El adiós silencioso de Pololo, educador de un público para la buena música

Por Hugo Álvarez Pífano


Forsan et haec olim meminisse iuvabit: “Quizás un día nos acordemos de
esto con júbilo”. Frase del último verso de La Eneida de Publio Virgilio
Marón


Hace unos pocos años murió Leopoldo Márquez Muñoz-Tébar –Pololo- como solían llamarlo
sus amigos. Muy pocas veces hemos tenido ocasión de apreciar con justeza y reconocer en
justicia el trabajo inteligente, modesto y callado, de este hombre culto, de excelente
formación humana, orientado profesionalmente a la docencia dentro de la música
académica, quien dedicó sus mejores esfuerzos a la producción de óperas, conciertos de
música sacra y a la formación de un público en Venezuela, a través de sus magníficos cursos
de apreciación musical, en especial dentro del excelso mundo de la ópera.


1.- Manuel Caballero y los intentos de reescribir la historia de Venezuela
En los últimos días de su vida, el historiador venezolano Manuel Caballero publicó un libro de
profundidad en sus ideas y muy bien documentado en su rigurosidad histórica: Historia de los
venezolanos en el siglo XX, Editorial Alfa, Caracas 2010. Se trata de un trabajo maravilloso y
singular, cuyo mérito principal consiste en que entra de lleno en el debate llevado a cabo
recientemente en nuestro país, por los intentos de reescribir la historia de Venezuela. En
apretada síntesis, cuatro ideas constituyen el encuadre que articula el pensamiento de Manuel
Caballero: Primeramente, indica al lector que en los estados modernos, los aportes de los

civiles en el quehacer humano son más importantes y consistentes que los de los hombres de
armas; luego, nos toma de la mano y nos conduce a encontrar la esperanza que ofrece la
democracia y la política frente al caudillismo y a los cuartelazos; después, muestra que la
palabra y el análisis discursivo de los ciudadanos son la única alternativa válida ante una orden
de mando y el mero ejecútese de los autócratas. Finalmente, a manera de recordatorio, señala
que gobernar no es simplemente mandar y menos aún, hacer uso del engaño mediante una
habilidosa propaganda política.
No tengo dudas de que, si este libro hubiese sido escrito en Italia por un italiano, en el mismo
estarían presentes Federico Felini, Luchino Visconti, Michelangelo Antonioni, Vittorio de Sica,
Roberto Rosselini y tantos otros cineastas que llevaron por todo el mundo su visión del cine
como un arte. Igualmente, en sus páginas encontraríamos a Enrico Caruso, Tita Rufo, Giacomo
Lauri Volpi, Ettore Bastianini, Rossana Cartieri, Renata Tebaldi y decenas de grandes cantantes
líricos que lucieron sus voces en los más prestigiosos teatros y salas de concierto a nivel
planetario, mostrando el arte del “bel canto” italiano. No tengo dudas que estarían en ese
libro, los grandes maestros de la moda italiana, entre los mejores del mundo: Laura Biagiotti,
Mario Valentino, el inolvidable Gianni Versace, Krizia, Paola Fendi, Valentino Garavani,
Gianfranco Ferrè, Mila Shon, Giorgio Armani, Ottavio Missoni, Franco Moschino e Luciano
Soprani. En el fondo, se trata de una forma de valorar la cultura al interior de las diversas
sociedades. Entonces, ¿Por qué en un libro dedicado a los venezolanos en el siglo XX, no
aparecen cineastas, contantes líricos, poetas, compositores, científicos, maestros de las artes
plásticas, diseñadores de la moda etc., etc.? Acaso no tenemos en Venezuela personas que se
dedican a estas ramas del saber humano. ¿En un libro sobre los venezolanos en el siglo XX,
deberíamos encontrar en todas sus páginas solo a políticos y militares? Pues bien, sí tenemos
compositores de óperas, sinfonías, conciertos para guitarra, piano, violín y todos los
instrumentos musicales, cantantes, ejecutantes y grandes concertistas, directores de orquesta
y pare de contar. Ocurre que no aparecen en nuestros libros porque, al parecer, nadie se
ocupa de ellos, son figuras públicas que no generan noticias con sus hechos culturales.

