Felix G. Arellano

El outsider de Perú

Por Félix Gerardo Arellano El cansancio y desasosiego político que se vive en muchos países democráticos,alimentan la tendencia de la antipolitica, que podríamos resumir bajo la lapidariaexpresión “que se vayan todos”. Se buscan “caras nuevas, no contaminadas” por lapracticas políticas, la célebre figura del outsider.El radicalismo, el populismo y la polarización se presentan como banderasfundamentales en el rechazo a los partidos y a los políticos tradicionales, tendencia quese expande ampliamente, gracias a las nuevas tecnologías de la comunicación política,en particular las redes sociales. Pero en términos generales, los resultados que seaprecian de algunas experiencias de las nuevas caras son decepcionantes.Las nuevas caras asumen discursos que estimulan pasiones y conquistan fanáticos.Ambiciosos y fraudulentos proyectos de trasformación de la política y del país. Una delas banderas es la lucha contra el flagelo de la corrupción y, en ese contexto,desarrollan la tesis que presenta a la política tradicional como una organización decómplices, con plena impunidad; situación exagerada, sobre la que insisten paradesplazar a los políticos y debilitar las instituciones.Muchas de las nuevas caras tienden a ser efímeras, en su mayoría no cuentan conformación ni experiencia política, pues precisamente esos valores los descalifican.Algunos aprovechan que han logrado un protagonismo, particularmente mediático quele garantiza algún respaldo popular de inicio. Pero eso no es tema que preocupe, puescon las tecnologías, el capital y una cara nueva, se construye un candidato y con laantipolitica se va preparando el terreno.Se cuestiona a los políticos tradicionales su desconexión de la grave situación queenfrentan las mayorías pobres y excluidas; empero, muchas de las nuevas carastampoco tienen mayor vinculación, ni conocimiento sobre la dramática situación de lapobreza. Son figuras que hacen de la política un negocio, una competencia de ego, unabanalidad.En este contexto, el caso peruano es digno de reflexión, pues la crisis de la política ylos políticos se viene desarrollando desde hace algunos años. Los partidostradicionales se han debilitado sensiblemente y algunos han desaparecido de la escenapolítica, el país vive una creciente fragmentación del espectro político, con elsurgimiento de diversos grupos muy efímeros, que se forman por un proceso electoralespecifico, sin mayor formación doctrinaria, ni trabajo con el electorado.Al respecto conviene destacar que, en la primera vuelta de la elección nacional(11/04/2021), en la que salen vencedores las dos tendencias radicales peruana; poruna parte, la Sra. Keiko Fujimori del Partido Fuerza Popular y, por la otra, PedroCastillo del partido Perú Libre, de tendencia marxista, la boleta electoral contemplaba20 candidatos, la mayoría de ellos sin liderazgo nacional, ni mayor formación política. A las elecciones generales del 2021 se llega en un contexto de inestabilidad política,con 5 presidentes desde el 2016: Pedro Pablo Kuczynsk (2016-2018), Martin Vizcarra(2018-2020), Manuel Merino (2020), Francisco Sagasti (2020-2021); y con la mayoríade los expresidentes vivos sujetos a investigaciones judiciales, dos de ellos condetención (Alberto Fujimori y Ollanta Humala) y uno se suicida antes de ser detenido ensu propia residencia (Alan García).Por otra parte, un poder legislativo altamente cuestionado, que ha abusado de lasfacultades constitucionales, en particular con la aprobación de la moción de vacancia,que permite la destitución del presidente, con el requisito fundamental de logra elmínimo de 87 votos de los 130 miembros del Congreso.En la segunda vuelta de las elecciones del 2021, triunfa la cara nueva y nocontaminada de la política peruana, el outsider de Pedro Castillo, sin mayor formaciónpolítica, un limitado liderazgo gremial en la zona de Cajamarca; empero, desde losmitos de la anti política, libre de la contaminación que representa la dinámica política deLima. Candidato por circunstancias fortuitas, ante la inhabilitación de Vladimir Cerrón eljerarca del partido Perú Libre, con un programa de gobierno anacrónico de contenidomarxista.Los resultados de la contienda electoral resultaron fuertemente cuestionados por lossectores conservadores, que poco trabajan con la población, particularmente con losexcluidos, que son muchos en el Perú, y que aspiran ganar las elecciones por laexperticia técnica que disponen. Partidos democráticos que en la mayoría de los casosse mantienen como burbujas desconectadas de la dramática situación de la población,en estos momentos agravada por las consecuencias sociales de la pandemia del covid-19.El órgano electoral peruano consolidó su autonomía y confirmó el triunfo electoral dePedro Castillo, una pequeña diferencia, que generó un lamentable resultado, en el queparticipó mucha población pobre del Perú. Al respecto, resulta lamentable oírdeclaraciones que asumen que el triunfo de los radicales en las elecciones nacionales,es producto del respaldo de fuerzas internacionales, desconociendo y menospreciandoel sentimiento de la población marginada y excluida, que vota con la esperanza que susituación va cambiar producto de la nueva política radical, para luego enfrentar la grandecepción.Con la cara nueva de Pedro Castillo Perú ha vivido año y medio de un desgobierno,una profunda incapacidad para construir gobernabilidad, sin estrategia, ni objetivos detransformación, solo concentrado en mantenerse en poder, pero sumando