Las elecciones en Togo
HORACIO ARTEAGA – A primera vista no se trata de un tema que llame particularmente la atención, después de todo tiene que ver con un pequeño e intrascendente país africano, pero con una relevante historia antidemocrática. Por ello vale la pena abordarlo como un demostración más, entre otras, de cómo funciona la democracia sobre todo en los países subsaharianos del continente a la hora de organizar y efectuar elecciones presidenciales, lo cual pareciera una estrategia para aferrarse al poder. Es una versión de la democracia que aproximadamente desde la década del sesenta del siglo XX, la del boom de la independencia africana, viene desenvolviéndose sin mayores alternaciones, con una línea caracterizada por pocos adelantos en materia de transparencia, juego limpio y alternabilidad. Togo es un buen ejemplo, sobresaliente tal vez, entre muchos países africanos que han tenido trayectorias predecibles y sinuosas. El primer golpe de estado en el África se produjo en 1963 precisamente en este país de 56.785 kilómetros cuadrados, con 8.500.000 habitantes y que luego contaría a partir de 1967 con el dictador más longevo en el África negra gobernando por casi 38 años. Al morir Gnassinge Eyadema en el año 2005, no fue sorpresa que fuese sustituido en un golpe de Estado manipulado por su hijo, Faure Gnassingbé, quien viene gobernando el país desde entonces y seguramente aspira superar el record de su padre. En 1884 el territorio togolés pasó a ser protectorado del reich alemán recientemente unificado y ansioso por poseer colonias como sus rivales europeos en el marco de la competencia colonialista e imperialista. Pero al perder la primera guerra mundial Alemania perdió también sus colonias y, al amparo de la figura de los mandatos creada por la flamante Sociedad de Naciones, Francia y Gran Bretaña se dividieron Togolandia. Después de la segunda guerra mundial las Naciones Unidas sustituye el nombre de mandato por el de fideicomiso o régimen de tutela y ambas potencias mantienen el control de Togo; eventualmente la parte occidental del territorio, la británica, se incorporará a la colonia conocida como Costa de Oro que se llamaría Ghana al obtener su independencia en 1957. Francia mantuvo el resto de Togo. Togo, al oeste del continente, obtiene su independencia en abril de 1960 con Sylvanus Olympio como presidente y, a partir del allí empezaron las escaramuzas políticas y las refriegas por el poder hasta que en 1967 Eyadema se afianza como el hombre fuerte en el país. Durante esta era dinástica, su hijo, Faure Gnassingbe, del partido de la Unión para la República, ganaría controvertidas elecciones presidenciales en el 2005, 2010, .2015 y hace poco, en el 2020. Las elecciones tuvieron lugar el 22 de febrero pasado y Faure, según la comisión electoral del país, habría ganado con el 72,3% de los votos. Como ocurre con frecuencia en muchas partes del mundo en desarrollo, el principal líder opositor Kodjo, quien recibió el 18,3% de los votos, acusó a las autoridades de fraude masivo. Es pertinente señalar que los cambios constitucionales aprobados el año pasado permitirían a Faure buscar la reelección con la posibilidad de ser presidente hasta el 2030, todo lo cual ocasionó grandes protestas entre 2017 y 2018 que fueron fuertemente reprimidas. Se aprobó finalmente un cambio en las Constitución que limita a dos el número de mandatos presidenciales pero sin retroactividad. En los comicios de febrero hubo una tasa de participación de 76,63%, superior a la del año 2015 cuando fue de 61%. La oposición le facilitó el triunfo a Faure al ir fracturada, sin desestimar el hecho de que ha habido un crecimiento poblacional de la etnia Kabiye siempre favorable a la dinastía reinante. Como era de esperarse, el Consejo Constitucional ratificó los resultados emitidos por el ente electoral y fijó el 3 de mayo como fecha para que el presidente asumiera su cuarto mandato de 5 años. La Constitución, así lo establece ahora, le permite al mandatario presentarse una segunda vez en el 2025. Un porvenir político bastante predecible, como ocurre a menudo en el África. Según el diario Le Monde, su padre Eyadema, que dirigió el país con mano de hierro, le había aconsejado a su hijo “mantén el poder sino lo perderás para siempre”. Así que prosigue imparable la dinastía más larga de África, con más de 50 años en el poder, solamente superada en el mundo por la familia que gobierna a Corea del Norte. Como es usual, durante la campaña electoral no podían faltar la retórica y promesas atractivas. Así, Faure prometió combatir la pobreza en el país a través de comprensivos programas de reforma. Según la Organización Mundial de la Salud más de la mitad de la población de casi 8 millones y medio de habitantes subsiste con menos de 1.90 dólares diarios. El subsuelo de Togo encierra importantes yacimientos minerales de hierro y gran cantidad de fosfatos siendo el quinto exportador mundial de este mineral. Como casi todas las ex colonias francesas subsaharianas la moneda oficial de Togo sigue siendo el franco CFA (Comunidad Financiera Africana), controlado por Francia. La situación en Togo ejemplifica dramáticamente uno de los grandes obstáculos en el desarrollo de la democracia y las instituciones políticas en el acontecer africano; el cultivo de una democracia menos frágil continúa siendo un objetivo distante en muchos de esos países. A lo largo de unos sesenta años han abundado las disputas y las arbitrariedades en luchas desenfrenadas por el poder y por mantenerlo a cualquier precio. Todavía hay muchas lecciones que aprender y tentaciones que combatir en el desarrollo político de este extenso continente que, por lo demás, es siempre objeto de manipulaciones e interferencias externas. El pequeño Togo, además de distinguirse en el mundo por sus conocidas credenciales antidemocráticas, adquirió alguna relevancia internacional gracias a la llamada Convención de Lomé, un acuerdo de intercambio comercial y de cooperación suscrito entre la Unión Europea y los países ACP (Estados de África, del Caribe y del Pacifico) en 1975, en la capital togolesa. Se estableció un sistema de cooperación económica y ayuda