Venezuela y la debacle humanitaria
Decir hace unos años que Venezuela estaba a los niveles de Haití o de algunas naciones del África subsahariana podía resultar controversial. En realidad lo sigue siendo pero por razones distintas y es que según evidencia con crudeza y realismo la última Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI), que ante la falta de transparencia e información oficial, realizan las Universidades Central de Venezuela, Católica Andrés Bello y Simón Bolívar, el país afronta una crisis que lo sitúa como la nación más pobre del continente. El estudio refleja el dramático descenso de las condiciones de vida de los venezolanos, hecho sustentado en la precaria satisfacción de las necesidades básicas por parte del grueso de la población que se alimenta de manera limitada, observando como disminuye su talla, mientras está imposibilitado de obtener servicios básicos y de calidad como agua, electricidad y transporte. A esto hay que añadir el repunte de la desnutrición infantil y la mala alimentación, pues según el estudio, una cantidad importante de habitantes solo consume carbohidratos al no poder adquirir proteínas. En cuanto a fenómenos como la migración, ENCOVI señala que la población disminuyó sustancialmente, producto de los venezolanos que abandonan el país buscando nuevos horizontes y así escapar de un país donde ha crecido de manera alarmante la mortalidad infantil, presentándose el caso de una nación que envejece y en la que no se vislumbra una fuerza laboral que pueda abocarse al aumento de la productividad cuando las condiciones lo permitan. Ante el drama social que se vive la respuesta ha sido achacar las culpas a unas sanciones –que vale la pena aclarar son personalísimas y desde hace poco tiempo- y a fomentar la censura para que no se converse sobre la situación, en una perversa lógica que parte de la falsa premisa de decir que si las cosas no se mencionan, entonces nada está ocurriendo, cuando la realidad es que la crisis es producto de la irresponsable administración, la dilapidación de los recursos y una corrupción descontrolada. Urge un cambio de conducción nacional sustentado en principios democráticos y de constitucionalidad. Venezuela se desmorona y vergonzosamente pasa a ocupar puestos por debajo de países que eran emblemas de autoritarismos, debacles sociales y migración. Ante ello la única solución es el retorno de la democracia para que los factores internos, de la mano de la comunidad internacional, logren unas medidas humanitarias que detengan el drama y evitar seguir comprometiendo el futuro del País.