Por Omar Zurita A
Imágenes de una época de la Cancillería
Nuestra vieja Casa Amarilla, ha vivido cambios, no siempre para su bien. Con el correr de los tiempos y para adaptarla a servir de sede a las oficinas de Cancillería, se fueron haciendo modificaciones en sus instalaciones, así por ejemplo para permitir el uso de la electricidad, se incrustaban y escondían cables sin tener en cuenta la mas elemental técnica; un personaje regordete y bonachón a quien llamábamos “Tomazón”, fungía de electricista y acudía presuroso a empatar cables y poner cinta “tape”, cada vez que algún funcionario se quejaba de un apagón en su oficina o necesitaba enchufar una nueva máquina de escribir. Sobra decir que aquella maraña de cables, toma corrientes y fusibles constituían una bomba de tiempo que efectivamente estalló una madrugada de abril de 1989, cuando se desató un incendio que arrasó casi totalmente con el piso superior de la casa, incluido el amplio y majestuoso comedor con su fabuloso techo de madera, lámparas de cristal y sus tapices.
Vienen a mi memoria algunas anécdotas de lo que otrora fue el centro de nuestro diario acontecer en la Casa Amarilla, aquellos marmoles negros y blancos siempre brillantes e inmaculados que reflejaban las columnas que cercan el patio y los fabulosos azulejos de sus paredes; algunos decían que era de mala suerte cruzar el patio por lo que para evitar alguna, se daban la vuelta por los pasillos para acudir a una oficina al otro lado. Muy cerca ya la Navidad, recuerdo que en diciembre de 1984, la esposa del para entonces Canciller, doctor Isidro Morales Paúl, colocó en el centro del patio central un inmenso y bello árbol navideño formado exclusivamente con las llamadas matas de navidad, alrededor del cual tuvo lugar la fiesta de navidad que en aquellos tiempos se ofrecía al Cuerpo Diplomático acreditado ante nuestro Gobierno.
Como no recordar el Salón de Embajadores, antesala del despacho del Ministro, con su imponente “Dante y Beatriz” o el Salón Bolívar, quizás el mas protocolar de los espacios de la Casa Amarilla, reservado para la ocasión solemne de la presentación y saludo al Cuerpo Diplomático de un nuevo Canciller y alguna vez también para la salutación de estilo con motivo de Año Nuevo por el Presidente de la República. La tradición convirtió al Salón Bolívar en sala velatoria de Cancilleres y Embajadores, recordando con inmensa tristeza el del Canciller Calvani, su esposa Adelita e hija.
Se dice que “la política exterior no la determinan los salones o despachos de una casa, sino quienes desde ella la conducen e instrumentan”. De nuevo el recuerdo acude presuroso: corría el mes de agosto de 1965, un grupo muy pequeño de jóvenes internacionalistas acudimos al llamado del primer concurso de oposición para ingresar al Servicio Exterior, los pioneros de la Carrera Diplomática en Venezuela; unas veces con apoyo y siempre venciendo obstáculos, la realización de concursos de oposición se fue imponiendo durante los años siguientes, con lo cual se logró incorporar al Servicio Exterior un numeroso grupo de profesionales altamente preparados, expertos en la materia. Lamentablemente, hoy la casi totalidad del personal de nuestro Servicio Exterior no es profesional, con el resultado del aislamiento cada vez mas evidente de nuestro pais en el ámbito internacional”.
OMAR ZURITA A.
Lic. Estudios Internacionales UCV 1964, Abogado UCV 1966, Magister Ciencias Políticas USB, Embajador de Carrera jubilado, desempeñó cargos en Londres, México, Washington, Director de Gabinete del Ministro, Director Inmunidades y Privilegios, Consultor Jurídico del Ministerio de Relaciones Exteriores.