Frente a ti, el mar de las Antillas: 1958-1998.

Por Pedro Alexis Camacho Es innegable que Venezuela pertenece a la tierra donde nace el sol, el Caribe, “donde las verdes palmeras se mecen airosas al soplo del mar”, como lo recuerda el arte boleristico de las Antillas. Somos parte de esa melodía. Nos identificamos con sus boleros, baladas, sones y danzones. Nos llama la atención el calipso y el reggae. Nos atrae el merengue, la salsa y la bachata. Estamos inmersos en esa zona multicultural y plurilinguistica cuyos países integrantes hoy en día están agrupados en lo que se ha denominado el Gran Caribe. Con los países hispanoparlantes, obviamente, la relación ha sido más fluida por razones de naturaleza cultural y por el hecho de hablar un idioma común. En los países y territorios no hispanoparlantes, particularmente, las Islas-naciones y territorios, su historia, clima y  topografía ejercen una influencia notable en la manera de ser de sus pobladores y por ende en su actividad cotidiana. La intransmisibilidad de la prisa es un principio que se ejerce en el sentido estricto de la frase. La premura no tiene cabida en su vocabulario por lo que el sentido de la temporalidad no es muy preciso. Su vínculo con Venezuela por este y otros factores que más adelante se enunciarán, brotó con mayor dificultad y requirió más tiempo para ser digerido.Los diferentes gobiernos democráticos que llevaron las riendas del país durante el periodo señalado en el epígrafe, reconocieron al Gran Caribe, como una zona  geoestratégica y orientaron su interés hacia la región caribeña. El resurgimiento de nuevas naciones como consecuencia del proceso de descolonización llevado a cabo en Naciones Unidas exigió de Venezuela la elaboración de un nuevo concepto de sus relaciones con sus vecinos y la necesidad de desarrollar una activa política de acercamiento y cooperación con esa área. Este escrito, en forma de preguntas y respuestas, recoge posiciones, esfuerzos, iniciativas que los diferentes gobiernos en la etapa referida llevaron a cabo, así como las carencias y dificultades que fueron tratando de allanar. Se plasman asimismo recomendaciones que en el transcurso de estos  periodos constitucionales se fueron manejando. No es un análisis exhaustivo de todas las acciones que se intentaron poner en práctica en esa área, pero sí una aproximación haciendo énfasis  en mi experiencia vivencial de varios años.Desde el inicio de la era democrática venezolana, el espacio antillano, como lo llaman las olas del mar que lo bañan, olvidado por algunos, recordado por otros y desconocido por unos cuantos, comienza a ganar vitalidad en el día a día de la política venezolana. La importancia de la  zona se fue traduciendo en hechos y los gobiernos venezolanos empiezan a percatarse que, más allá de ser Venezuela un país suramericano, por esa área transita un volumen alto del comercio exterior venezolano y que en más de 2000 kilómetros de costa se concentra la mayor densidad poblacional del país. La voluntad política estuvo presente en el desarrollo de las relaciones con la cuenca del Caribe en sintonía con los objetivos estratégicos venezolanos y en consonancia con los recursos asignados para tal fin. Mi percepción es que Venezuela se orientó por la senda adecuada. Su fachada caribeña con “su verde esmeralda que brota del mar” como rasgo determinante de su fisonomía, pasó a ser uno de los frentes de la política exterior venezolana. La mirada hacia el Caribe se percibió  como la regionalización de la cooperación Sur-Sur, peldaño previo para su inserción en una relación horizontal a nivel internacional de mayor envergadura. Para tal empresa, se fue marcando el paso hacia un genuino interés en el futuro de esa zona, a conocer a fondo sus problemas y a brindarle nuestra cooperación para contribuir a solucionarlos; subrayar lo que nos acerca, respetar las diferencias y trabajar para limar los inconvenientes. ¿Qué nos ha acercado? Muy tempranamente Venezuela se percató que nos vincula no solo el espacio geográfico y una historia compartida, sino el sistema democrático que impera en la gran mayoría de los países integrantes de la cuenca del Caribe. Nos han unido razones de seguridad y defensa, muchos anhelos comunes y aspiraciones respecto a la solución de grandes problemas socio-económicos. El espacio insular de la República comprende islas, como Margarita, enclavada frente al mar de la virgen bonita, islotes, cayos y bancos situados dentro del  mar territorial o dentro de los límites de nuestra zona económica exclusiva. De tal manera que Venezuela limita por el norte con esa inmensa gama de países que conforman un “melting  pot” de razas constituido por el caribe insular y naciones continentales con raices histórico-culturales disímiles que se palpan en sus costumbres, razas y religiones, motivo por el cual, los gobiernos entre los años 1958 y 1998, acompasaron sus posiciones para afinar programas de cooperación de una manera regular y sistemática en diferentes sectores con el solo propósito de formar parte en el devenir de ese entorno multifacético. ¿Qué nos ha separado? Con los países hispanoparlantes mas es lo que nos ha acercado que lo que nos ha distanciado. A inicios de la instauración de la etapa democrática, Venezuela  experimentó intervenciones de República Dominicana y Cuba en sus asuntos internos que lastimaron su soberanía y amenazaron su seguridad nacional, deplorables circunstancias que fueron  sorteadas satisfactoriamente. Por los años 80, Centroamérica atravesó convulsiones  internas con implicaciones internacionales derivadas de intereses encontrados en el conflicto Este-Oeste en cuyo contexto los gobiernos venezolanos en el marco del Grupo Contadora establecido en 1983, participaron activamente para contribuir con los procesos de paz y en la promoción del sistema democrático de la subregión. Respecto a los países no hispanoparlantes, la falta de contacto generó un desconocimiento mutuo que condujo a una animadversión hacia Venezuela por lo que la noción que en una época se tuvo fue la de una nación con ambiciones imperialistas y pretensiones territoriales en el caribe anglofono. Cambiar esa imagen de Venezuela ha sido un trabajo arduo. Por otra parte, los países de habla inglesa, dirigen el grueso de su política exterior hacia otras partes del mundo por razones de origen histórico-cultural. Muchos de sus productos ingresan