Por Hugo Álvarez Pífano

A la vuelta del pasado año en el Mundial de Qatar, asistimos a una de las más grandiosas y
mejor orquestadas ceremonias de exaltación que se hayan realizado jamás, para glorificar a
un futbolista: el argentino Lionel Messi. Pero, así como toda moneda tiene dos caras -un
anverso y un reverso- también existen héroes del futbol, que jamás fueron glorificados ni
nada parecido y en nuestros días están completamente en el olvido, héroes desconocidos:
Hablamos de Joseph Ilunga Mwepu, nacido en el Congo belga, llamado después Zaire y
actualmente República Democrática del Congo, quien con la más irracional y disparatada
jugada que el futbol haya visto, salvó la vida de todos los jugadores de esa entera escuadra
africana. Veamos entonces, quien es este auténtico héroe del futbol a nivel mundial, al que
jamás se le hizo reconocimiento alguno y a quien pudiéramos con todo cariño ponerle una
etiqueta a su actuación como futbolista: La grandeza de lo pequeño y la debilidad del poder.
I
Exposición de los hechos
La única y sola vez que Zaire asistió a una Copa del Mundo, fue en el mundial de 1974
celebrado en la República Federal de Alemania, esto lo logró después de vencer a Marruecos y
Camerún -dos países de vieja y excelente tradición futbolística- entonces fue llamada “la
sorprendente Zaire” Este triunfo sin par a nivel africano, dio lugar a que Mobutu Sese Seko el
dictador más cruel, feroz y despiadado de África, como propaganda política de su gobierno
utilizara al equipo de futbol para proyectarse y darse a conocer internacionalmente, en forma positiva.
¡Qué mejor pantalla que una Copa del Mundo celebrada en Alemania Occidental!
Pero, que gran contrariedad para el autócrata Mobutu: Zaire perdió 2 a 0 frente a Escocia y 9 a
0 ante Yugoeslavia, este último resultado irritó profundamente al dictador, quien comunicó a
su escuadra que no aceptaría un abultado escore en el juego entre Zaire y Brasil, nunca jamás
un resultado mayor de 3 a 0. De ocurrir una derrota humillante por encima de este resultado el
entero equipo de futbol sería decapitado.

El 22 de junio de 1974 tuvo lugar un partido único en la historia: La singularidad de este
encuentro consistía en que la poderosa Brasil, campeón del mundo, se enfrentaba a una de las
peores escuadras que se presentaba a un mundial de futbol: Zaire. Hay tres aspectos de este
encuentro que merecen ser destacados: el Brasil del técnico Mario Zagallo; a) No contaba con
las grandes figuras del pasado reciente, los atacantes Pele, Garrincha, Tostao y pare de contar
ni con los defensores Nilton Santos y Dialma Santos, era un equipo en plena reestructuración
con futbolistas jóvenes; b) Venía de lograr dos empates a cero con Escocia y Yugoslavia, por lo
tanto para avanzar a finales debía lograr un abultado escore frente a la modesta Zaire; c) En
aquellos tiempos no existía la red, Internet, televisión por cable, tampoco las plataformas
digitales, solo existía la televisión de las trasmisiones internacionales con las cuales el genocida
Mobutu proyectaba promocionar su imagen, con la amenaza de cortarle el pescuezo a su
entera escuadra de futbol.

