Negociaciones: ¿pocas esperanzas?

Por Felix Gerardo Arellano Porras

Félix Gerardo Arellano Porras

Desde Miraflores estamos observando una intensa actividad vinculada con la negociación con diversos grupos y niveles; empero, hasta el momento se puede apreciar que está dispuesto a comprometerse en pequeños cambios y con los grupos menos críticos, que algunos definen como colaboracionistas. Por el contrario, en el proceso de negociación más complejo y ambicioso, vinculado con la oposición democrática crítica organizada en el llamado G4 y la comunidad internacional democrática, la estrategia de Miraflores pareciera orientarse al desgaste, la dispersión y la complicación del proceso. Trasmitir la imagen de interés, pero no avanzar en aspectos sustantivos, toda vez que puede estar en juego la permanencia en el poder.

Nos enfrentamos con una vorágine negociadora, que se percibe cargada de contradicciones. Sectores fundamentales del bloque en el poder parecieran estar conscientes que necesitan concertar acuerdos, en particular con el gobierno de los Estados Unidos y la Unión Europea, para superar las sanciones, pero no quieren ceder en temas importantes relativos a condiciones electorales realmente competitivas, pues asumen que podría ser el principio del fin.

Cuando referimos las contradicciones que se proyectan desde Miraflores en relación con las negociaciones, la lista es larga y, entre otros, tiene que ver con la definición de la contraparte negociadora. Al respecto, desde Miraflores hablan de diversas oposiciones. Dividir y debilitar el adversario ha sido uno de los objetivos fundamentales del bloque en el poder y ha logrado importantes avances, en tal sentido, presenta ante el mundo que está logrando negociar con una oposición “más ponderada”, que participó en las pasadas elecciones legislativas.

En la línea de fragmentar la oposición democrática, uno de los requisitos que presenta Miraflores para una negociación más ambiciosa, tiene que ver con la mayor participación de actores de la oposición, en especial, los grupos promovidos desde el poder. Tal condición, además de incrementar las divisiones en la oposición democrática, limita el proceso de negociación. Cabe destacar que un mayor número de actores en la mesa de negociación complica los avances y debilita los resultados.

Separar el tema de las elecciones regionales de un proceso de negociación ambicioso ha sido otra condición de Miraflores, tema que parece aceptado y superado, en la medida que crece el número de grupos políticos que se van sumando a la contienda electoral regional. Superado este objetivo seguramente será aprovechado en la narrativa oficial como evidencia del carácter democrático y constitucional del proceso, tratando de lograr avanzar en su búsqueda de legitimidad internacional y, en alguna medida, propiciar divisiones en la comunidad internacional democrática.

La narrativa sobre las sanciones que aplican los Estados Unidos y la Unión Europea (UE), constituye otro tema central en las contradicciones de Miraflores. El  discurso oficial se tiende a concentrar en el cuestionamiento de las sanaciones secundarias, económicas y financieras que aplica los Estados Unidos, por los efectos colaterales en términos sociales que generan.

Según la versión oficial toda la crisis humanitaria que enfrenta el país es producto de tales sanciones, ocultando la realidad estructural, es decir, que el modelo económico que se está aplicando desde que el proceso bolivariano asumió el poder, se ha orientado a la destrucción de la economía para empobrecer la población y poder ejercer un control social más efectivo.

Para fortalecer el discurso manipulador sobre las sanciones económicas Miraflores está movilizando diversos sectores nacionales e internacionales en una estrategia especialmente dirigida a Washington y Bruselas, con el objeto de generar una atmosfera crítica sobre las consecuencias sociales de las sanciones y propiciar su flexibilización o eliminación.

Las sanciones secundarias pueden tener consecuencias paradójicas, es el caso de la rígida aplicación que se aprecia en el sector financiero, que puede afectar diversas transacciones venezolanas, pero no se puede desconocer que la gravedad de la crisis económica que enfrentamos tiene sus raíces en el modelo económico que está aplicando el proceso bolivariano, situación que se exacerba con los efectos perversos de la pandemia del covid-19 y su errática administración.

En el tema de las sanciones económicas no podemos desconocer la posición crítica de la Unión Europea, pero también la posición reflexiva de la nueva administración del Presidente Joe Biden en Estados Unidos, que ha dado señales claras de su disposición de revisión del instrumento, pero en el marco de proceso eficiente de negociación que conlleve la salida pacífica y democrática de la crisis venezolana.

