Por María Valderrama
La problemática de las migraciones internacionales se ha convertido en un tema que afecta a miles de personas en todas las regiones del mundo. En el caso de la migración venezolana, si bien no existen datos estrictamente confiables, en el 2018 el ACNUR, calculó una cifra alrededor de tres millones de venezolanos que abandonaron el país; siendo este el mayor desplazamiento de personas en un
período tan corto en la historia latinoamericana y, por consiguiente, un reto para las instituciones regionales, la sociedad civil y los gobiernos que cada vez se ven más afectados en la gestión adecuada para atender las necesidades de los migrantes y refugiados.
En el caso de Venezuela, podría considerarse que la diáspora venezolana inició en el año 2000, una vez iniciado el período presidencial de Hugo Chávez, y que se afianzó progresivamente, teniendo su punto más álgido en el año 2019. Entre los países de destino se encontraban primordialmente Perú, Ecuador,
Panamá, Costa Rica y México, pero cada vez los procesos migratorios eran más irregulares e inseguros, especialmente por la vía terrestre. A raíz de las dificultades para manejar los flujos migratorios irregulares, los países centroamericanos reforzaron sus políticas migratorias y se volvieron cada vez más restrictivos,
generando que millones de personas procedentes de Latinoamérica, decidieran cruzar la Selva del Darién (entre Colombia y Panamá) con destino a los Estados Unidos de América.
Ahora bien, es cierto que utilizar el Darién como puente entre el Sur y el Centro del continente no es una estrategia migratoria nueva, sin embargo, el número de migrantes que decide someterse a las condiciones extremas de la Región ha incrementado en los últimos años y, con ello, también la cantidad de Niños, Niñas y Adolescentes que se encuentran en contexto de movilidad. Las razones, patrones
y consecuencias de este fenómeno de movilidad masiva de NNA por la Región del Darién, son diversos y complejos, pero en muchas ocasiones estos NNA migran de forma voluntaria o forzosa con sus padres, madres, cuidadores u otras personas ajenas al entorno familiar, e incluso por su cuenta; y el estatus de cada caso migratorio de NNA puede variar en las distintas etapas de su viaje, ya que atraviesan diferentes situaciones de riesgo durante el camino, las cuales eventualmente requieren que se les otorgue una atención urgente a través de estrategias que permitan garantizar el traslado seguro y prevenir la retención ilícita, la migración insegura, irregular y desordenada.
Esto último es muy importante porque, si lo miramos con detalle, nos daremos cuenta de que la decadencia institucional, fronteriza y policial en Latinoamérica, ha dado paso, en gran medida, a que los NNA que se encuentran en situaciones de riesgo en este contexto de movilidad, pertenezcan en su mayoría a las siguientes categorías:
(a) Adolescentes que deciden migrar no acompañados o que eventualmente son separados del familiar o acompañante, y que se trasladan desde Venezuela de forma irregular;
(b) NNA que son víctimas de grupos de delincuencia organizada con fines de explotación sexual, tráfico de órganos y trabajo forzoso;
(c) NNA que son sustraídos desde Venezuela por uno de los padres, representantes o responsables, sin autorización de la otra parte; que no sólo viajan de forma irregular, sino que, además, la parte sustractora muy probablemente ha incurrido en delitos como: falsificación de documentos, cohecho y asociación para delinquir, en función de facilitar el traslado ilícito.
Debido a la predominancia de estos tres grupos, es fundamental que el Estado Venezolano, continúe trabajando para unificar esfuerzos y fortalecer las alianzas y la cooperación no sólo con los países aledaños a la selva, sino también con las organizaciones civiles y las agencias del sistema de Naciones Unidas, en virtud de garantizar una atención eficaz y célere para la atención de los casos de estos NNA, de acuerdo con los derechos específicos derivados de la Convención de 1989 sobre los Derechos del Niño, y así garantizar un tratamiento adecuado y especializado en lo que respecta a las medidas de atención consular. Así como también concientizar y sensibilizar a los funcionarios consulares para actuar de forma apropiada, sensible y estratégica; siempre orientados a promover la protección y el restablecimiento de los derechos de la niñez en contexto de movilidad; ya que es una realidad que este contexto migratorio lamentablemente se desarrolla a una velocidad que muchas veces es difícil articular nuevas medidas para abordarlo, debido al hecho de que no existen registros reales de la cantidad
de NNA que son trasladados en esta circunstancia, a los escasos puntos fronterizos que además muchas veces contribuyen a agravar la situación, a las mismas dificultades geográficas de la selva y a la cantidad de grupos armados que habitan en ella.