Foto No. 2

2.- La muerte de Pololo pasó casi desapercibida
Ahora bien, lo que me ha movido a estas reflexiones es que la muerte de Pololo pasó casi
desapercibida, como si en la Venezuela de nuestros días no hubiese lugar para quienes
dedicaron su vida a la divulgación de la música venezolana y de los valores musicales ligados a
la misma. Se siente un gran vacío, la perdida de espacios para la cultura y sus protagonistas,
grandes, medianos o modestos. Para fines del año en curso tengo el proyecto de publicar un
libro de mi autoría: Música, músicos y público de Venezuela (hablo de un proyecto, pues
publicar un libro de música en Venezuela cuesta mucho más que invertir en un ojo de la cara)
Un capítulo del mismo lo he dedicado a Pololo, se refiere al montaje de mayor jerarquía
realizado por él: la ópera Virginia de José Ángel Montero en el Teatro Teresa Carreño. Sea
propicia la ocasión para reproducir esta parte de mi trabajo como homenaje póstumo a mi
buen amigo y colega musicólogo: Leopoldo Márquez Muñoz-Tébar.
3.- Música, músicos y público en Venezuela
Abundando un poco más sobre mi libro, pues viene al caso en la Venezuela actual, en el mismo
he seleccionado unos cincuenta y tantos artículos de prensa, crónicas y presentaciones
musicales –de unos 300 que escribí en El Nacional, como columnista de música de ese diario,
en el período 2000 al 2011- que creo pueden tener un cierto valor histórico, para mostrar a
vuela pluma, lo que ha sido en Venezuela la formación de una entera generación de músicos:
compositores e intérpretes –ejecutantes de instrumentos musicales, cantantes, directores de
orquestas y agrupaciones corales- y por qué no incluirlos, musicólogos y críticos de música y
por encima de todo esto, un público de gran interés, por lo nuestro y lo de afuera, que llenó
los teatros, auditorios y salas de conciertos, para escuchar con deleite el mensaje de una
cultura auténticamente venezolana. Todos ellos pensaron que ofrecían a su país una
contribución válida a su cultura y a su permanencia histórica como nación. Al lado de ellos,
entre mis gentes, me tocó vivir esta maravillosa experiencia, como parte de una entera
colectividad que hizo vida dentro de la existencia venezolana. Ahora, en la Venezuela de
nuestros días todo esto ha desaparecido, como sal en el agua, sin dejar rastros. Casi no nos
han quedado ni siquiera los restos flotantes de ese gran naufragio que es la Venezuela actual.
Para quienes atesoramos en nuestra memoria recuerdos felices de esa vida musical de calidad
en lo que fue nuestra Venezuela, solo nos resta repetir la frase del último verso de La Eneida
de Publio Virgilio Marón: Forsan et haec olim meminisse iuvabit: “Quizás un día nos acordemos
de esto con júbilo”. Así lo espero yo también, algún día. Gracias Pololo por tu contribución. In
Memoriam.

Foto No. 3

VIRGINIA DE JOSE ANGEL MONTERO
Montaje realizado por el Teatro Teresa Carreño y la Compañía Nacional de Opera Alfredo
Sadel, con la OSSB y el coro del TTC, en una producción ejecutiva de Leopoldo Márquez
Muñoz-Tébar y la dirección musical de Alfredo Rugeles


I
Consideraciones Generales

José Ángel Montero es el compositor vocal por excelencia en la historia de la música
venezolana, en el sentido de que sus melodías son hechas para ser cantadas. Son espontáneas,
amplias, se elevan como si estuvieran destinadas a la glorificación de la voz humana y abren
paso a todas las posibilidades emotivas del canto. Su ópera Virginia, con libreto de Domenico
Bancalari, estrenada en 1873, es una obra concebida en el molde de la ópera tradicional
italiana del ochocientos: los pasajes de coloratura evocan la atmósfera de sonidos suaves y
melancólicos de Bellini; los coros marciales despiertan emociones patrióticas, como ocurre en
las primeras óperas de Verdi; y, hay un uso efectivo de la orquesta y del coro para articular los
contrastes entre las escenas idílicas y los episodios de tensión dramática. Pero, sobre todo
esto, está siempre presente como en la ópera italiana, la belleza apasionada y pura de la voz
humana.

