La formación de la Cancillería Venezolana

  El primero y más grande esfuerzo por modernizar el estado venezolano – salido de la barbarie y oscuridad en la dictadura de Juan Vicente Gómez- y construir las bases para iniciar la profesionalización del servicio exterior. Éxitos, frustraciones y alguna graciosa anécdota, que sin duda hará reír a mis lectores, dotados de un usual buen sentido del humor. Por Hugo Álvarez Pífano   I Consideraciones Generales 1.- El Estatuto del Personal del Servicio Exterior A mediados de la década de los años cuarenta, la Junta Revolucionaria de Gobierno de los Estados Unidos de Venezuela emprendió la tarea de organizar el Servicio Exterior de este país, para lo cual promulgó el Decreto N° 256 Estatuto del Personal del Servicio Exterior, que dotó al Ministerio de Relaciones Exteriores de tres componentes operativos: Servicio Diplomático, Servicio Consular y Servicio Interno. Ahora bien, el Servicio Diplomático era desempeñado por funcionarios clasificados en seis categorías -desde Primera categoría a Sexta Categoría- que en escala descendiente eran: Embajadores, Ministros Plenipotenciarios, Consejeros, Primeros secretarios, Segundos secretarios y Terceros secretarios. El servicio Consular estaba a cargo de funcionarios de cinco categorías, en razón de que ningún cargo consular era equivalente al rango de Embajador – Primera categoría- los rangos consulares comenzaban, en escala descendente, en la segunda categoría hasta la sexta, ellos eran: Cónsules Generales de Primera Clase, Cónsules Generales de Segunda Clase, Cónsules de Primera Clase, Cónsules de Segunda Clase y Vicecónsules. Los cargos del Servicio Interno de la Cancillería eran ejercidos también por funcionarios de cinco categorías, no existía en los mismos el rango de Embajador -Primera categoría- comenzaban en escala descendiente en la segunda categoría hasta la sexta, ellos eran: Consultor, Director, Consultor auxiliar, Introductor de ministros públicos, jefe de oficina, jefe de sección, jefe de servicios y adjunto a las direcciones. Por supuesto, los Consultores Jurídicos como Edgar Sanabria y Ramón Carmona Figueroa tenían el rango de embajadores porque venían de haber ostentado este rango en el exterior, así mismo Don Enrique Gil Fourtul Director de Protocolo, Rafael Armando Rojas Director de Política Internacional y Ramón Delgado Valderrama Director de Relaciones Culturales, para citar unos pocos ejemplos, en diversas épocas. 2.- La aurora de los nuevos tiempos en la modernización del servicio exterior No escapará a la perspicacia de mis lectores con conocimientos de diplomacia y de derecho internacional que esta nomenclatura de cargos, categorías y funciones, y las relaciones entre los tres servicios, no se compadecía con las exigencias de un mundo moderno y de rápidos cambios, que exigía uniformidad, por esta razón la Organización de las Naciones Unidas, en el año 1961 abrió a la firma de todos sus estados miembros la Convención de Viena sobre relaciones diplomáticas de 1961, la más amplia convención codificatoria de los usos, costumbres y normas del derecho internacional que se refieren al establecimiento de relaciones diplomáticas, clasificación del personal de las embajadas, sus inmunidades y privilegios y demás asuntos conexos. Dos años más tarde, en 1963 la ONU abrió a la firma de sus estados miembros la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares, una convención también codificatoria, pero no tan amplia como la anterior, pues algunos países como los Estados Unidos de América preferían celebrar acuerdos bilaterales para regular sus relaciones consulares, ellos decían que no se podía dar a todos los cónsules de diversos países el mismo tratamiento, esto se refería en especial a la Unión Soviética, que amparada en los privilegios e inmunidades de los cónsules podía colocar espías soviéticos en todas las ciudades de los Estados Unidos de América. De igual modo -para citar un ejemplo- el tratamiento que ellos daban a los cónsules británicos no podía ser el mismo que se otorgaba a los cónsules de las islas Comoras, el país donde se descubrió el celacanto, el único animal prehistórico con vida en el planeta. Dentro de este orden de ideas, yo tuve la ocasión de negociar, en mi condición de Jefe de la División de Consulados Extranjeros, al lado de John Rafael Franklin, Director de Consulados, el Convenio bilateral sobre relaciones consulares entre Venezuela y los Estados Unidos de América y otros convenios en materia consular (1). A este punto, me sea consentido expresar que conforme al Estatuto (1946) y a las convenciones de Viena sobre relaciones diplomáticas (1961) y de relaciones consulares (1963) no es posible designar en Venezuela los llamados embajadores del servicio interno ni tampoco Cónsules Generales de Primera con el rango de embajadores (2) No obstante, aunque durante los primeros veinte años del chavismo se promulgaron dos leyes del servicio exterior que tal vez pudieran permitir este “disclaimer” para decir lo menos. Pero, con un otro pero, de mayor impedimento: es oportuno señalar, que las dos convenciones de Viena fueron aprobadas por el Congreso de la República mediante leyes especiales y las leyes especiales privan sobre las leyes generales (leyes chavistas del servicio exterior) en la materia que constituye su especialidad.  II  El desarrollo histórico del Estatuto del Servicio Exterior 1.- Antes, marchemos a lo anecdótico Por favor, fijemos nuestra atención en el artículo 5 del estatuto, sobre un cargo del servicio interno, el llamado “Introductor de Ministros Públicos” equivalente al rango de consejero en el servicio diplomático y cónsul general de segunda clase, en el servicio consular. Para la fecha de nuestro ingreso a la Cancillería estos funcionarios habían cambiado su denominación se les llamaba: introductor de embajadores, se desempeñaban en la Dirección del Protocolo y su función más importante era esperar a los embajadores que tenían audiencia con el Canciller en la entrada principal de la Casa Amarilla, frente a la Plaza Bolívar y de allí conducirlos hasta el Salón de Embajadores y finalmente, brindarles compañía hasta que ingresaran al despacho del canciller. A la sazón los introductores de embajadores eran dos: Heriberto Aponte, un carismático funcionario procedente de La Victoria, estado Aragua, bien dotado en el arte de agradar a las personas, de buen tacto diplomático y con buen dominio del francés, era hermano del conocido y estupendo comediante y cantante de ópera