Por Félix Gerardo Arellano

El cansancio y desasosiego político que se vive en muchos países democráticos,
alimentan la tendencia de la antipolitica, que podríamos resumir bajo la lapidaria
expresión “que se vayan todos”. Se buscan “caras nuevas, no contaminadas” por la
practicas políticas, la célebre figura del outsider.
El radicalismo, el populismo y la polarización se presentan como banderas
fundamentales en el rechazo a los partidos y a los políticos tradicionales, tendencia que
se expande ampliamente, gracias a las nuevas tecnologías de la comunicación política,
en particular las redes sociales. Pero en términos generales, los resultados que se
aprecian de algunas experiencias de las nuevas caras son decepcionantes.
Las nuevas caras asumen discursos que estimulan pasiones y conquistan fanáticos.
Ambiciosos y fraudulentos proyectos de trasformación de la política y del país. Una de
las banderas es la lucha contra el flagelo de la corrupción y, en ese contexto,
desarrollan la tesis que presenta a la política tradicional como una organización de
cómplices, con plena impunidad; situación exagerada, sobre la que insisten para
desplazar a los políticos y debilitar las instituciones.
Muchas de las nuevas caras tienden a ser efímeras, en su mayoría no cuentan con
formación ni experiencia política, pues precisamente esos valores los descalifican.
Algunos aprovechan que han logrado un protagonismo, particularmente mediático que
le garantiza algún respaldo popular de inicio. Pero eso no es tema que preocupe, pues
con las tecnologías, el capital y una cara nueva, se construye un candidato y con la
antipolitica se va preparando el terreno.
Se cuestiona a los políticos tradicionales su desconexión de la grave situación que
enfrentan las mayorías pobres y excluidas; empero, muchas de las nuevas caras
tampoco tienen mayor vinculación, ni conocimiento sobre la dramática situación de la
pobreza. Son figuras que hacen de la política un negocio, una competencia de ego, una
banalidad.
En este contexto, el caso peruano es digno de reflexión, pues la crisis de la política y
los políticos se viene desarrollando desde hace algunos años. Los partidos
tradicionales se han debilitado sensiblemente y algunos han desaparecido de la escena
política, el país vive una creciente fragmentación del espectro político, con el
surgimiento de diversos grupos muy efímeros, que se forman por un proceso electoral
especifico, sin mayor formación doctrinaria, ni trabajo con el electorado.
Al respecto conviene destacar que, en la primera vuelta de la elección nacional
(11/04/2021), en la que salen vencedores las dos tendencias radicales peruana; por
una parte, la Sra. Keiko Fujimori del Partido Fuerza Popular y, por la otra, Pedro
Castillo del partido Perú Libre, de tendencia marxista, la boleta electoral contemplaba
20 candidatos, la mayoría de ellos sin liderazgo nacional, ni mayor formación política.
A las elecciones generales del 2021 se llega en un contexto de inestabilidad política,
con 5 presidentes desde el 2016: Pedro Pablo Kuczynsk (2016-2018), Martin Vizcarra
(2018-2020), Manuel Merino (2020), Francisco Sagasti (2020-2021); y con la mayoría
de los expresidentes vivos sujetos a investigaciones judiciales, dos de ellos con
detención (Alberto Fujimori y Ollanta Humala) y uno se suicida antes de ser detenido en
su propia residencia (Alan García).
Por otra parte, un poder legislativo altamente cuestionado, que ha abusado de las
facultades constitucionales, en particular con la aprobación de la moción de vacancia,
que permite la destitución del presidente, con el requisito fundamental de logra el
mínimo de 87 votos de los 130 miembros del Congreso.
En la segunda vuelta de las elecciones del 2021, triunfa la cara nueva y no
contaminada de la política peruana, el outsider de Pedro Castillo, sin mayor formación
política, un limitado liderazgo gremial en la zona de Cajamarca; empero, desde los
mitos de la anti política, libre de la contaminación que representa la dinámica política de
Lima. Candidato por circunstancias fortuitas, ante la inhabilitación de Vladimir Cerrón el
jerarca del partido Perú Libre, con un programa de gobierno anacrónico de contenido
marxista.