Foto No. 4


El montaje de Virginia realizado por el Teatro Teresa Carreño y la Compañía Nacional de Opera
Alfredo Sadel, con la OSSB y el coro del TTC, en una producción ejecutiva de Leopoldo Márquez
Muñoz-Tébar, y la dirección musical de Alfredo Rugeles, presenta a nuestro modo de ver un
grave problema: los papeles no fueron asignados a las voces adecuadas. Examinemos el
porqué de esta afirmación.

II

Los cantantes y el papel asignado a sus respectivas voces

Foto No. 5


1.- Cayito Aponte
Ha sido por espacio de dos décadas el intérprete indiscutido de los papeles de bajo bufo en
Venezuela. En esta especialidad no tiene igual. Pero el rol de Virginio, padre de la heroína, es
otra cosa. Su línea de canto es la de un bajo cantante que se mueve en todos los registros, con
un estilo bel cantista. Cuando canta “Alfin son giunto” y “Non temere, O figlia amata”, Aponte
exhibe un registro baritonal fuerte y vigoroso, pero cuando la línea melódica llega a las notas
graves del bajo profundo -el personaje severo que representa- su voz da señales de debilidad.
La bondad de Cayito está en su comicidad, nunca en la gravedad de su talante. No obstante,
fue la mejor escogencia, sin lugar a dudas se trata de un bajo histórico en Venezuela.

Foto No. 6


2.- Fernando González
Icilio vocalmente es un personaje complejo, debe tener la voz de un tenor heroico y al mismo
tiempo, la de un tenor lírico. Tiene que cantar con vigor y ser también capaz de desplegar un
canto elegiaco. En el aria “Su romani a la vendetta”, para citar un ejemplo, que primero canta
solo y luego con el coro y la orquesta, su desafío es como sobresalir por encima de todos, pero
esto no lo alcanza Fernando González. Por el contrario, en los dúos de amor con Virginia, logra
muy bien con su voz de timbre lírico, la frágil y delicada belleza melódica con que Montero
coloreó las escenas de amor en este drama. Por lo demás, Fernando Gonzáles lució

desenvuelto en su papel adecuado a su voz y nos deleitó en los pasajes de un elegante canto
lírico y sentimental que abundan en esta ópera.

Foto No. 7


3.- Pedro Carrillo
El barítono que canta Claudio, el jefe de los Decenviros, debe tener temperamento y acento
dramático, para expresar la vehemencia y el tumulto de pasiones que encierra este
atormentado personaje. Desde el Acto I, cuando canta “Nel vederla in me s’accese”, pone en
evidencia que es un sujeto de nacionalidad agresiva, que debe abordarse con un canto
declamado y fuerte en matices. Más adelante, en el aria “Dove m’inoltro”, nos encontramos
igualmente ante un canto de intenso dramatismo. Pues bien, Jorge Páez durante los ensayos
siempre estuvo fuera del personaje, con evidentes señales de cansancio vocal, hasta que se
enfermó. Él no es un barítono dramático, es un barítono lírico, de hermosa voz y gran talento.
Pedro Carrillo fue llamado de urgencia para interpretar un personaje que había estudiado muy
poco y tampoco corresponde a su voz. Esto es improvisación que no favorece al gusto por la
ópera, ni a los cantantes y mucho menos al público.