erroresprogresivamente. En el corto periodo de gobierno circularon cinco primeros ministros yen consecuencia cinco gabinetes y más de 80 ministros. Pero debemos recordar queun buen número de los promovidos a cargos ministeriales contaban con expedientes einvestigaciones que adelantaban el rechazo de parte del Congreso. Algunos de los renunciantes que dieron sus declaraciones coinciden en lo inaccesibledel Presidente, rodeado de un circulo de incondicionales. En este proceso también haacumulado 6 investigaciones fiscales que los vinculan con actos de corrupción.No podemos desconocer que el Congreso también ha jugado una rígida actitudobstruccionista, en ese contexto, cabe destacar que negó la autorización para viajesinternacionales importantes para el país: i) asistir a la toma de posesión del PresidenteGustavo Petro en Colombia (04/08/2022/); ii) una gira por Europa que incluía la visita alPapa Francisco (12-18/10/2022); iii) participar en la Cumbre de la Alianza del Pacificoen México (24-26/11/2022). Una posición lamentable, pues más que afectar alPresidente aislaba el país.El tema más sensible en la relación entre los poderes Ejecutivo y Legislativo, tiene quever con la moción de vacancia, un mecanismo que tiende a resultar demasiado flexibley, en algunos casos irresponsable, para destituir el Presidente de la Republica, pero nole resultó tan fácil al Congreso lograr la destitución del Presidente Castillo, debido a sumarcada fragmentación, donde ningún partido político tiene una fuerza decisiva, obligaa unas complejas negociaciones, que en el caso

Una carta desalentadora

Por Félix Gerardo Arellano La integración económica se mantiene en la agenda política de la región y, en estos días, ha logrado un renovado protagonismo, por la carta que, entre otros, un conjunto de expresidentes (7), excancilleres (11) y exministros (15), han enviado a varios Presidentes en ejercicio de la región (14/11/2022), con el objetivo de reactivar la desahuciada UNASUR, incorporando una serie de propuestas interesantes, conocidasy reiteradas; orientadas a viabilizar y fortalecer el proceso de integración; empero, al profundizar en la misiva se aprecia un sesgo desequilibrado, generando algunas contradicciones. En el plano formal, la difusión del documento se ha caracterizado por desorganización y poca transparencia, lo que ha facilitado la manipulación de algunos gobiernos. Los organizadores no realizaron un acto público de presentación, lo que permitió que, en algún caso, algún gobierno la presentará como una carta remitida con exclusividad. Ese ha sido el caso en Venezuela, donde algunos medios difundieron el documento como una comunicación exclusiva para nuestro país, pero en realidad es un texto colectivo. Ahora bien, sobre Venezuela la carta ha debido incluir una sección especial, que resaltara las negativas consecuencias para la integración económica regional, de unas decisiones equivocadas, como el retiro de la Comunidad Andina, del Grupo de los Tres y el estancamiento de los pocos acuerdos vigentes con otros países de la región, en particular, la falta de adecuación a las complejas circunstancias que enfrenta el país. Adicionalmente, en la carta se ha debido denunciar la política de exoneraciones que se ha desarrollado en los últimos años, que paraliza los esfuerzos de la integración económica. Cualquier exportador al mercado venezolano, prefiere utilizar el decreto de exoneraciones, que le permite entrar al mercado nacional libre de aranceles y sin cumplir ninguna normativa adicional, en detrimento de la producción nacional.Por el contrario, en los esquemas de integración económica, para gozar de la eliminación de los aranceles, se debe cumplir con las normas de origen, las normas técnicas y de calidad y, las aduanas nacionales son responsables del cumplimiento de las normativas. El decreto de exoneraciones conlleva desventajas tanto para la producción nacional, como para cualquier esfuerzo de integración económica. Como se puede apreciar, Venezuela no registra el mejor expediente en materia de integración y, los promotores de la carta han debido realizar un llamado para superar tal situación. Adicionalmente, sobre aspectos formales, llama la atención el caso de Brasil, pues la carta fue remitida al Presidente electo Ignacio Lula Da Silva, quien asumirá tales funciones el primero de enero del próximo año. Los aspectos formales van engrosando las contradicciones. Conviene destacar que la carta enfatiza la importancia de la pluralidad, como una regla fundamental para lograr la estabilidad del proceso de integración. Ahora bien, al excluir al Presidente Jair Bolsonaro, en pleno ejercicio de sus funciones, se está generando un sesgo discriminatorio que, por cierto, caracterizó la gestión de gobierno de algunos de los firmantes. Los promotores de la carta seguramente alegan que al Presidente Bolosonaro le quedan pocos días en el cargo, pero no sería extraño que el tema ideológico se encuentre sea la causa de la decisión, desplazando el objetivo pregonado de respetar la pluralidad. Entrando en temas de fondo, en la carta se resalta la necesidad de promover la convivencia en el contexto de la diversidad, principio fundamental de las relaciones internacionales, empero, en varias oportunidades destacan que, gracias a los nuevosgobiernos electos en Chile, Colombia y Brasil, ahora será posible avanzar en la integración. Debemos observar que la realidad no confirma tal afirmación, recordemos que la experiencia previa de la ola roja en la región no