Corría el minuto 80 de partido y Brasil, como favorito dominaba en el marcador, pero no con
un escore de contundencia: La ‘canarinha’ vencía 0-3, muy distante del 9-0 que Yugoslavia
había propinado al conjunto africano tan solo cuatro días antes. Zaire estaba mostrando una
imagen digna y gratificante. Pues bien, en un momento único para recordar llegó la jugada más
inexplicable en la historia de los Mundiales: una acción que dio la vuelta al mundo y que, en
este mundial de Qatar y glorificación a Messi, cumple 49 años, por un pelo medio siglo.
Mwepu Ilunga fue el protagonista. Entonces, el árbitro Nicolai Rainea cobró una falta a favor
de Brasil en la mitad del medio y en la puerta que da a la frontal del arco rival. Roberto Rivelino
famoso por sus potentes disparos a balón parado y ejecutando penaltis -tenía el apodo de
patada atómica- colocó el balón para chutar y cuando el árbitro pitó, ante la sorpresa de todo
el público, un jugador zaireño salió de la barrera -como poseído por el demonio- para golpear
el balón y mandarlo a las tribunas. Lo inverosímil apareció ante los aficionados presentes en
Gelsenkirchen y entre aquellos que seguían el partido desde sus casas: ¡Un jugador, que
estaba en un Mundial, ni tan siquiera conocía las reglas! Un primitivo e ignorante jugador
africano de futbol: Mwepu Ilunga, quien fue amonestado no fue echado del partido, pero lo
que Rivelino presenció -sorprendido y estupefacto- fue a un jugador que temblaba de miedo
ante el cobro de una falta. El colegiado pitó de nuevo y la bola pateada por Rivelino pasó por
encima del arco. En los quince minutos restantes Brasil no hizo gol se mantuvo el 3 a 0.
Ahora bien, una pregunta esencial para entender esta historia: Por qué temblaba de miedo el
jugador defensa central de Zaire y realizó la jugada de un lunático. Esto lo explicamos a
continuación, a través del bosquejo de los rasgos fundamentales y la personalidad de los dos
causantes de la jugada histórica. Seres humanos que tuvieron muy poco de buenos, fueron
más bien miserables; para nada generosos, por el contrario, mezquinos; nunca valientes, unos
verdaderos cobardes, que transformaron el Congo -un país de bellezas naturales admirables y
grandes recursos- en un horrible infierno sobre la tierra, el peor de todos los infiernos.

pie y la mano de dos de sus hijos que fueron cortadas porque no pudo cumplir con la cuota
de producción de cacao que le fue asignada. Detrás, otros congoleños comparten esa tristeza
infinita, para decir lo menos. Observen, todos desnudos: el uniforme de trabajo en el Congo.
II
Mobutu Sese Seko
Mobutu modificó su nombre de pila por el de Mobutu Sese Seko Kuku Ngendu Wa Za Banga,
que significa literalmente “el guerrero todopoderoso que va de conquista en conquista y deja
fuego a su paso” ¡Que solemnidad y pompa! Nada más y nada menos, exacto como la auto
glorificación de un cochino provisto de inmensa fuerza en su trompa.
Joseph Mobutu gobernó el Congo -más bien llamado Zaire en su época y actualmente como
República Democrática del Congo- con mano de hierro por poco más de tres décadas (1965-
1997), fue apreciado por Occidente como un factor de estabilización, la garantía del orden
frente a la irrupción comunista representada por Patrice Lumumba, un líder republicano y
nacionalista, orientado a hacer del Congo una nación de oportunidades para todos sus
ciudadanos, en la recuperación y administración de sus inmensos recursos naturales, muy lejos
de la explotación de las grandes potencias europeas, asesinado en enero de 1961, por Mobutu
como principal participante en este crimen.
El Congo ofrece una posición estratégica muy importante en África y es riquísimo en recursos
naturales, esto le da una calificación geopolítica de alto rango muy apetecible por las grandes
potencias depredadoras europeas, lo que condujo a este país en manos de Mobuto y un
pequeño grupo de sus seguidores congoleños, a saqueos sin límites de sus riquezas,
generación de guerras y conflictos armados sin fin, con incontables millones de muertos. Si
bien Mobuto dio unidad a un inmenso territorio dividido entre muchas tribus y se presentó
como garante de un orden impuesto a base de puro terror, el dictador del Zaire controló en
forma personal, como si se tratase de una hacienda propia, alrededor del 20% del patrimonio
económico nacional y en los años noventa, su riqueza personal representó la deuda externa
nacional, unos 5.000 millones de dólares.

los extremos, uniformados y con gorra también congoleños, miembros de la Force Publique para
su custodia.
III
Leopoldo II, rey de Bélgica
Creación del Estado Libre del Congo.
El 1 de julio de 1885, el Estado Libre del Congo quedó oficialmente reconocido, por todas las
potencias europeas que participaron en la división colonial de África, como un territorio del
rey Leopoldo II a título personal, no como una colonia de Bélgica. El objetivo y finalidad de esta
nueva figura jurídica era la constitución de un espacio de libre comercio internacional, libre de
la esclavitud, orientado a civilizar y sobre todo evangelizar a los millones de nativos que vivían alejados del cristianismo y de las formas adecuadas de vida, para darles educación, trabajo,
asistencia sanitaria y prosperidad. En pocas palabras un futuro cierto. PURA HIPOCRESIA PARA
NO PRONUNCIAR LA PALABRA MENTIRAS. El espacio geográfico asignado a este nuevo país era
tan grande como las tres cuartas partes de Europa.