Foto No. 8


4.- El papel principal en manos de una soprano poco convincente.
La protagonista, Virginia debe ser una soprano lírica de voz extendida hacia el agudo, casi todo
el tiempo canta en una tesitura alta. No obstante, muchos pasajes requieren un canto
desplegado y lleno de intenso lirismo. La soprano escogida para este difícil papel no llena todas

estas condiciones, sin embargo, tenemos la impresión que el personaje es demasiado agudo
para su voz. De hecho, en el aria más importante, “E una voce in cor segreta”, sus agudos no
tuvieron la misma solvencia y consistencia tonal, que su bello fraseo musical ejecutado en los
otros registros. En todo caso, su interpretación fue honesta, pero no convincente. Hizo una
Virginia de muy bajo compromiso.

Foto No. 9


5.- Luis Sarmiento y Amelia Salazar son cantantes logrados, que estuvieron por encima de los
roles comprimarios que les fueron confiados. Ellos están para papeles de mayor importancia.
En definitiva, hemos presenciado un reparto de buenos cantantes, a los que no se les tomó en
cuenta las características de su voz a la hora de asignarles sus papeles. SE TRABAJÓ CON LO
QUE SE TUVO A DISPOSICIÓN AL MOMENTO.

Foto No. 10

6.- El director de escena Giovanni Reale trata a los personajes con una gravedad solemne que
los hace lucir irreales, aún para la Roma del 400 AC. No obstante, demuestra habilidad en el
movimiento de grupos y en lograr composiciones de notable belleza plástica. Nos dejó ver que
es uno de los mejores coreógrafos de ballet –una de sus tantas habilidades- y director de
escena, que existe en nuestro país.
III
Ahora, lo mejor de este montaje

1.- La producción ejecutiva de esta ópera estuvo a cargo de Leopoldo Márquez Muñoz-Tébar,
Pololo como lo suelen llamar sus amigos, su trabajo fue estupendo: él logró conseguir los

recursos económicos, contratar los cantantes –algunos de ellos traídos del exterior como el
barítono larense Jorge Páez, residenciado en España, quien sufrió quebrantos de salud y tuvo
que ser sustituido a pocos días del estreno- coordinar la fabricación de la imponente
escenografía de la Roma imperial, inspeccionar el vestuario de época: sandalias, capas,
armaduras, yelmos, espadas y pare de contar, y por último, coordinar la grabación del video y
la cinta sonora para la edición de un DVD que se ofreció al público, sin pago alguno. Muy pocas
veces hemos tenido ocasión de apreciar con agrado y reconocer en justicia el trabajo
inteligente, modesto y callado, de este hombre culto, de excelente formación humana,
orientado profesionalmente a la docencia dentro de la música académica, quien ha dedicado
sus mejores esfuerzos a la formación de un público en Venezuela, a través de sus magníficos
cursos de apreciación musical, en especial dentro del excelso mundo de la ópera.
Congratulaciones Pololo por esta espléndida realización.

Foto No.11


2.- Enrique Berrizbeitia ha sido el responsable de la escenografía de este montaje. En pocas
oportunidades en Venezuela hemos podido apreciar un trabajo arquitectónico de talento
como el que nos ofrece este arquitecto caraqueño, con estudios en la especialidad realizados
en Italia: una reconstrucción de la Roma Imperial. Hemos tenido ante nuestros ojos “la domus
romana” (la casa familiar) un núcleo principal constituido por el atrio o patio cubierto, con una
abertura cuadrada en el techo para que entrara la luz y la lluvia. Esta se recogía en un pequeño
estanque, “el impluvium”, colocado en el centro del atrio. Fue impresionante ver, como a
partir de un juego de luces el agua se movía y generaba frescura. Por otra parte, los romanos
fueron un pueblo esencialmente militar, disfrutaron en la obsesión de los triunfos de sus
generales y de sus ejércitos. Vivieron del saqueo, el robo y la rapiña. A está mentalidad
obedecen los trofeos, las columnas conmemorativas y los arcos de triunfo. Berrizbeitia ofrece
a cada instante una imagen grotesca de la vida militar romana, a través de estos símbolos.

