La marrana Jiménez, un niño vendedor de maní

 La pobreza no solo es el origen de la explotación infantil, sino que es también su causa principal y una carga de por vida, porque los niños y niñas al tener que trabajar, abandonan la escuela y no se forman para acceder a trabajos mejores. Convención Internacional sobre los Derechos del Niño, adoptada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) el 20 de noviembre de 1989.  Por Hugo Álvarez Pifano 1.- El Cine Tropical de San Felipe, “el local de las orquídeas y de los grandes estrenos” Hoy por puro caso, encontré en un supermercado de Caracas un paquete de maní horneado en su cáscara. Rápidamente, en un maravilloso viaje al pasado, mi memoria me transportó a unos de los lugares favoritos de mi infancia: el Cine Tropical de San Felipe, en el estado Yaracuy, de José Manuel Avendaño “el local de las orquídeas y de los grandes estrenos” como rezaba su slogan. Un sitio único perdido en la provincia venezolana que, como un arco iris de caleidoscópicos colores, desgranó nuestros viajes de niños hacía un universo de sueños e ilusiones, solamente concebido en el cine y distribuido entre una inquieta chiquillería de los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado, desapareció a finales de los años sesenta. 1, a.- Casablanca y la declaración de amor más bella y conmovedora Allí escuchamos por primera vez en Casablanca la frase “siempre nos quedará París” Según los críticos y los cineastas es la declaración de amor más bella y conmovedora jamás pronunciada en el cine. Se la dice Bogart a Ingrid Bergman al final de la película, en el momento en que ambos saben que se separan y no se volverán a ver jamás. “Siempre nos quedará París”. Pero, qué significado real tiene este parlamento: A pesar de que pueda ocurrir lo peor –pase lo que pase- para todos los seres humanos siempre quedará un lugar en el cual podamos amarnos y ser felices, donde manifestar libremente nuestra alegría -reír y por qué no, llorar, expresar nuestra tristeza- el punto de inicio de un retorno al país de los sueños. Este sitio, por supuesto, no puede ser otro que el cine, pues solamente es allí donde todo sale bien, a la medida de un cuento de hadas. Pero, para unos modestos niños de provincia como éramos nosotros qué significado tenía esta esperanzadora frase: no tenía otro que el Cine Tropical de San Felipe, el único lugar de sueños e ilusiones, no había nada más en el pequeño pueblo para echar a volar nuestras fantasías infantiles: para nosotros era como trepar sobre los tejados del arco iris, para alcanzar detrás un resquicio, suficiente para ver una luz haciendo cálida compañía a nuestras esperanzas. 1, b.- Las enseñanzas de la película “Lo que el viento se llevó” También allí con la película Lo que el viento se llevó (Gone with the wind, 1939) con Clark Gable, Vivien Leigh y Olivia de Havilland, nos enteramos de que en 1860 existía un conflicto interno en los Estados Unidos de América, conocido como Guerra de Secesión, una contienda entre el norte y el sur. ¿Qué estaba en juego? Esta guerra no se hizo para la liberación de los esclavos del sur. Lo que se trató de decidir entonces, mediante las armas, era un modelo de país: un sur con su economía aferrada en los grandes latifundios, especialmente en el monocultivo del algodón y por supuesto afincada en la esclavitud; y un norte industrializado, dirigido a la fabricación de manufacturas, producidas por obreros. Al sur no le importaba un país, solo quería vender sus materias primas en el exterior, con el objeto de sostener el deslumbrante estilo de vida de los aristócratas sureños. Al norte, con mejor visión, le interesaba configurar un proyecto económico de país industrial, con peso propio: una nación con fuerza de trabajo, cargada de obreros capaces de dar vida a muchas industrias, dentro de un país unificado donde vender esas manufacturas. 1, c.- Los venezolanos, eternos vendedores de materias primas. En los últimos veinte y tres años víctimas de un proyecto político personal y egoísta, que nos llevó a la ruina. También a los venezolanos cuando nos tocó decidir que modelo de país escoger, nos fuimos desde muy antiguo, por el camino del sur: de vendedores de materias primas. Atrás en el pasado, café, cacao, algodón, madera, etc. Nunca intentamos ser un país de industrias, con una clase obrera sólida y bien estructurada. Pero, lo más dramático de la historia reciente de Venezuela es que a la llegada del Siglo XXI, tomados de la mano de Hugo Chávez Frías, éste nos condujo nuevamente por la senda de vendedores de materia prima y el “monocultivo” solamente el petróleo y peor aún, de regalador de nuestros recursos, para desperdiciar la gran oportunidad para Venezuela, de ser el modelo de país industrializado de América latina, como fue el norte en los Estados Unidos de América. ¡Qué inmensa oportunidad desperdiciada por un proyecto político personal y la codicia de unos pocos! 2.- La marrana Jiménez, vendedor de “maní horneado a locha el paquete” Pero tornando al punto inicial de nuestra historia, en el Cine Tropical, una voz ronca y penetrante, a manera de los cantantes de ópera, anunciaba su pregón: “maní horneado, a locha el paquete” Era un muchacho de unos 10 años edad, muy pobre, lo llamábamos “la marrana Jiménez” compañero de todos nosotros en la Escuela Padre Delgado y después en el Grupo Escolar República de Nicaragua. En efecto, su madre horneaba el maní en un horno de leña, lo envolvían en papel de periódicos, en paqueticos que parecían “origami”, papel doblado al etilo japonés. Él debía vender 8 paqueticos para reunir un bolívar y nosotros de manera desconsiderada le decíamos: “marrana, estos paquetes no tienen nada de maní, puro papel de periódico” La voz de “la marrana Jiménez” era inconfundible: “maní horneado, a locha el paquete”. Una vez, en un acto conmemorativo de la muerte del Libertador, cuando se guardaba el minuto de