Los pueblos no lloran… pasan factura

Por Rafael Gallegos                          La multitud es una mujer y ama a los hombres fuertes, decía Mussolini. Claro que el Duce se refería a algunas mujeres de las de antes, a las que lloraban, a las que se creían inferiores a los hombres, a las que hasta se dejaban pegar, a las que se despechaban. No a las del siglo XXI y menos a las insignes luchadoras venezolanas, porque nuestras valientes mujeres, no lo dude, cada vez son más de las que … no lloran, sino que pasan factura. Y nos hacen sentir muy orgullosos. En todo caso, Mussolini afirmaba con los paradigmas de la época, que las masas son débiles ante el líder dominador. Que les encanta un mesías simpático y embusterazo, que en lugar de ofrecer soluciones ofrece culpables. Que se doblegan ante un líder que reprima y no respete la Ley… ¿Le suena? Nosotros humildemente, afirmamos que, si queremos superar este casi ex país en que nos hemos convertido, no debemos llorar ante los desaguisados del régimen, sino que llegó la hora de pasar factura. ¿Y CÓMO SE PASA FACTURA? Primero dejando de andar cada uno por su lado pregonando Yo no creo en elecciones porque el gobierno hace trampa, o Yo no voy a votar porque no creo en el CNE y vamos a perder; o quedarse en su casa Porque los líderes políticos no sirven, o Porque la oposición está muy dividida y así no vamos a ninguna parte, o Porque los líderes no dan la talla, o Porque ya me cansé de luchar, o Porque yo estoy depre. O peor resignarse a que este régimen va a durar para toda la vida porque jamás va a entregar el poder. Puro llanto. Al contrario, “nosotros pueblo” y prefiero decir “nosotros ciudadanos”, no podemos llorar haciéndole juego a la desesperanza generada por este régimen, sino que tenemos que ser proactivos y crear una fuerza – usted, su vecino y yo – que capitalice el inmenso rechazo al gobierno que reflejan las encuestas, estar conscientes que en la unión está la fuerza y que, si votamos todos y tenemos testigos en todas las mesas electorales, no hay manera que el gobierno gane en el 2024, ni siquiera en el 2023 si se les ocurre adelantar las elecciones. Tenemos que capitalizar la gigantesca mayoría que somos. Creer en nosotros. Organizarnos para exigir todos los días al CNE que tiene que abrir los registros en todas partes para que se incorporen los millones de jóvenes, y los millones de venezolanos de la diáspora. Que unidos seremos una fuerza incontenible. Que si no nos gustan los líderes opositores impongamos otros, para eso somos millones que tenemos la opción de votar en las primarias. No hay que llorar, hay que pasar factura…organizándonos desde nuestro deseo, votando en las primarias y votando en las presidenciales. Ya está bueno que, por falta de voluntad y organización de los ciudadanos, siga gobernando gente que no nos gusta y ha desvalijado a Venezuela. La desidia es una forma de llanto. Contraria a la voluntad y la organización, que son una excelente factura. ¿Que es difícil? Claro que sí. Pero como dijo Betancourt, adelante por arriba de las tumbas adelante. Lo otro es seguir contemplando desde las gradas, o desde un teléfono, cómo deconstruyen a este casi ex país y a nuestras propias vidas.   Es hora de bajar al centro del ruedo a forjar nuestro destino. Sí, usted … y yo. HAY QUE PASAR FACTURA Factura al gobierno… cobrándole las deudas que debe cancelar a los venezolanos, como haber roto las familias al alejar de la patria a siete millones de nuestros padres, hijos, nietos y amigos que se marcharon buscando un futuro que les negaba la “revolución”, y de paso nos quedamos sin médicos, sin técnicos y profesionales, sin relevo… un país de viejos. Un pase de factura que contemple las confiscaciones de empresas y haciendas que nos dejaron sin bienes y sin trabajo, o sea… hambre. Que contemple la destrucción de Pdvsa, que nos dejó sin divisas, sin gasolina, gas, electricidad y provocó esta hiperinflación. Que anote el quiebre de las empresas básicas de Guayana, de las empresas de luz, de agua, los hospitales, las escuelas; la corrupción.  Factura que contemple los presos políticos, los sueldos y pensiones que antes de la “revolución” servían para vivir, y hoy vergonzosamente avivan el hambre y la cantidad de niños desnutridos. Que exponga la desaparición de los créditos, las hipotecas, los periódicos, emisoras televisoras y de radio. Facturas serias y sin lágrimas. No es hora de llorar. Es hora de cobrar. Y a los dirigentes opositores hay que prevenirlos contra un gigantesco pase de factura si siguen perdiéndole velas al archipiélago nacional, si no se unen, si no se sientan en una misma mesa y elaboran un Acuerdo Nacional que contemple aspectos básicos para la reconstrucción de Venezuela, si no sacrifican sus ambiciones personales en aras de las necesidades del país… ya está bueno de ser más, tener razón y perder siempre. ¿Hasta cuándo seguimos asfaltando la ruta de la derrota? LA VENEZUELA QUE MERECEMOS Es la hora de elevar nuestra autoestima. La suya y la mía. De exigir, no de mendigar, lo que nos merecemos. De saber que lo que merecemos es un país digno, democrático, con comida en la mesa, con trabajos competitivos, con acceso a la salud y la educación… usted y yo tenemos derecho a ser felices. ¡Hasta cuando! Salga de su marasmo particular. Comience por exigirse a sí mismo… y a sus amigos. No acepte ese argumento de No trabajo en los procesos electorales porque estoy desencantado de la oposición que no sirve. Eso es precisamente lo que quiere el gobierno que usted piense. Que se desparrame. Que no crea en su poder de triunfar en las elecciones. Si usted es realmente opositor… luche porque la oposición sirva. Fuerce la barra que en el 2024 se nos va todo. Las elecciones presidenciales del 2024 son un tiro al suelo si rompemos