su mascota.
Con su naturaleza codiciosa, su inaudita crueldad y las manos libres, Leopoldo II explotó el
territorio a sus anchas. El marfil y el caucho fueron las materias primas más rentables, después
se añadió el cacao. Su explotación necesitaba del trabajo sin descanso de los nativos, para lo
cual el nuevo estado y su propietario no dudaron en consentir los métodos más crueles: A los
trabajadores fueron asignadas cuotas de producción, si no cumplían con estas cuotas o peor
aún se negaban a trabajar, se les amputaba una mano o un pie, pero la amputación de un
“obrero” significaba un trabajador menos, entonces amable lector sorpréndase, se recurrió a
la práctica de amputarle la mano y el pie a los hijos, para algunas mujeres no había
amputación, eran secuestradas y destinadas a la prostitución, si tenían condiciones físicas para
ello, de lo contrario eran amputadas o ejecutadas. Otro método punitivo consistía en los
incendios y ataques directos contra poblados que no satisfacían los planes de explotación.
A continuación, publico dos párrafos tomados del escrito del periodista español Xavier Valls
Soler ofrecido en el número 536 de la revista Historia y Vida. “El aumento de la demanda
internacional de caucho agudizó la crueldad de los administradores coloniales para que se
cumplieran los objetivos de producción. A partir de 1896, la demanda del caucho en los
mercados internacionales se disparó. De esta manera, las inversiones de Leopoldo se
transformaron en unos beneficios millonarios que ya no cesarían hasta su muerte. Pero el
aumento de la demanda no hizo más que agudizar la crueldad de los administradores
coloniales. Los castigos hacia los indígenas por no cumplir las expectativas de producción
derivaban en asesinatos masivos “ejemplarizantes” de la mano de la Force Publique. La
cantidad de víctimas de este abominable régimen se elevó a la dramática cifra de entre cinco y
diez millones de personas asesinadas durante el dominio del soberano belga”.

“La máscara filantrópica que cubría el rostro de Leopoldo se sostuvo durante un tiempo, pero
el debate sobre lo que sucedía realmente en el Congo terminó despertando el interés de la
prensa. Leopoldo no pisó en toda su vida suelo congoleño, pero sí que visitaron el país otros
europeos y norteamericanos provistos de ética. Quedaron horrorizados con lo que vieron y
escucharon”.



IV
Dos reflexiones finales
Actualmente juristas de todo el mundo, discuten si al rey Leopoldo II de Bélgica debe ser
imputado como un genocida, al parecer después de haber asesinado a más de diez millones de
congoleses -y a toda una manada inconmensurable de elefantes- no cumple todavía con los
requisitos jurídicos para ser conceptuado como tal. En relación a Mobuto, a este sí se le
considera como genocida y autor de otros delitos menores, como la apropiación de unos
cuatrocientos millones de dólares.
Creo que la jugada histórica de Joseph Ilunga Mwepu, debe ser recordada como el heroísmo
de los humildes, que da título a esta crónica y su fotografía merece ser publicada para
preservar su memoria, en lugar de fotos de los genocidas belga y congolés que deberían ser
recordados como monstruos.