generó mayores beneficios a la integración; por el contrario, ha dejado un panorama desolador, de estancamiento y desintegración. La insistencia en la importancia de la coherencia ideológica para avanzar en el proceso, desvirtúa los buenos propósitos a favor de la pluralidad y hace evidente el sesgo desequilibrado. No podemos desconocer que el enfrentamiento y la polarización ideológica, ha sido uno de los factores que limitan los avances en la integración. En la medida que se incrementa el clima ideológico, se estacan los esquemas de integración existentes. Adicionalmente, se promovieron nuevos esquemas, caracterizados por una marcada visión ideológica, que han generado fragmentación y desintegración.Cuando los gobiernos de varios de los expresidentes firmantes promovían proyectos como la Comunidad Suramericana de Naciones, sustituida por la UNASUR, la ALBA y la CELAC; se relegaban instituciones ya existentes como la ALADI y el SELA. En el caso de la ALADI, su acuerdo fundacional, el Tratado de Montevideo de 1980, contempla entre sus objetivos: la convergencia regional de los diversos proyectos de integración, la apertura al comercio intrarregional y la posibilidad de avanzar en múltiples áreas que los gobiernos podían aprobar. En relación al SELA, desde su creación (1975) tiene previsto el desarrollo de la cooperación intrarregional y la coordinación de posiciones regionales frente al mundo, en particular, frente a los Estados Unidos y otras economías desarrolladas, empero, por razones políticas, ideológicas y mediáticas se promovió un nuevo esquema como la CELAC, argumentando que cumpliría otras funciones eminentemente políticas, pero los resultados evidencian fragmentación y duplicación de esfuerzos. El comentario que sobre PROSUR presenta la carta; “PROSUR no pasó de ser un emprendimiento improvisado y precario, con nulas capacidades operativas como quedó demostrado con su total inoperancia”, confirma el sesgo desequilibrado, pues con objetividad, las experiencias de la ALBA, UNASUR y la CELAC podrían definirse en los mismos términos, pero en la son presentadas como importantes proyectos. Debemos reconocer que la carta no evidencia una actitud autocritica y un real propósito de enmienda. Al respecto, en el texto se enfatiza sobre la necesidad de la inclusión de todos los sectores de la sociedad para la construcción de la integración, en particular, el empresariado, los gremios, los sindicatos, las ONG. Al abordar esos temas, ha podido ser una oportunidad para la autocrítica, pues los gobiernos radicales de algunos de los firmantes, se caracterizaron por una marcada exclusión y descalificación de quienes piensan diferente. La carta resalta la grave situación social

Zona de contradicciones

Por Felix Gerardo Arellano El indo pacifico se posiciona como el epicentro de la geopolítica mundial, desplazando el atlántico y, en gran medida, a los valores liberales occidentales, particularmente las libertades, la democracia y los derechos humanos. Su crecimiento económico e innovación tecnológica han sido impresionantes, logrando una influencia decisiva en las cadenas globales de valor. Adicionalmente, su impresionante desarrollo se ha acompañado de la conformación de una red de instituciones orientada a fortalecer los vínculos económicos y la cooperación; empero, en los últimos años, crecen los focos de tensión en el área, generando la sensación que la zona podría dar origen a una gran conflagración de consecuencias impredecibles. En la consolidación de la globalización económica, el protagonismo del área del indo pacifico ha sido determinante. Unos 38 países que representan aproximadamente el 44% de la superficie mundial, el 65% de la población del planeta y se calcula que un 62% del PIB mundial. Albergando cinco de las potencias mundiales: Estados Unidos, China, Japón, India y Rusia. Geográficamente comprende puntos estratégicos para la economía y el comercio internacional, tales como los estrechos de Malaca, Ormuz y Bab el-Mandeb. En principio, el ritmo de crecimiento económico y tecnológico se concentró en el área del pacifico, destacando el acelerado progreso de Japón y de los llamados “tigres del Asia” de la primera generación, conformado por Corea de Sur, Taiwán, Hong Kong y Singapur; y los de la segunda generación: Malasia, Indonesia y Tailandia. Posteriormente la India fue descollando en el plano económico, convirtiéndose en una potencia emergente, miembro del grupo de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Cabe recordar que Deng Xiaoping, el constructor de la China comunista moderna, resaltó a Rajiv Gandhi como Primera Ministro (hijo de la célebre ex primera ministra Indira Gandhi), la importancia de la India para la zona. Para tratar de superar las desconfianzas mutuas producto, entre otros, de la visión suma cero que caracteriza la rígida interpretación la soberanía, algunos países de la zona promovieron la construcción de instituciones orientadas a fortalecer la cooperación y la integración, es el caso de la Asociación de Naciones de Asia Sudoriental (ASEAN, por sus siglas en ingles), conformada por cinco países fundadores: Filipinas, Indonesia, Malasia, Singapur y Tailandia en 1967; a la que luego se sumaron otros cinco países: Birmania, Brunei, Camboya, Laos y Vietnam. Otro esquema de carácter informal, importante para la coordinación de posiciones en un escenario tan heterogéneo, fue la creación del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacifico (APEC, por sus siglas en inglés), conformado