Un mundo lleno de muros
Por Abraham Clavero El pasado 20 de febrero el Presidente de República Dominicana, Luis Abinader, puso en marcha la construcción de un muro fronterizo de 160 kilómetros que cubrirá, de norte a sur cerca de la mitad de los 391 kilómetros de frontera con Haití. En un acto cargo de simbolismo nacionalista, con la presencia de la cúpula militar y representantes de todas las tendencias políticas, Abinader resaltó que la verja permitirá “disminuir drásticamente la migración irregular, controlar el comercio bilateral, hacer frente al narcotráfico, a la venta ilegal de armas y al robo de vehículos”. Este muro constituye la más reciente manifestación de dividir a pueblos que desde épocas ancestrales han convivido, desarrollando un sin número de vínculos y lazos surgidos a ambos lados de la frontera. Para entender este fenómeno es necesario retrotraerse a noviembre de 1989 cuando se produce la caída del Muro de Berlín. Este hecho significó un cambio de paradigma que abrió un nuevo periodo en las relaciones internaciones, permitiendo la unificación del pueblo alemán separado desde agosto de 1961 por una pared de 155 km de largo, la cual causó la división de familias, impidiendo la libre circulación de los berlineses, amén de todos aquellos que sacrificaron sus vidas tratando de evadirlo. No obstante, con el paso del tiempo y la llegada del nuevo milenio fueron resurgiendo, de manera progresiva, gobiernos con posiciones nacionalistas que propiciaron la construcción de barreras destinadas a separar poblaciones de diversos países por un sinfín de motivos que incluye la xenofobia en todas sus manifestaciones. De acuerdo con la información disponible, en la actualidad, más de 65 países ya han edificado muros o están en proceso de construirlos. Se considera que esta acción ha sido impulsada en gran parte por las protestas y rebeliones antigubernamentales que se extendieron por todo el Medio Oriente, a comienzos de 2011, mejor conocidas como “la Primavera Árabe”. Desde la barrera de separación edificada por el Estado de Israel hasta la cerca de alambre de más de 3mil kilómetros que India está construyendo alrededor de Bangladesh o la enorme “berma” de arena que separa a Marruecos de las partes controladas por los rebeldes del Sáhara Occidental, los estudiosos del tema consideran que las paredes y las cercas son cada vez más utilizadas por los gobiernos que quieren supervisar la migración e implantar seguridad. La distribución geográfica de este fenómeno permitirá una mejor comprensión del mismo. Al respecto, cabe destacar que varios países lo cuales durante el periodo de la Guerra Fría formaron parte de la órbita soviética (Pacto de Varsovia), integrándose luego a la Unión Europea (1 de mayo de 2004), entre los que sobresalen Hungría, Polonia, la República Checa, y posteriormente Bulgaria. Varios de sus gobiernos se han decantado por estos procedimientos. Dentro de este grupo han surgido posturas de tinte nacionalista, que contradicen las normativas de la organización y ha traído como consecuencia la imposición de una serie de medidas a objeto de que no desvirtuar sus principios, a fin de propiciar la gobernanza e integración en común de los pueblos y Estados de Europa. Algunas de las construcciones más recientes incluyen el muro que Hungría ha emplazado en su frontera con Serbia y Croacia (2015), ante la gran cantidad de migrantes, en su mayoría musulmanes, que huían de los conflictos en Medio Oriente. Cabe señalar que el 2 de mayo de 1989, dos meses antes de la caída del Muro de Berlín fueron demolidos los puestos fronterizos entre Hungría y Austria que servían para separaba a Europa Occidental del bloque soviético. Desde aquel momento, la tierra magiar se convertía en lugar de transito de miles de ciudadanos atrapados en sus propias fronteras incluyendo alemanes residentes en Berlín cuya única posibilidad de pasar al otro lado era volar hasta Budapest. 26 años después el gobierno de Viktor Orbán comenzó la construcción de una nueva alambrada. En esta ocasión se eligió la frontera con Serbia, sólo uno de sus siete países limítrofes. Se tiene previsto que, para finales de agosto del presente año, Hungría habrá concluido un muro de 175 km de largo y 4 metros de alto en pleno centro del viejo continente. Dos factores han propiciado esta situación: por un lado, las políticas nacionalista y protectoras de la identidad nacional del partido gobernante, Fidesz-Unión Cívica Húngara. Por otro, el interés de decenas de compañías multinacionales europeas que han trasladado sus oficinas y fábricas atraídos por la mano de obra nacional y, especialmente por el bajo coste laboral en comparación con otros países de la Unión Europea. Ente esta situación, el gobierno ha adoptado una posición proteccionismo enfrentándose a la Unión Europea y promoviendo campañas contra de la inmigración. Al respecto, han sido especialmente controvertidos los carteles colocados en todo el país, haciendo énfasis que los extranjeros no deben despojar a los nacionales de sus puestos de trabajo. Pero en el fondo, indiscutiblemente, prevalece el temor de Hungría de enfrentar una situación similar a la de varios países europeos, por considerar que “el islam puede convertirse en un elemento perturbador con acciones de carácter terrorista y, además perjudicar los valores cultures autóctonos”. Por su parte, Polonia inició la construcción de una valla fronteriza con Bielorrusia, el 25 de enero pasado, para controlar la migración ilegal entre ambos países, la cual se extenderá a lo largo de 186 kilómetros de los 399 kilómetros de frontera común, con 5,5 metros de altura y un presupuesto de unos 340 millones de euros. El gobierno nacional acusa a Aleksandr Lukashenko, Presidente de Bielorrusia, de estimular una “guerra migratoria”. La decisión de levantar esta barrera fue tomada en noviembre de 2021, en el peor momento de la ola migratoria que, según Varsovia, impulsó a decenas de miles de personas a intentar penetrar ilegalmente en territorio polaco, a través de Bielorrusia, con la ayuda de las autoridades de ese país. Esta situación fue calificada por Polonia de “guerra híbrida” y decidió proteger la frontera con 15mil efectivos policiales y militares. Además, endureció sus leyes para realizar expulsiones