Con el asesinato de Colosio se frustraron muchas esperanzas de cambio en México
El 6 de marzo de 1994, Luis Donaldo Colosio le hablaba a México. Con el enorme simbolismo de estar en el Monumento a la Revolución en la capital del país y ante un nutrido grupo de personas, el líder político manifestaba una posición que permitía a los habitantes de su nación soñar con una visión distinta y con un escenario de cambio. Con un gran sentido señalaba que había llegado la hora de cambiar y de entender que la historia servía para cimentar la realidad, pero que era pertinente asumir los errores e iniciar una nueva era.
A los días, en Tijuana, una bala asesina, junto con un manejo inapropiado y poco claro del caso, acabó con la vida del hombre que estaba llamado a impulsar una transformación profunda de todos los ámbitos sociales, eliminando los errores y los desaciertos cometidos, enderezando el camino con la profundización de los grandes aciertos y promoviendo la irrupción de la humildad, el pluralismo y el entendimiento como variables que tenían que prevalecer.
En el acto de masas, Colosio hizo un descarnado ejercicio de reflexión en el que manifestó que la ciudadanía tenía hambre y sed de justicia y que era pertinente escuchar, frente a las consignas y la cotidianidad, el reclamo de millones que querían vivir mejor y que no encontraban respuestas ante el divorcio y la altanería de quienes ejercían cargos públicos, pero no servían a las mayorías. Además, con una determinación absoluta, dijo que era fundamental la institucionalización del país para acabar con cualquier atisbo de autoritarismo.
En su alocución, Luis Donaldo Colosio, con una gran gallardía y actuando incluso como una figura que cuestionaba el proceder y la conducta del gobierno que lo promovía y de su propio partido, mencionaba lo perentorio que era un viraje que incrementara el empleo, aumentara la productividad, diera respuesta rápida a las demandas sociales, trabajara en la reducción de las brechas e invirtiera en la educación. Sin lugar a dudas, era la propuesta que México requería para dejar atrás una manera de proceder y se iniciara la pavimentación de un camino al desarrollo que se nutriera de una historia de gloriosos aprendizajes, pero también de las reflexiones en torno a lo pendiente.
Entre el histórico acto y su asesinato, transcurrieron apenas días. Su discurso quedó como un documento ferviente para la historia de lo que debe ser la política, un servicio público para desmontar las arrogancias y mezquindades, execrar a los que se lucran y no atienden al colectivo y que no permiten el tránsito a mejores destinos. El sueño de Colosio puede ser la guía para motivar a pensar distinto, construir sociedades de justicia y alcanzar la verdadera libertad, que no es otra cosa que la democracia plena.
Internacionalista UCV, Doctor en Ciencias Sociales. Director de la Escuela de Estudios Internacionales de la UCV
@luisdalvarezva