por 21 países miembros en 1989. Pero además de la suspicacia que genera las visiones rígidas de la soberanía, fueron creciendo diferencias y resistencias producto de enfrentamientos ideológicos. Primero, producto de la guerra fría entre los Estados Unidos y la vieja URSS; luego, estimulados por la creciente competencia por la hegemonía y el liderazgo regional, entre los Estados Unidos y el meteórico ascenso de China como potencia. Tal competencia está incrementando la desconfianza entre los países del indo-pacifico y genera sus consecuencias  en el plano institucional en diversas áreas. Al respecto cabe destacar que, desde finalizada la Segunda Guerra Mundial, en el incipiente ambiente de la guerra fría, se suscribe el Tratado Anzus, entre Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda en 1951, para promover la seguridad e inteligencia en el pacifico. Otro acuerdo relevante en el marco del enfrentamiento este/oeste ha sido el llamado “Five Eyes Alliance”, una alianza en temas de seguridad e inteligencia, integrada por Australia, Canadá, Estados Unidos, Nueva Zelanda y el Reino Unido, creada desde los inicios de la guerra fría, que se conoció públicamente en 1990.  Pero el ambiente de tensión se ha exacerbado en los últimos años, producto del giro más agresivo en la política exterior china, impulsado por el Presidente Xi Jinping, Una política de expansión más directa, dura y global, que tiene su máxima expresión en el ambicioso proyecto de la Nueva Ruta de la Seda, que abarca los cinco continentes, con más de cien países incorporados. Una nueva política expansionista que, en los últimos años, está privilegiando el fortalecimiento de su fuerza militar y evidencia que se agotó el tiempo de la prudencia y el “soft power”. Actualmente, la amenaza militar china se presenta en varios focos, entre otros, en el mar del sur, la frontera con la India y, en particular, frente a Taiwán. El enfrentamiento geopolítico también ha permeado el plano económico e institucional; en tal sentido, el gobierno de los Estados Unidos, durante la presidencia de Barack Obama, trabajo arduamente para la conformación del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, que finalmente fue suscrito por doce países en febrero del 2016. Una zona de libre comercio, con el objetivo político de servir de muro de contención ante el impresionante ascenso de la hegemonía china en la zona; empero, el Presidente Donald Trump, al llegar a la presidencia, decidió el retiro de los Estados Unidos del acuerdo, el 23 de enero del 2017. El error estratégico del Presidente Trump fue aprovechado de inmediato por el gobierno chino, que se concentró en la conformación un acuerdo económico profundizado, que algunos definen como ASEAN+5; es decir, los 10 miembros de la ASEAN más Australia, China, Corea del Sur, Japón y Nueva Zelanda. Formalmente denominado Asociación Económica Integral Regional (RECEP, por sus siglas en ingles), firmado en la Cumbre de la ASEAN el 15 de noviembre del 2020, aún en proceso de ratificación por varios países signatarios. En oposición y para tratar de fortalecer el liderazgo de los Estados Unidos en la zona, el Presidente Joe Biden ha propuesto la creación de un esquema flexible de cooperación en diversas áreas, definido como Marco Económico del Indo-Pacifico para la Prosperidad (IPEF, por sus siglas en ingles), inicialmente integrado por 13 países de la zona, iniciativa que ha presentado en el marco de la Cumbre de la QUAD, efectuada en Japón en mayo del presente año. En el plano político, militar y de seguridad, Estados Unidos ha actuado más activamente y, al presente, ha

Enfrentando los oscurantismos

Por Félix Gerardo Arellano Porras El autoritarismo en sus diversas expresiones crece en el mundo, tanto la institucionalidad democrática, como los valores liberales enfrentan serias amenazas y resulta sorprendente el apoyo, en particular de jóvenes, a los discursos manipuladores de los radicalismos y populismos, edulcorados de nacionalismos, exclusión y xenofobia; pareciera que, en la mayoría de los casos, juegan como fichas ingenuas del autoritarismo, que los utilizan para llegar al poder y luego les reprimen sus reclamos de libertad. Frente a las perversas tendencias autoritarias, resulta fundamental difundir, apoyar hasta donde nos resulte posible y crear consciencia, sobre la lucha heroica que, mayorías libertarias anónimas, poniendo en riesgo sus vidas, están desarrollando, entre otros, en Irán (fundamentalmente mujeres jóvenes), Cuba y Ucrania; para lograr establecer libertades e instituciones que garanticen el respeto de los derechos humanos fundamentales; en esencia, mejores oportunidades de vida, empero, la reacción gubernamental es una brutal represión. Estamos conscientes que la historia no se repite, pero, pareciera que nos remontamos a los inicios de la modernidad, en la lucha contra el oscurantismo. En estos casos nos enfrentamos con regímenes que promueven ignorancia, miseria, hambre; a los fines de lograr el control social. El autoritarismo cargado de historicismo, racismo, nacionalismo; avanza promoviendo polarización, exclusión y destrucción. Los textos oficiales pueden ser religiosos o viejos manuales de una nomenclatura privilegiada que se autodefine como la revolución del proletariado; pero, indiferente del formato, los autoritarismos coinciden en la conformación de un aparato represivo que amedrenta, persigue, tortura e incluso elimina a los críticos y la crítica, que crece de forma exponencial en el marco de las