En este nuevo contexto, el gobierno de los Estados Unidos incorpora las sanciones como un medio importante de la estrategia de presión sobre Miraflores y está trabajando para abordar multilateralmente el caso venezolano, con la UE y otros gobiernos democráticos. En este contexto, los esfuerzos de acercamiento para una potencial negociación que ha estado desarrollando el Reino de Noruega cuentan con el pleno respaldo de la comunidad democrática internacional.

El discurso oficial se concentra en el cuestionamiento de las sanciones económicas exagerando sus consecuencias, pero no podemos desconocer la sensibilidad que genera en el bloque en el poder las sanciones personales que limitan las posibilidades de disfrutar las astronómicas fortunas de algunos miembros del bloque en el poder.

Miraflores está organizando la mayor participación posible de instituciones nacionales y países aliados para que se sumen activamente en el proceso de presión, repitiendo el libreto de las graves consecuencias sociales de las sanciones. En este contexto, ha empezado a reconocer las dramáticas cifras de la grave crisis que enfrenta el país, manipulando la información para presentar ante el mundo y en particular en los Estados Unidos, que la destrucción del país es producto de tales sanciones, una grave exageración que se está repitiendo insistentemente.

A nivel nacional los partidos políticos de la oposición amigable a Miraflores; empresarios y ONG afectados por complicaciones de transacciones financieras y, en particular los sectores vulnerables adeptos al proceso bolivariano, han sido movilizados para repetir el libreto sobre las graves consecuencias de las sanciones.

Para estimular la mayor participación social en el cuestionamiento de las sanciones, encontramos la manipulación de algunos casos complejos como el diésel o el programa de vacunación con la covid-19. En relación al diésel, se presenta ante el mundo una grave crisis energética producto de las sanciones en el sector petrolero, sin reconocer que el deterioro de la industria petrolera lleva muchos años y que, no obstante las necesidades energéticas del país se mantiene las dadivas petroleras a Cuba, recursos que el gobierno comunista de la isla utiliza con fines mercantiles en el mercado internacional.

En el caso de la vacunación contra la covid-19, el discurso oficial destaca ante el mundo que las sanciones están impidiendo la compra de las vacunas dentro del sistema covax; empero, expertos del área económica consideran que el Estado ha logrado mayores ingresos en el presente año, lo que permitiría el pago sin mayores dificultades.

Por otra parte, debido a la falta de transparencia del grave deterioro económico que ha enfrentado el país, por no suministrar las estadísticas que confirman la evolución de la crisis, el país no logra los aprovechar los beneficios del programa covax para los países más vulnerables. 

Como se puede apreciar uno de los objetivos centrales de la estrategia es generar la atmosfera para que los gobiernos, en particular el Presidente Biden, inicien en el corto plazo la eliminación de las sanciones. Miraflores aspira que con la movilización de los sectores nacionales y de los aliados internacionales se logre articular una presión más efectiva sobre diversas instituciones en los Estados Unidos como el Congreso, las dependencias del gobierno federal vinculadas con el tema de las sanciones y las diversas fracciones que hacen vida en el partido demócrata, más concretamente los sectores de izquierda.

Frente a una negociación más compleja y ambiciosa, que en estos momentos podemos asociar con la iniciativa que debería iniciar próximamente en México, se podría estimar que el juego estratégico de Miraflores está orientado a demostrar aparente disposición e interés, pero complicando, entorpeciendo, distrayendo.

Mantener el tema de la negociación en la mesa como un recurso de largo aliento, dar señales de disposición, pero paralelamente mantener las practicas agresivas contra los partidos políticos democráticos; anunciar públicamente condiciones inaceptables para instalar la mesa de negociación; complicar todos el procesos logístico de definición de las condiciones previas de la negociación y la logística.

Ahora bien, tampoco podemos desconocer que la presión internacional por resultados concretos está logrando una mayor coordinación con la nueva administración en los Estados Unidos, que ha reiterado que las sanciones se desmontaran como resultado de una negociación con avances concretos para alcanzar una salida pacífica y democrática de la crisis venezolana, posición que apoya la Unión Europea y los demás gobierno democráticos que rechazan la legitimidad del gobierno de Nicolás Maduro.  

Félix Gerardo Arellano Porras

Internacionalista UCV, Ex Director y Profesor Titular de la Escuela de Estudios Internacionales de la UCV

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