de los recursos en el mediterráneo oriental y por el choque directo en Chipre. Recordemos que Turquía ha promovido la República Turca del Norte en Chipre y tropas turcas protege la zona desde 1974. Adicionalmente, en el marco de la primavera árabe, Turquía respaldo al movimiento de los Hermanos Musulmanes en Egipto, lo que conllevó el rechazo de varios países del oriente medio.

La guerra con el pueblo kurdo constituye otro de los conflictos de raíces históricas, que se ha exacerbado en los últimos años. En tal sentido, Turquía ha intervenido en el conflicto de Siria, principalmente para enfrentar el pueblo kurdo en el norte de ese país. Pero Turquía también ha intervenido en otra diversidad de escenarios de crisis, tales como: Libia, Irak, Sudan, Afganistán y en los Balcanes.

Recientemente observamos la participación activa de Turquía en otro frente de guerra, apoyando a Azerbaiyán contra Serbia en el conflicto de Nagorno Karabaj. Por si fuera poco, en estos últimos días Erdogan, tratando de consolidar su liderazgo en el pueblo musulmán, ha propiciado un fuerte ataque contra el Presidente Macron de Francia, por su firme posición contra del radicalismo y terrorismo musulmán, que ha realizado varios sangrientos atentados en Francia.

Erdogan, como líder del mundo musulmán promueve el boicot a los productos franceses; empero, luego del segundo ataque de radicales musulmanes perpetrado en Niza, la comunidad internacional, incluyendo varios países de mayorías musulmanas, ha cuestionado los actos sanguinarios, debilitando el protagonismo de Erdogan.

El pueblo turco resiente el manejo desenfrenado del Presidente y, aprovechando los pocos espacios democráticos que van quedando, en las elecciones de la alcaldía de Estambul (2019), el partido de oposición Popular Republicano logró un triunfo abrumador, lo que evidencia el creciente malestar frente a la tendencia autoritaria del Presidente, que progresivamente va limitando espacios y oportunidades para Turquía en el contexto global.

Internacionalista UCV, Ex Director y Profesor Titular de la Escuela de Estudios Internacionales de la UCV

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