arbitrariedades y la pobreza. La barbarie que están enfrentando seres humanos ansiosos de cambios y libertades en estos momentos debe formar parte de las lecciones que debemos asumir y difundir. Resulta inaceptable el silencio complaciente y cómplice, ante la magnitud de las violaciones de los derechos humanos, de organizaciones como el Foro de San Pablo o el Grupo de Puebla, o posiciones como las asumidas por los Presidentes de México, Argentina, Bolivia e incluso Brasil amparados en una falsa soberanía y autodeterminación. El silencio se hace parte de la guerra hibrida que promueve la geopolítica del autoritarismo, contra las instituciones liberales, difundiendo falsas narrativas con aires de humanismo y turbias retoricas de liberación, lucha anti sistema o simple relativismo cultural; para atraer ingenuos y generar inestabilidad en los países democráticos. En el mundo se debe apreciar que la cruel dictadura en Corea del Norte ha sometido a su pueblo a continuas hambrunas y permanente represión, para perpetuar una cúpula en el poder; por el contrario, al frente nos encontramos con el caso de Corea del Sur que, bajo un sistema de libertades, avanza como potencia económica. con una envidiable prosperidad. Al analizar cuidadosamente la evolución de la economía cubana, se puede apreciar como la dictadura comunista, para perpetuarse en el poder, fue eliminando progresivamente cualquier vestigio de emprendimiento individual, destruyendo la riqueza para generar pobreza que se pueda fácilmente someter al control social, siempre utilizando narrativas manipuladoras. El romanticismo revolucionario que aún logra apoyos en el mundo, algunos en las comodidades y libertades del primer mundo, orgullosos de un supuesto heroísmo revolucionario caribeño, sin querer profundizar en el desastre y la farsa. El Presidente Vladimir Putin desde su cúpula autoritaria cultiva el anacrónico discurso de la Rusia imperial, una visión terrófaga y ultra conservadora, que goza del respaldo en algunos grupos políticos del país, indiferentes a la farsa del discurso y sus lamentables consecuencias sociales. Los nacionalismos y las supremacías étnicas que pueden peligrosamente desembocar en limpiezas étnicas. El Presidente Putin y las minorías que lo respaldan solo atienden a sus intereses de poder, por eso, ante los progresivos fracasos en la invasión a Ucrania, han entrado en una fase de desesperación peligrosa para Rusia y para el mundo. El irresponsable chantaje nuclear frente a occidente, tiene que encender las alarmas en el mundo y sumar a todos los defensores de la dignidad humana en esta lucha contra el oscurantismo iliberal que avanza en el planeta. Debemos estar alertas ante la guerra hibrida del autoritarismo contra los valores liberales, en particular el intrincado caso del expansionismo chino, que se presenta como el defensor del libre mercado en el Foro Económico de Davos y en la Organización Mundial del Comercio y promueve la tesis de la eficiencia de la democracia de partido único, menospreciando las libertades y, para perpetuar la camarilla en el poder, reprime la protesta, que se está presentando previo al inicio del Congreso del partido comunista, desprecia las minorías, estrangula a Hong Kong, amenaza a Taiwán y a la mayoría de sus vecinos en su dura carrera expansionista. Adicionalmente, el expansionismo chino desarrolla un discurso antisistema que tiene respaldo en muchos gobiernos de los países en desarrollo, que logran el rápido apoyo económico, particularmente financiero, que se presenta inicialmente sin condicionalidades, pero luego la situación se va sincerando y se conforma un modelo primario exportador, donde China consume las materias primas y exporta las manufacturas, aquello que la izquierda cuestionaba en el marco del capitalismo y ahora ignora frente al comunismo chino con una solidaridad mecánica que evidencia complicidad. Mucha protesta social en las democracias latinoamericanas sirve la mesa al falso discurso del autoritarismo. Un caso representativo, la lucha indígena es legítima, forma parte de un drama histórico de exclusión y mal trato en la región, pero Evo Morales hace del problema estructural la bandera para perpetuarse en el poder y en estos momentos desarrolla una dura lucha por el control del partido y, con ello garantizar su próxima candidatura presidencial. Pero enfrentar los oscurantismos que nos acechan, conlleva un nivel de complejidad, pues implica, entre otros, un arduo trabajo en el mundo de los valores y de la conciencia. Impacta ver grupos de jóvenes destruyendo las instituciones democráticas y los valores liberales y la infraestructura de sus países, amparados en una supuesta lucha contra el imperio. Muchos reclamos legítimos, pero el vandalismo es parte de la estrategia expansionista del

Chile en la encrucijada