El estudio de este caso relacionado con los derechos de los NNA separados o no acompañados en contexto de movilidad, se puede convertir en un aporte al entendimiento, comprensión y refuerzo de las medidas consulares, que contribuyan a la protección de los NNA en los procesos migratorios regionales e internacionales, dentro del marco del Comité de los Derechos del Niño sobre las Obligaciones de los
Estados relativas a los Derechos Humanos de los Niños en el Contexto de la Migración Internacional en los Países de Origen, Tránsito y Retorno; así como también de las prácticas socioculturales y familiares,, ya que, si nos detenemos a pensarlo, desde el punto de vista moral, los derechos de estos NNA venezolanos
separados o no acompañados en contexto de movilidad por la Región del Darién están siendo vulnerados desde el momento en el que se convierten en víctimas de sus propios padres, representantes o responsables, que han atentado en contra de la protección integral y el interés superior del NNA (especialmente de los derechos contemplados en la Convención sobre los Derechos del Niño de 1989, tales como: el derecho a vivir en condiciones de bienestar, a la integridad personal y a la educación).
Es importante resaltar que, en el marco de las medidas de atención consultar para la protección de NNA venezolanos separados o no acompañados en contexto de movilidad por la Región del Darién, no sólo se deben gestionar los casos, sino también impulsar la coordinación de programas y servicios en conjunto
con las instituciones en los países de tránsito, para prevenir y responder a las preocupaciones que afectan a los NNA, con medidas especialmente orientadas al restablecimiento del derecho a la reunificación familiar, la integridad personal y a vivir en condiciones de bienestar. También, se estima pertinente que las líneas de acción generales y específicas designadas a los funcionarios consulares, cumplan la función de atender la complejidad de este nuevo auge migratorio con un enfoque de género y de no discriminación por motivos de raza, para garantizar el restablecimiento de derechos de las niñas y adolescentes que han sido víctimas de abuso en el trayecto de la selva, y de los NNA pertenecientes a comunidades indígenas, como una estrategia para implementar mayor igualdad en la protección y garantía de sus derechos.
La incorporación de estas perspectivas de protección especial, contribuirá a que los NNA sean parte integrante en la elaboración, monitoreo y evaluación de las medidas de atención consular y de los programas en todas las esferas políticas, económicas y sociales de la Región. Además, esto permitirá continuar evolucionando y creando acciones orientadas a ofrecer respuestas regionales articuladas y efectivas para el desarrollo de mecanismos de protección más rigurosos, ya que es evidente que, como Región, tenemos un arduo trabajo por delante.
En conclusión, podemos observar que es una realidad que este auge migratorio por el Darién que hoy en día predomina como dinámica no sólo para los venezolanos sino para los latinoamericanos, todavía se considera algo prematuro, por lo que es cada vez más necesario que las medidas consulares estén en
constante evolución, preparando a los funcionarios y autoridades locales, regionales e internacionales para ofrecer una respuesta más organizada y sólida a los miles de NNA separados o no acompañados que viajan desde varios países de la Región y que han sido víctimas de reiterados abusos y vulneraciones a sus derechos humanos. De acuerdo con el representante de la Oficina Regional para América Central del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los DDHH, Alberto Brunoni, el año 2023 ha sido el año con más tránsito de NNA por la selva del Darién con destino final hacia los Estados Unidos, y sólo en el primer semestre de ese año, se registraron más de 40.000 casos, representando el 25% de las personas en contexto de movilidad por la región. Asimismo, el medio de prensa CNN afirma que en lo que va del año en curso, han cruzado esta región más de 68.400 personas, lo cual permite pensar que el 2024 será el año en el que se romperán todos los récords de migrantes irregulares cruzando por la región del Darién, de los cuales muchos son de nacionalidad venezolana. Es por esto, que para avanzar en materia de Protección Migratoria de NNA en Latinoamérica, las estrategias de prevención y protección deben ser implementadas en cooperación entre las instituciones públicas, la sociedad civil y, por supuesto, las organizaciones internacionales. Es decir, que los países de Origen, Tránsito y Destino, tienen el deber como Estados, y también el deber humano, fortalecer a sus equipos multidisciplinarios e interinstitucionales, en función poder ofrecer eventualmente mecanismos de protección regional efectivos, que permitan contabilizar más casos de éxito y no tantos casos perdidos.
Lcda. Estudios Internacionales MSc. Derecho Internacional Público, Derechos Humanos y Cooperación Internacional