Hugo Álvarez Pífano
Diplomático con carrera de 36 años en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela
(1964-2000). Doctor en Ciencias Políticas de la Universidad de Florencia, (1958-1963); Master
en Derecho Internacional del Instituto de Formación Profesional e Investigaciones de las
Naciones Unidas (1973). Embajador de Venezuela en Guyana (1986-1990), Haití (1990-1992) y
el Reino de Dinamarca (1995-1999); Representante de Venezuela en el Programa de las
Naciones Unidas para el Medio Ambiente, Nairobi, Kenia (1983-1986), Cónsul General de
Venezuela en Río de Janeiro (1978) y Sao Paulo (1979), Brasil. Director de Tratados, Director de
América, Jefe de Gabinete. Es autor de los libros “Manual de los Tratados Bilaterales de
Venezuela” Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela (1972) y El frac, la levita y el
smoking algunas veces te apretujan. Anécdotas y escritos de rigor académico de un
diplomático venezolano de los tiempos de la democracia en Venezuela (1958-1998). Publicado
por CODEIV. Miembro Honorario del Colegio de Internacionalistas de Venezuela CODEIV,
(2022).
Interesante crónica que demuestra como el poder siempre en cualquier siempre se ha adueñado de los recursos naturales de los países no desarrollados, por cuanto éste poder sea que venga de lo político, económico, eclesiástico, y el poder comunicacional. Los pobres habitantes del Congo siempre han sido tratados como animales y para mi en pleno siglo XXl, sigue teniendo vigencia ese maltrato, si los héroes son pobres no tienen derecho hacer reconocidos y tener un lugar en la historia, tanto Mobutu como el rey Leopoldo ll de Bélgica debieron ser imputados como los genocidas del Congo sin tener consideración alguna para el rey por ser representante de la nobleza, ambos fueron animales.
Pobre gente del Congo quiera Dios algún día llegue alguien que los vea como lo que son grandes seres humanos que vinieron a tener una vida de sufrimiento. Eso no solamente ocurre en el continente africano, revisemos también nuestro continente americano con gran interés en suramericana ahora mismo a la fecha que escribo mi comentario con respecto a la crónica, están asesinando población originaria del Perú, no tienen derecho a la protesta porque son indígenas sus rasgos marcados de su origen y por mantener su cultura, no tienen derechos, no son considerados como ciudadanos por una clase social que tiene el poder político y judicial y que obtienen grandes beneficios de las trasnacionales las cuales extraen gran producción del cobre y otros recursos, igual pasa con Bolivia, Ecuador, Colombia y todos aquellos países de la región que mantengan su cultura indígena en esos países sienten vergüenza de estos ciudadanos y que los que prácticamente siguen siendo los esclavos porque sin ellos no hay producción, y también los que trabajan en las minas. Gracias a Dios que los indígenas Venezolanos siguen siendo aguerridos y se protejan entre ellos.
Apreciada profesora de rango universitario Rosalinda Calvete, me complace saludarle con afecto y responder su inteligente comentario.
Los venezolanos no estamos muy lejos de experimentar genocidio de parte de nuestros vecinos, pueblos primitivos y poco civilizados como Trinidad y Tobago. En efecto, no obstante que desde 2017 el periodismo venezolano ha denunciado los naufragios recurrentes, las alarmas se encendieron en la opinión pública a los inicios de diciembre, cuando 16 venezolanos estaban desaparecidos en altamar después de haber sido deportados de la isla de Trinidad y Tobago: las autoridades ordenaron el regreso en bote a pesar de que el clima no era favorable y los venezolanos en la embarcación no tenían agua ni provisiones para iniciar ese imposible regreso, a modo de crónica de una muerte anunciada.
En apretada síntesis, desde el año 2017, la miseria y la falta de alimentos ha obligado a los venezolanos más vulnerables por su condición económica, a buscar esperanzas de una mejor vida en algunas islas del Caribe, en particular las más cercanas: las islas A B C, Aruba, Bonaire y Curazao. En el lado oriental, nuestros venezolanos han tenido en la isla de Trinidad y Tobago, un fabuloso emporio de odio, resentimiento y maldad en contra de los nativos de Venezuela: se les encarcela, como si la llegada a un país a la búsqueda de la condición de refugiado fuese un delito; se les insulta, los hijos son separados de sus padres y colocados en jaulas, como si fueran animales y finalmente son deportados en condiciones de miseria y degradación inhumanas.
1.- Solamente me voy a dedicar a un solo caso: En los inicios de diciembre de 2020, dieciséis venezolanos fueron deportados y obligados a zarpar rumbo a su país, en un lanchón que no ofrecía seguridad, alimentación adecuada, ni asistencia médica, frente a una mar embravecida con condiciones meteorológicas adversas al viaje. Una madre con un bebé de dos meses fue deportada y obligada a realizar este viaje. El lanchón naufragó en al mar territorial de Trinidad, como era usual a los náufragos venezolanos nunca se les prestó ninguna ayuda: TODOS MURIERON.
2.- Amable lector, a este comportamiento del gobierno actual de Trinidad y Tobago se le llama en el derecho penal internacional y en el tema de los derechos humanos: GENOCIDIO. Con todo respeto a las personas que no están de acuerdo con este escrito, me permito expresarles: Adolfo Hitler y sus nazis fueron más piadosos y misericordiosos con los bebés de dos meses, que las autoridades de Trinidad y Tobago con los bebés venezolanos de esa tierna edad.