Por Félix Gerardo Arellano Porras El contundente rechazo del pueblo chileno con un 62%, al proyecto de una nueva Constitución, en el plebiscito efectuado el pasado 04 de septiembre, que contó con una masiva participación del 85% del padrón electoral (la votación era obligatoria), representa un punto de inflexión que conlleva, entre otros,  transformaciones en la dinámica política interna de Chile, con un gobierno que apenas llega a los seis primeros meses de gestión; pero también para la región en su conjunto, toda vez que evidencia cómo el pueblo, no obstante las manipulaciones que enfrenta, particularmente con las nuevas tecnologías de las comunicaciones, puede reaccionar contra los radicalismos ideológicos. Promover una nueva Constitución y optar por el mecanismo de una asamblea constituyente originaria, sin vinculación con la institucionalidad existente, en particular el poder legislativo, fue la salida política que se negoció para calmar las profundas protestas sociales del 2019, decisiones consagradas en el Acuerdo por la Paz (15/11/2019), suscrito por la gran mayoría de organizaciones políticas chilenas, con la excepción del partido comunista y algunos miembros del Frente Amplio de izquierda. Cumpliendo la hoja de ruta establecida, en las consultas efectuadas el 25 de octubre del 2020, la propuesta de adoptar una nueva Constitución logró un respaldo del 78% y el carácter originario de la asamblea constituyente un 79% de los votantes. Luego, se avanzó en la selección de los 155 miembros de la constituyente, conformada de forma paritaria en términos de género, quienes fueron electos popularmente los días 15 y 16 de mayo del 2021. Todo este complejo proceso de consultas asignó especial legitimidad al proceso de transformación política del país y, en buena medida, ha contribuido a superar la grave crisis de gobernabilidad que generaron las protestas sociales del 2019. Los 155 constituyentes electos fueron presentados como una mayoría independiente, precisión que, al subrayarse, pone de manifiesto el ambiente de rechazo a la política y a los políticos tradicionales. La exclusión del poder legislativo dentro del proceso, también evidencia el ascenso de la antipolitica en la sociedad chilena. Se resaltaba la independencia de los constituyentes, sin hacer referencia a la falta de experiencia en temas políticos y particularmente jurídicos, elementos fundamentales para desarrollar la ambiciosa tarea de construir una nueva Constitución. Situación que ha quedado en evidencia, al presentar un documento de 178 páginas, 388 artículos y 54 normas transitorias; cargado, en gran medida, de incoherencias, contradicciones y lagunas; por otra parte, en algunos temas, parecía más un reglamento que un texto constitucional. Ante la evidencia de las debilidades del documento, el alto gobierno chileno, superando diferencias internas, se decantó por el respaldo; empero, adicionalmente informó al país que luego de la esperada aprobación, se efectuarían algunos cambios al texto. Tal observación dejo claro a la opinión pública, en particular a los indecisos, que el proyecto no merecía ser aprobado. Al profundizar en los hechos, tratando de apreciar lecciones, podemos observar que los constituyentes, en términos generales, se sintieron iluminados y se desconectaron de la realidad, iniciando una competencia para plasmar en el texto sus sueños e intereses, sin mayor preocupación por las reales necesidades del pueblo chileno y menospreciando la experticia y la técnica jurídica. Es importante tener presente que los extremos siempre hacen daño. En algunos casos, los expertos se creen dueños de la verdad y tienden a excluir al conjunto social, en particular a los más débiles, por su supuesta ignorancia. En el caso chileno observamos que los independientes se consideraron la auténtica expresión de la realidad popular; en consecuencia, perdieron conexión con la sociedad. La decisión popular en el plebiscito se debe leer como un rechazo a los radicalismos, los extremismos y las manipulaciones ideológicas; al respecto, cabe destacar el carácter transversal del resultado, abarcó todo el país, el 97% de comunas en todas las regiones, incluyendo la región metropolitana, lo que evidencia que incluye todos los sectores sociales, incluso las zonas consideradas bastiones de la izquierda y, resulta paradójico, que también fue rechazada por algunos sectores indígenas. Algunos de los constituyentes, inicialmente definidos como independientes, fueron asumiendo posiciones radicales, rupturistas, antisistema, de orientación iliberal, propiciando la desconstrucción de las instituciones existentes. Las narrativas postliberales, postintitucionales y, en ese contexto, las nuevas corrientes de indigenismo transnacional, sirven la mesa para avanzar en la destrucción de las instituciones. Es evidente que existe una crisis estructural de discriminación y exclusión en la región y Chile no es la excepción. También nos enfrentamos con una política tradicional que, en muchos casos, se ha desconectado de la realidad social. Pero los populistas y autoritarios están aprovechando la crisis estructural y los procesos constituyentes para reproducir una narrativa manipuladora, orientada a lograr el poder con el objetivo de perpetuarse. En ese contexto, llama la atención que, durante el tiempo transcurrido en el cumplimiento de la hoja de ruta prevista en el Acuerdo por la Paz, el país se mantuvo en relativa tranquilidad; empero, luego del resultado del plebiscito, se ha iniciado un proceso de protestas, promovido principalmente por la organización estudiantil definida como Coordinadora de Secundaria Revolucionaria (CSR), alegando que el gobierno del Presidente Boric “tiene recursos para la policía, pero no para la educación”. Desde el 05 de septiembre se han efectuado varias jornadas de protesta, pareciera que el radicalismo, que no logró hacer realidad la desconstrucción de la institucionalidad chilena por la vía de un nuevo texto constitucional, se prepara para iniciar un nuevo proceso de desestabilización. El Presidente conoce el monstruo por dentro, él inició su carrera política en esos predios, él debería saber reconocer cuánto hay de protesta legitima, cuánto de vandalismo desestabilizador, que seguramente cuenta con el respaldo del autoritarismo transnacional. Para el Presidente Boric el plebiscito debería constituir una lección transformadora. Emocionalmente acumula varios factores adversos, entre otros, la luna de mil en el inicio de la gestión resultó muy breve, la popularidad ha bajado; paradójicamente algunos grupos indígenas han declarado la guerra a un Presidente indigenista y pareciera que los aliados radicales de la época de las protestas se empiezan a

