Nobleza y ética en los deportes, chapucerías en la Diplomacia

  Por Hugo Álvarez Pífano El corredor de Kenia Abel Mutai (medalla de oro de los 3.000 con obstáculos, en Londres) creyó haber cruzado la meta, muy fatigado aminoró su paso, detrás a muchos metros de distancia corría el español Iván Fernández (la mejor promesa de España en atletismo), quien en lugar de pasarle por un lado y ganar la carrera, le indicó que tenía que cruzar la meta para ser el ganador. ¿Qué tiene esto que ver con la Cancillería de Venezuela? A continuación, les narro dos historias de dos diplomáticos venezolanos -dos cancilleres de Venezuela: Marcos Falcón Briceño e Ignacio Iribarren Borges- que al parecer en temas de la diplomacia no compartían esos valores de nobleza y ética que a veces se dan en los campos deportivos.  I Abel Mutai e Iván Fernández En efecto, el corredor de Kenia creyó que había cruzado la meta, a esta percepción errónea contribuyeron tal vez una poco efectiva y precisa señalización de la meta, la fatiga y la emoción de una merecida victoria. Muy por detrás del keniano corría el español Iván Fernández, quien al percatarse del error de Abel Mutai le indicó que tenía que cruzar la línea final de la carrera, a escasos metros de distancia, más aún lo empujó para que pisara la demarcación final, pues el keniano no entendía lo que estaba pasando. Entonces, el director técnico de la escuadra de atletismo de España le preguntó: ¿Por qué lo dejaste ganar? Cuando podías ser tú el vencedor de esa carrera. A lo que Iván Fernández respondió: Yo no lo dejé ganar, fue él quien ganó esa carrera, pues yo nunca lo pude alcanzar y menos aún superar, yo solo le indiqué que debía cruzar la meta para alcanzar su merecido triunfo. El técnico muy enfadado riposto: Pero, con eso privaste a España de tener una medalla de oro más. -Entonces, qué quiere usted que yo le diga a mi madre: Te he traído una medalla de oro que gané porque un corredor que llegó primero se confundió y no cruzó la meta. Pues no, esa no es la medalla de oro que yo quiero ganar, mi medalla de oro será la que yo gane con la nobleza de un verdadero vencedor. Medalla de oro: Abel Mutai; Medalla de plata: Iván Fernández. Felicitaciones a Abel Mutai; Chapeau a Iván Fernández, con mi más profundo respeto y admiración. II Marcos Falcón Briceño e Ignacio Iribarren Borges Winston Churchill falleció el 24 de enero de 1965, la Reina Isabel II le concedió el honor de un funeral de estado, el cual tuvo lugar en la Catedral de San Pablo, fue este el primer funeral realizado en esta Catedral a una persona que no era miembro de la familia real. En esa ocasión asistieron al mismo, el mayor número de dignatarios extranjeros en la historia de Gran Bretaña, con representantes de más de 100 países. Es de notar, que nunca se vieron reunidos en ningún lugar del mundo, tal cantidad de jefes de Estado, en una ceremonia de este género. En un primer momento, el Gobierno venezolano ignorando la magnitud de este funeral de estado acreditó como representante de Venezuela a su embajador en Londres: Ignacio Iribarren Borges, más tarde al tomar conciencia de la trascendencia histórica de este acontecimiento, envió como jefe de la representación de Venezuela al ministro de Relaciones Exteriores, Marcos Falcón Briceño, quien según rumores no fue acreditado como tal por la embajada en Londres. También se barajó la hipótesis que el protocolo real no podía a cada momento variar el orden de precedencia de las delegaciones y mantuvo su estructura original. Lo cierto fue que, la Catedral de San Pablo resultó insuficiente para acogerlos a todos.  En resumen, por parte de Venezuela concurrieron: Marcos Falcón Briceño, ministro de Relaciones Exteriores jefe de la delegación de Venezuela e Ignacio Iribarren Borges, embajador de Venezuela inicialmente acreditado para presidir el evento. Mientras Iribarren Borges fue ubicado dentro de la Catedral, con la Familia Real, los jefes de Estado y miembros de la Cámara de los Lores; Falcón Briceño fue colocado afuera, en un lugar ad hoc preparado al efecto, para que tomaran asiento los “comunes” y otros miembros menores de las numerosas delegaciones. Esta “circunstancia protocolar” no la olvidó Falcón Briceño, esto lo amargó durante toda su vida. III Ignacio Iribarren Borges y Shridath Ramphal, En lo personal, la última imagen que conservo del Canciller Iribarren Borges fue en la Asamblea General de las Naciones Unidas, en ocasión en que se llevó ante esa instancia la reclamación venezolana de la Guayana Esequiba. Hacía uso de la palabra Shridath Ramphal, el más distinguido diplomático guyanés de largo alcance internacional, secretario general del British Commonwealth (1975-1990), ministro de Relaciones Exteriores de Guyana (1972-1975) y presidente de la comisión que atendía la reclamación venezolana a finales de los años 60. Ramphal se dirigió al presidente de la Asamblea General, giró su espalda y encaró a todos los asistentes a esa sesión, y les dijo: -por favor, dirijan su mirada al lugar donde se encuentra la delegación de Venezuela. Todos hicieron caso a la invitación. Allí estábamos, Ignacio Iribarren Borges, quien la presidía; a su lado Carlos Sosa Rodríguez, Embajador ante la ONU; después Pedro Zuluaga, Embajador Alterno; detrás Nelson Hernández; al lado quien escribe esta crónica y después, Laura Guardia Bossi, una internacionalista, muy linda como son la mayor parte de ellas. Entonces Ramphal explicó: Venezuela es un país cuya población, en su casi totalidad es producto de un mestizaje, después añade un pequeño núcleo de amerindios, otro también pequeño de afro venezolanos y otro no muy numeroso de gentes blancas. Pero, este último pequeño grupo de blancos, desde hace siglos detenta el poder político, económico y la más alta posición en las esferas sociales. Estos blancos son los que ustedes ven sentados allá en esas sillas. ¿Debemos considerar que Venezuela es un país democrático? Con vocación para ofrecer a mestizos, descendientes de africanos e indios un mejor destino. En