Rafael León Morales, monarca del trincherazo
Por Hugo Álvarez Pífano El embajador venezolano Rafael León Morales, compartió con el matador de toros mexicano Silverio Pérez, el cognomento de “Monarca del trincherazo” Obviamente ambos recibieron este calificativo por razones diversas: Silverio Pérez fue un torero “torerazo” con pasodoble propio y un sinfín de corridas; Rafael León Morales, un embajador con expediente de poca monta y más aún jamás se acercó a un toro de lidia, pero hizo historia en la Cancillería de Venezuela con la interpretación magistral de esta difícil suerte del toreo. ¿Cómo lo hizo? I ¿Por qué era llamado Rafael León Morales “Monarca del trincherazo” igual que el matador mexicano Silverio Pérez? El trincherazo es una suerte de la “fiesta brava” que se ejecuta con la mano derecha, la pierna de salida avanzada y con un muletazo de sometimiento que obliga al toro a bajar la cabeza casi hasta tocar el suelo. El nombre viene dado porque el matador cita al toro salvaguardado y protegido por la muleta, que oculta su cuerpo a la vista del toro como una trinchera. En ese momento el animal tiene que abrir mucho las piernas traseras para tomar impulso, de manera que cuando el diestro lleva su muleta en alto y el toro embiste hacia arriba, logran cuajar una figura de gran belleza plástica. Cuando el trincherazo es interpretado de manera magistral, puede llegar a ocupar hasta las primeras páginas y los titulares de crónicas taurinas en los diarios de España, como fue el caso de Curro Díaz en abril de 2017 en la plaza de toros de Las Ventas o Morante de la Puebla en el coso taurino de Palacio de Vistalegre. A lo largo de la historia los intérpretes magistrales de esta suerte han sido Domingo Ortega y el matador mexicano Silverio Pérez, quien fue conocido y así lo canta su pasodoble como: “Monarca del trincherazo” Ahora bien, Silverio Pérez y Rafael León Morales compartieron el calificativo de “Monarcas del trincherazo” obviamente por razones diversas: El primero por ser un ejecutor magistral de esta suerte, el segundo por colocar a las aspirantes a ocupar cargos diplomáticos en las más deslumbrantes ciudades de todo el mundo, en la misma posición que el toro del trincherazo: Elevación trasera ampulosa y piernas abiertas promitentes, para que el embajador -al igual que los grandes matadores especializados en esta suerte- pudiera realizar su faena de consagrado ejecutor de estocadas y hurgonazos a las secretarias de embajadas, a las que enviaba después, a satisfacción cumplida, a los mejores destinos diplomáticos. II De dónde salió León Morales y cuál fue su poder en la Cancillería venezolana Cuando el Canciller Arístides Calvani inicio su gestión en el primer gobierno del presidente Rafael Caldera, notó al momento, que un ochenta y cinco por ciento de las solicitudes de audiencia eran para tratar asuntos que se conocen hoy en día como administración de recursos humanos, esto es gerencia de personal. Por ejemplo, el embajador de Venezuela en Turquía tiene seis años en este cargo y quiere ser trasladado a otro país; el general tachirense Jairo Cárdenas Chacón, tiene una hija que desea ser diplomática en un país europeo, tiene estudios universitarios, pero no quiere hacer concurso y pare de contar, pues los tópicos son inagotables, uno más: La esposa de un cónsul sufre artritis deformante de sus manos y el único lugar donde tiene un tratamiento médico adecuado es en Amberes, el Cónsul ruega: Por favor no puedo ser trasladado a otro lugar, pues mi mujer va a languidecer. A este punto es necesario decir que el Canciller Calvani fue un hombre de fuertes convicciones católicas, excelente preparación académica, vocación de servicio y determinación para ocuparse de las líneas gruesas de la política internacional y para moverse con soltura en los grandes escenarios donde se requería la presencia de Venezuela como un gran país de orientación democrática y liderazgo en América latina. Como político indicó con su conducta y su forma de vivir, que las actividades comunes y la vida de todos los días, son un camino para hacer el bien en beneficio de la humanidad. Arístides Calvani comprendió en seguida que él no podía dedicar un ochenta y cinco por ciento de sus actividades a la solución de este tipo de problemas, necesitaba alguien que se dedicara a esto a tiempo completo, le prestara ayuda y conociera a fondo la Cancillería venezolana, para saber si todas estas historias eran verdad o subterfugios. La selección de la persona apropiada para estas tareas recayó en Rafael León Morales, ministro consejero en República Dominicana, activista copeyano del grupo de Luis Herrera Campins, no tenía estudios universitarios ni destreza en el manejo de lenguas. A tal efecto, fue ascendido a embajador y nombrado asesor del ministro de relaciones exteriores, dependía solamente del Canciller, por encima del jefe de personal y todos los otros directores de la Cancillería. Al montar esta estructura de poder el Canciller Calvani ignoraba que Rafael León Morales era poseedor de un hervidero de instintos sexuales que regurgitaban muy a flor de piel, tan solo comparable en el mundo moderno, con el célebre primer ministro italiano Silvio Berlusconi, quien le quedaba pequeño. Rafael León Morales (a quien sus correligionarios del grupo de Luis Herrera Campins llamaban “el turco” por su aspecto físico y por su estilo de vida muy similar al de los mamelucos del imperio otomano) se hizo presente en la cancillería venezolana con la llamada “política del colchón” por la cual toda secretaria de embajada o consulado que pretendiera tener un destino de ensueño, debía aprestarse con él para ejecutar la suerte taurina del trincherazo. Esta política le dio muy buenos resultados, por dos órdenes de razones: La cancillería venezolana tenía las mujeres más bellas, hasta reinas de belleza y muchas de ellas -no todas por supuesto- estaban dispuestas a agenciarse un destino diplomático en una deslumbrante ciudad, con tan solo ejecutar uno o dos trincherazos, pocas veces el matador León Morales salía para un tercero y para el quinto menos, aun cuando existe