Venezuela y Colombia: potenciales escenarios

Por Félix Gerardo Arellano Porras El inventarios de casos sensibles para la nueva administración del Presidente Gustavo Petro en Colombia, que inicia el próximo 07 de agosto, debe ser muy larga y, entre ellos, las relaciones con Venezuela se presentan de alta intensidad, por la diversidad y complejidad de factores interconectados que están en juego y sus repercusiones, tanto en el plano interno como internacional; en ese contexto, en términos de prospectiva, nos plantearnos algunos escenarios, pero su factibilidad depende, en gran medida, de la actitud que asuma el Presidente y, sobre ese detalle, reina la incertidumbre. El Presidente electo debe conocer a fondo los aspectos más delicados en la relación bilateral. Seguramente tiene información de buenas fuentes, entre otros, sobre la presunta presencia en nuestra frontera, -extensa, porosa y activa- de grupos irregulares, las FARC disidentes, el ELN, el narcotráfico, el lavado de capitales, las redes transnacionales de los negocios ilícitos, el contrabando y las vinculaciones de algunos de esos temas con el poder. Nos enfrentamos con una frontera cargada de problemas sociales, entre otros, la magnitud de migrantes venezolanos, en su mayoría vulnerables, que se suman a las dificultades internas del país y, además, está generando una creciente xenofobia. Hoy prevalece en la frontera: pobreza, exclusión y un alto índice de delincuencia. Un territorio de oportunidades perdidas, por el irracional enfrentamiento entre los dos gobiernos que, por razones ideológicas o personalistas, han destruido un espacio que en los años noventa, inicio un proceso que, con limitaciones, avanzaba en prosperidad y creatividad. Un espacio que ofrecía opciones de progreso en particular para la pequeña y mediana industria, en especial, en la zona del Táchira y el Norte de Santander. El nuevo gobierno colombiano se plantea el desafío de reiniciar las relaciones, pero es necesario limitar las expectativas, no se puede devolver el pasado, la realidad venezolana en este momento es profundamente diferente. De la Venezuela saudita, con la chequera del despilfarro, ha quedado un país en crisis humanitaria compleja, con burbujas de ostentación y una profunda desigualdad. Los radicales a ambos lados de la frontera, enceguecidos por las ideologías, que paralizan la capacidad de reflexionar, seguramente esperan un escenario de apertura inmediata y solidaridades mecánicas, retomar el libreto de la lucha contra el sistema. La irracional narrativa de destruir la riqueza, que solo genera mayor pobreza, pero facilita el control social. Desde la visión radical, las relaciones se deben reiniciar inmediatamente, privilegiando los temas políticos e ideológicos, para avanzar en el eje antisistema a escala regional. Ya deben circular proyectos cagados de fantasía revolucionaria, sin factibilidad ni sustentabilidad. En este contexto, un objetivo fundamental es la recomposición de las vinculaciones geopolíticas para enfrentar el imperio. Un escenario de esta naturaleza solo es posible en un marco de autoritarismo, con el control de los medios de comunicación, las instituciones y las visiones disidentes El escenario radical se presenta destructivo e insensato; empero, existe la preocupación que el Presidente electo, en su larga trayectoria política, ha promovido esas narrativas y seguramente muchos de sus fanáticos aspiran una gestión de gobierno radical, donde se privilegien las expropiaciones y la exclusión de los críticos, que seguramente serán calificados de “traidores a la patria”. Una dinámica harto conocida y la historia ha demostrado que no resuelve nada, solo genera pobreza; pero estimulan las hormonas y las pasiones. Ahora bien, debemos reconocer que, desde la segunda vuelta de la campaña electoral colombiana y, en particular, luego de los resultados de la elección, el Presidente electo ha asumido una actitud de prudencia necesaria y conveniente; seguramente, algunos de sus asesores le deben alertar, que el giro a la prudencia no ha resultado muy favorable, en términos de apoyo popular, al Presidente Gabriel Boric en Chile. Desde la perspectiva del Presidente Petro ecuánime y dialogante, que para construir gobernabilidad eficiente está creando puentes con las diversas fuerzas políticas del país; que está conformando, con minucioso cuidado, un equipo de gobierno con expertos, atento de la inclusión y la diversidad; es de esperar que las relaciones con Venezuela se manejen con creatividad, flexibilidad y meticulosa prudencia. En un escenario de cordura, es de esperar que se asuma la propuesta de reiniciar progresivamente las relaciones diplomáticas y la reapertura de la frontera y, en lo inmediato, el establecimiento de las relaciones consulares, fundamentales para los más vulnerables y para todos en general. Pero como se indicó anteriormente, existen muchos problemas en la agenda bilateral, varios de ellos cargados de opacidad, que exigen la atención del nuevo gobierno: El inicio