Los resultados de la contienda electoral resultaron fuertemente cuestionados por los
sectores conservadores, que poco trabajan con la población, particularmente con los
excluidos, que son muchos en el Perú, y que aspiran ganar las elecciones por la
experticia técnica que disponen. Partidos democráticos que en la mayoría de los casos
se mantienen como burbujas desconectadas de la dramática situación de la población,
en estos momentos agravada por las consecuencias sociales de la pandemia del covid-
19.
El órgano electoral peruano consolidó su autonomía y confirmó el triunfo electoral de
Pedro Castillo, una pequeña diferencia, que generó un lamentable resultado, en el que
participó mucha población pobre del Perú. Al respecto, resulta lamentable oír
declaraciones que asumen que el triunfo de los radicales en las elecciones nacionales,
es producto del respaldo de fuerzas internacionales, desconociendo y menospreciando
el sentimiento de la población marginada y excluida, que vota con la esperanza que su
situación va cambiar producto de la nueva política radical, para luego enfrentar la gran
decepción.
Con la cara nueva de Pedro Castillo Perú ha vivido año y medio de un desgobierno,
una profunda incapacidad para construir gobernabilidad, sin estrategia, ni objetivos de
transformación, solo concentrado en mantenerse en poder, pero sumando errores
progresivamente. En el corto periodo de gobierno circularon cinco primeros ministros y
en consecuencia cinco gabinetes y más de 80 ministros. Pero debemos recordar que
un buen número de los promovidos a cargos ministeriales contaban con expedientes e
investigaciones que adelantaban el rechazo de parte del Congreso.
Algunos de los renunciantes que dieron sus declaraciones coinciden en lo inaccesible
del Presidente, rodeado de un circulo de incondicionales. En este proceso también ha
acumulado 6 investigaciones fiscales que los vinculan con actos de corrupción.
No podemos desconocer que el Congreso también ha jugado una rígida actitud
obstruccionista, en ese contexto, cabe destacar que negó la autorización para viajes
internacionales importantes para el país: i) asistir a la toma de posesión del Presidente
Gustavo Petro en Colombia (04/08/2022/); ii) una gira por Europa que incluía la visita al
Papa Francisco (12-18/10/2022); iii) participar en la Cumbre de la Alianza del Pacifico
en México (24-26/11/2022). Una posición lamentable, pues más que afectar al
Presidente aislaba el país.
El tema más sensible en la relación entre los poderes Ejecutivo y Legislativo, tiene que
ver con la moción de vacancia, un mecanismo que tiende a resultar demasiado flexible
y, en algunos casos irresponsable, para destituir el Presidente de la Republica, pero no
le resultó tan fácil al Congreso lograr la destitución del Presidente Castillo, debido a su
marcada fragmentación, donde ningún partido político tiene una fuerza decisiva, obliga
a unas complejas negociaciones, que en el caso de Castillo fracasaron en dos
oportunidades anteriores.
Con la tercera vez la moción de vacancia y, ante la irracional e inconstitucional decisión
del Presidente Castillo, de disolver al Congreso, el Congreso en muy corto tiempo logró
101 votos para destituirlo, e inmediatamente juramentó a la Vicepresidenta la Sra. Dina
Boluarte, como la nueva Presidenta.
Impresionante el error político de Castillo, podría estar pensando en el auto golpe de
Alberto Fujimori (05/04/1992), pero menospreció las enormes diferencias. En su
momento Fujimori era lo más cercano a un héroe nacional, al enfrentar exitosamente a
Sendero Luminoso, y la gran mayoría de las instituciones, en particular, las fuerzas
armadas, lo apoyaban plenamente. Castillo, si bien contaba con una pequeña mejora
en las encuestas, ha gozado en su corto gobierno un alto rechazo institucional.
Dos detalles contradictorios podríamos destacar finalizando, por una parte, la
sorprendente fortaleza de muchas instituciones peruana en el marco de una crisis
política profunda, en particular, la autonomía del poder judicial, del poder electoral y del
Banco Central. Pero paralelamente preocupa que la antipolitica se ha posicionado en la
sociedad peruana y ante una próxima elección no sería extraño que recurran de nuevo
al falso mito de la cara nueva no contaminada (el outsider).
Félix Gerardo Arellano Porras
Internacionalista y Doctor UCV, Ex Director y Profesor Titular de la Escuela de Estudios Internacionales de la UCV, Miembro del Grupo Ávila