Tres Santos con el nombre Tomas
Por Hugo Álvarez Pífano La relación de estos tres santos, de la más alta importancia en la Iglesia Católica, con la política exterior y la Cancillería venezolanas. I Santo Tomás de Aquino (1225-1258) Se cuenta que una vez le preguntaron a Santo Tomás de Aquino -el intelecto más vigoroso de la Iglesia Católica en toda su historia- cuál de los múltiples dones que Dios le había otorgado, era el más apreciado por él, Tomás sin vacilar respondió: mi capacidad de entendimiento, quiero decir, que de todos los libros que he leído, no existe ni uno solo que yo no haya comprendido a cabalidad. Esto lo escuché en una conferencia y en seguida cruzó por mi mente la figura de un reputado economista venezolano: Domingo Felipe Maza Zavala (1922-2010) y me dije a mí mismo, el buen santo hace esa afirmación porque nunca tuvo que leer algún libro de Maza Zavala, de haber sido así, con toda seguridad se le hubiera “trancado el serrucho” Al profesor Maza Zavala no hubo nadie que pudiera entender lo que escribía (salvo sus congéneres: los comunistas y unos pocos genios venezolanos de la economía), así ocurrió hasta la recta final de sus días, cuando siendo Director del Banco Central de Venezuela, este fue privado de su autonomía y el afamado economista guardó un profundo silencio, tan insondable como el entendimiento de su pensamiento económico. Sin dudas Tomasso d´ Aquino fue un genio, dotado de brillantez intelectual, inconmensurable erudición y un ícono del catolicismo que hasta nuestros días, goza la bien merecida fama de ser el más respetado y mejor conceptuado teólogo de la Iglesia Católica. A todo esto, podemos añadir algunas notas más: Hombre de gran bonhomía, modesto, sencillo, de un radiante sentido del humor, muy simple y completamente alejado de las pedanterías intelectuales. Corren fundados rumores que, cuando joven sus otros compañeros en el convento, monjes de corta edad, en una aparente confusión de su inocencia con la falsa percepción de estar en la presencia de un tonto, le dijeron: Tomás asómate a la ventana centenares de marranos están volando en el cielo. Tomás con prontitud se levantó de su cama y corrió a la ventana. Sus compañeros se morían de la risa, celebraban la ocurrencia con sonoras carcajadas. Tomás les respondió: Prefiero darme cuenta con gran alegría y risas que no existen cerdos volando en el cielo, antes de comprobar que mis compañeros monjes, se ríen a carcajadas por haberme engañado con una mentira. II Santo Tomás Apóstol (Año 1 de nuestra era) 1.- Santo Tomás de Aquino -a quien llamaban “el buey” por su corpulencia física- no debe ser confundido con Santo Tomás apóstol, uno de los doce apóstoles, discípulo de Nuestro Señor Jesucristo, tal vez uno de los apóstoles más significativos en la edificación de la primitiva iglesia cristiana llevada a cabo por San Pablo. Existe un Evangelio de Santo Tomás considerado apócrifo por la iglesia católica. Pues bien, a este santo le tocó desempeñar en aquella pequeña comunidad cristiana, el mismo papel que en las novelas de Sherlock Holmes llevó a cabo el doctor Watson: Era el compañero del afamado detective a quien formulaba preguntas interesantes, para que este expusiera sus ideas y conclusiones, por ejemplo: -Amigo Sherlock ¿Cómo supiste que el asesino era un marinero? Elemental querido Watson, porque en el barro dejó las huellas de unas botas que en Inglaterra solo las usan los marineros. Así mismo, Santo Tomás hace a Jesús preguntas muy interesantes e inteligentes que le permiten explanar sus ideas sobre su papel como salvador de la humanidad. Me sea consentido exponer un ejemplo: Al final de la última cena Jesús se despide de sus discípulos, las palabras del Señor referentes a su inminente separación de ellos afligieron a todos los apóstoles, es el momento en que Jesús les anuncia que irá a preparar un lugar para los discípulos, a fin de que también ellos estén donde él se encuentre; y especifica: «Y adonde yo voy sabéis el camino» (Jn 14, 4). Entonces Tomás le pregunta: “Señor, no sabemos a dónde vas ¿cómo entonces, podemos saber el camino?” Esta intervención de Tomás da la entrada a la más famosa frase de Cristo -la más bella, conmovedora y llena de esperanzas para la salvación de toda la humanidad, sin tener en cuenta a pueblos elegidos y exclusivos- contenida en el Evangelio de San Juan: YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA (Juan 14:5–6). 2.- Santo Tomás Apóstol, testigo de la resurrección de Cristo Existe otra frase atribuida a Santo Tomás apóstol: “Ver para creer” Nunca el santo pronunció esta afirmación. Entonces, ¿Qué ocurrió realmente según los evangelios, especialmente el de San Juan que otorga mucha importancia a las intervenciones de Tomás? Lo explicaremos a continuación. 2, a.- Su famosa actitud de escepticismo que dio lugar al nacimiento de las religiones cristianas Cuando sus compañeros le cuentan que han visto al Señor resucitado: “Si no veo -dice- las señales dejadas en sus manos por los clavos y meto mi dedo en ellas, si no meto mi mano en la herida abierta en su costado, no creeré” (Juan 20,25) Jesús le permite hacer esto, entonces Tomas manifiesta su proclamación de Fe: “Señor mío y Dios mío” (Juan 20,26-29). ¿Cómo es posible que un discípulo que acompaño a Jesús durante tanto tiempo no lo reconozca al ver su rostro? y tenga que meter sus dedos y sus manos en sus heridas para cerciorarse de su presencia en ese momento. Aquí radica la importancia de Tomás, lo que este apóstol está buscando no es una prueba real de la presencia de Cristo, el busca otra cosa: Una evidencia de la resurrección de Cristo. SIN LA RESURRECCIÓN DE CRISTO NO EXISTIRÍAN LAS RELIGIÓNES CRISTIANAS. La invitación de Jesús al apóstol Tomás de «Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente». Sus heridas son para Tomás una prueba de su resurrección,