Foto No.12

3.- Igualmente, los decorados son estupendos y lo que los hace más impactantes es el juego de
iluminación del tablero de Asdrúbal Urdaneta. Las luces se mantienen en transición constante
siguiendo la atmósfera musical. Esta técnica nos ha hecho recordar, que en la iluminación la
belleza no está localizada, puede estar en cualquier parte, siempre que se sepa como iluminar
adecuadamente y con buen gusto.

Foto No. 13


4.- El trabajo de Alfredo Rugeles, el director musical, es extraordinario, nos ofrece una
orquesta contenida, con un sonido hermoso y mesurado, que deja expresarse a los cantantes y
logra cuajar la delicada y bella atmósfera de los interludios de Montero.

Fotografías:
1.- Leopoldo Márquez Muñoz-Tébar, Productor Ejecutivo de la ópera Virginia. Foto de
presentación.
2.- Los maestros de la moda italiana frente al duomo de Milán: Partiendo de izquierda a
derecha: Laura Biagiotti, a su lado Mario Valentino, después el inolvidable Gianni Versace,
Krizia, Paola Fendi, Valentino Garavani, Gianfranco Ferrè, Mila Shon, Giorgio Armani, Ottavio
Missoni, Franco Moschino e Luciano Soprani.
3.- José Ángel Montero, compositor de la primera ópera venezolana: Virginia
4.- Primo Casale, quien rescató la ópera Virginia olvidada durante muchos años
5.- Cayito Aponte, un bajo inolvidable en los papeles de comicidad
6.- Fernando González, tenor lírico de hermosa voz y grata consistencia tonal
7.- Pedro Carrillo, barítono con una sólida carrera en Italia
8.- Jorge Páez, barítono de Barquisimeto, para la época residenciado en España
9.- El barítono Luis Sarmiento, cuajó con los colores adecuados la gravedad de su personaje
10.- Enrique Berrizbeitia, arquitecto y escenógrafo muy reconocido en Venezuela
11.- Asdrúbal Urdaneta, maestro en la iluminación de efectos sorprendentes

12.- Giovanni Reale, escenógrafo de gran habilidad en el manejo de grupos
13.- Alfredo Rugeles, “Maestro Concertatore” de un montaje maravilloso
14.- Una vista a los cursos de formación musical de Pololo

Foto No.14

HUGO ALVAREZ PIFANO
Diplomático con carrera de 36 años en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela
(1964-2000). Doctor en Ciencias Políticas de la Universidad de Florencia, (1958-1963); Master
en Derecho Internacional del Instituto de Formación Profesional e Investigaciones de las
Naciones Unidas (1973). Embajador de Venezuela en Guyana (1986-1990), Haití (1990-1992) y
el Reino de Dinamarca (1995-1999); Representante de Venezuela en el Programa de las
Naciones Unidas para el Medio Ambiente, Nairobi, Kenia (1983-1986), Cónsul General de
Venezuela en Río de Janeiro (1978) y Sao Paulo (1979), Brasil. Director de Tratados, Director de
América, Jefe de Gabinete. Es autor de los libros “Manual de los Tratados Bilaterales de
Venezuela” Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela (1972) y El frac, la levita y el
smoking algunas veces te apretujan. Anécdotas y escritos de rigor académico de un
diplomático venezolano de los tiempos de la democracia en Venezuela (1958-1998). Publicado
por CODEIV. Miembro Honorario del Colegio de Internacionalistas de Venezuela CODEIV,
(2022).


1 comentario en “El adiós silencioso de Pololo, educador de un público para la buena música”

  1. Saludos, importante Crónica donde resalta el papel de grandes personajes en la música, la lirica y del arte, sin embargo la historia no ha destacado su rol y su influencia que han podido dejar en la sociedad. Considero importante su proyecto en escribir y publicar un libro donde se resalte el trabajo y la importancia de estos personajes, así también será un documento para estudiantes y todos los involucrados en el género de la música y otras artes.

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