La proliferación de las protestas populares
Por Abraham Clavero Toro En esta era de las telecomunicaciones en la cual la cambiante situación en las relaciones internacionales es una constante, desplazando del centro de atención acontecimientos de primera magnitud que emergen diariamente: la guerra rusa-ucraniana, el incidente de los globos chinos, las aterradoras consecuencias de los terremotos en Turquía y Siria, etc, etc, vemos como diversos hechos de gran importante pasan a segundo plano, llegando incluso a desaparecer del interés de los grandes medios de comunicación. Este es el caso de aquellas manifestaciones que se han producido en varias partes mundo. Al respecto, desde el último trimestre del 2022 ha tenido lugar un resurgir de las protestas populares, de índole política y social, que han mantenido su efervescencia en el inicio de este 2023. Desde la República Islámica de Irán, pasando por la República Popular China hasta llegar a las manifestaciones en Perú y las más recientes en Israel, Francia, España e incluso en Venezuela. Cada vez más, en diversos puntos del planeta, los pueblos han tomado las calles para mostrar su descontento, por diversas razones, que incluyen la discriminación hacia las mujeres, los efectos del confinamiento por el COVID 19, la represión oficial contra los que respaldan a un mandatario saliente, los efectos de las políticas económicas que han perjudicado de manera significativa a los sectores más populares, así como las pretensiones de reducir el papel del poder legislativo. Indiscutiblemente que una cosa en manifestar en un país donde se respeta el estado de derecho, con todos los excesos que se puedan cometer, y otro muy diferente, hacerlo en aquellos países donde no existe libertad de expresión. Es precisamente a estas últimas a las que nos referiremos en esta ocasión. Dos de las autocracias más representativas, una de carácter teocrático y la otra ideológica, se han visto convulsionadas por protestas populares de verdadero alcance. Primero fue la República Islámica de Irán y más recientemente la R.P. China. Desde el pasado 16 de septiembre, el régimen de los ayatolas mantiene un estado de confrontación, especialmente con los sectores más jóvenes de la población, a causa del asesinato de la adolecente Mahsa Amini. Este hecho constituyó la chispa que desató dichas protestas las cuales, a pesar de haber perdido fuerza, se mantienen activas en gran parte del país, clamando por un cambio de régimen. Ante esta situación, el gobierno decidió realizar un gesto sin que se considerara que claudicaba en forma definitiva. Al respecto, el Fiscal General Mohamad Yafar Montazerí anunció el desmantelamiento de la policía de la moral, al señalar “que no tiene nada que ver con el poder judicial”. Fue evidente que este anuncio buscaba calmar las revueltas públicas que ha dejado hasta ahora alrededor de 500 fallecidos y más de 20.000 personas arrestadas, según “Human Rights Activists in Irán”. No obstante, impuso ciertas condiciones: “que el poder judicial seguirá supervisando el comportamiento de la sociedad e insistió que la vestimenta de las mujeres continuará siendo muy importante″. También mencionó que “el Parlamento y el Poder Judicial estaban trabajando en la cuestión del velo obligatorio”. Este relajamiento anunciado por el Fiscal General, sin embargo, se contradice con las posteriores medidas llevas a cabo por el gobierno al ajusticiar a varios manifestantes: el 8 de diciembre Mohsen Shekari fue ejecutado por participar en la ola de protestas antigubernamentales, luego de ser declarado culpable por un Tribunal Revolucionario del delito de “moharebeh” que significa odio contra Dios. Cuatro días después, Majid Reza Rahnavard fue ahorcado en público en la ciudad sagrada de Mashad por el presunto asesinato de dos agentes de seguridad del Poder Judicial, según la información emanada de la agencia Mizan. Mohammad Mehdi Karami, campeón de kárate de tan solo 22 años, ha sido el último en ser ajusticiado, luego de un juicio considerado injusto, al solo disponer de 15 minutos para su defensa, según la información publicada por la BBC. A los casos anteriores hay que agregar el de Amir Nasr-Azadani, exjugador de fútbol. Ante su posible ajusticiamiento suscitó una condena mundial, especialmente en aquellos momentos cuando la comunidad internacional estaba imbuida por el Mundial de Qatar. Posteriormente, la pena fue conmuta y sentenciado a 26 años de cárcel. Las sentencias capitales han provocado una oleada de protestas internacionales, en especial por parte de los países occidentales, que han pedido a Teherán que ponga fin a este tipo de ajusticiamientos. Al respecto, la UE reaccionó aprobando una serie de nuevas sanciones contra responsables iraníes de violaciones de los derechos humanos, tras criticar duramente la ejecución de Shekari. Cabe señalar que, entre los detenidos, hay 109 personas a los que pueden dictárseles pena de muerte, como lo ha indicado Amnistía Internacional. A estas sanciones se agregan las impuestas recientemente por la organización al manifestar que “la UE condena enérgicamente el uso brutal y desproporcionado de la fuerza por parte de las autoridades contra las manifestaciones pacíficas”. En la lista de los sancionados destacan las ramas regionales de la Guardia Revolucionaria. Estas medidas se producen en un momento en el que crece el debate sobre si incluir a la Guardia Revolucionaria en la lista de organizaciones terroristas de la UE. Se necesitaría que por lo menos un integrante de la organización declare a dicho organismo como terrorista. Hay que recordar que el 14 de diciembre pasado, el Consejo Económico y Social, en una decisión sin precedentes, y por votación (29-8 y 16 abstenciones), expulsó a Irán por el resto de su mandato en la Comisión sobre la Condición Jurídica y Social de la Mujer, que expiraba en 2026. Esta comisión se encarga de discutir temas sobre el empoderamiento de las mujeres y el logro de la igualdad de género. A su vez, el nuevo Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU, Volker Türk consideró que las ejecuciones tienen por objeto amedrentar a los manifestantes. No obstante, el régimen no ha logrado aplacar del todo la rebeldía popular y las protestas, aun que han mermado de manera significativa, continúan incluyendo las marchas