de las relaciones diplomáticas y políticas, requiere de una adecuada atención del conjunto de variable que conforman el conjunto. Por una parte, no debería conllevar una alteración abrupta de otras relaciones ya existentes y de particular importancia para Colombia. En este contexto, la reciente reunión del Presidente electo y parte de su equipo, con una delegación de alto nivel del gobierno de los Estados Unidos, encabezada por Jon Finer, asesor de seguridad nacional; contribuye a despejar temores y evidencia el nivel de madurez y equilibrio que se espera del nuevo gobierno en su política exterior. La dinámica de la geopolítica internacional, con sus narrativas que destruyen oportunidades, se ha insertado en las relaciones bilaterales, incrementando las diferencias y las aprensiones; en consecuencia, deslastrar la paralizante diatriba geopolítica en las relaciones bilaterales e incluso de la región, por lo ingenuo que parezca, representaría una autentica transformación, que podría abrir espacios para emprender diversidad de proyectos beneficiosos para ambas partes. El comercio y las inversiones son temas interesantes en las relaciones bilaterales, con positivas experiencias en el pasado, que requieren de una pronta y exhaustiva atención; empero, no se deben sobredimensionar las expectativas, Venezuela se ha empobrecido, su poder de compra ha menguado significativamente y, además, existen diversos obstáculos que se deberían enfrentar. En el caso específico del comercio de bienes y servicios, donde existe un legítimo interés en muchos sectores de ambos países, para retomar prontamente las relaciones, son varios los aspectos que requieren atención, con el objeto de lograr

Reflexiones sobre Colombia

Por Félix Gerardo Arellano Porras Pese a los esfuerzos del Presidente electo de Colombia, Gustavo Petro, por generar tranquilidad y confianza; tanto en el país, como en la comunidad internacional, prevalece incertidumbre y aprehensión. Algunos temen que el actual tono dialogante y prudente del Presidente Petro, constituya una actitud estratégica, el ardid para calmar las aguas, lograr aliados y luego poder desarrollar con más facilidad un proyecto autoritario. En el ambiente político se aprecia la indecisión de cómo actuar frente a la complejidad de los cambios. En ese contexto, un respaldo automático, por lo esperanzador el discurso y la urgencia de las trasformaciones, puede resultar en el camino para fortalecer el personalismo; empero, una actitud de oposición radical extrema, puede llevar a un desgaste improductivo. Pareciera que lo ideal, que tiende a chocar con la realidad, sería mantener una actitud crítica, reflexiva y constructiva; incluso, que la oposición democrática impulse proyectos de cambio que contribuyan a consolidar las instituciones democráticas y los derechos humanos. Diversas razones justifican los temores sobre el Presidente electo, pero también el Sr. Petro tiene sus prevenciones frente a la dinámica institucional. Sobre el Presidente destaca, entre otras, un expediente de actividad política de tendencia agresiva y opaca; algunos resaltan una trayectoria poco ética y, la guerra sucia de la reciente campaña electoral, confirma la tendencia. Adicionalmente, gran parte de sus amistades políticas nacionales e internacionales están relacionadas o forman parte de corrientes populistas y autoritarias. Desde una perspectiva democrática, prevalecen temores sobre el ambicioso proyecto fundacional de “construir un capitalismo social” y superar “el feudalismo de minorías privilegiadas”, que para el Presidente prevalece en Colombia. La magnitud del proyecto podría requerir de mucha discrecionalidad y un tiempo mayor al que permite la normativa constitucional para el ejercicio de la presidencia. En ese contexto, es factible que, en corto tiempo, el Presidente Petro asuma el tema de la reforma constitucional, como una de sus banderas políticas. Ahora bien, es importante observar que, ante un potencial autoritarismo del Presidente electo, el sistema político colombiano cuenta con controles institucionales, que seguramente preocupan al Presidente Petro, ante el temor que puedan paralizar la acción de gobierno. Entre los controles institucionales destaca el Congreso de la Republica, donde si bien el Pacto Histórico cuenta con un numero interesante de miembros en cada una de las cámaras, no tiene el control, lo que le obliga a negociar, en particular, con los partidos tradicionales (liberales y conservadores), que resultaron bien posicionados en las recientes elecciones legislativas. Pero el Presidente electo tiene amplias posibilidades de lograr apoyos en el nuevo Congreso y, en efecto, el partido liberal ya ha informado que asume una posición de respaldo; adicionalmente, es factible que contará con el apoyo de otros grupos políticos como los representantes de la plataforma centro esperanza o de cambio radical. Frente a los potenciales escenarios en el Congreso preocupan posiciones extremas. Por un lado, un apoyo mecánico y automático, que podría facilitar el camino del autoritarismo. Al respecto, la experiencia de Nicaragua resulta uno de los graves precedentes, pues los partidos que han respaldado al dúo Ortega-Murillo, han facilitado la conformación del régimen autoritario que se está enfrentando ese país. Resultaría peligroso que unos aliados complacientes en el Congreso permitan al Presidente electo desarrollar un gobierno plebiscitario, “gobernar por decretos”, con poderes especiales o leyes habilitantes. Instrumentos jurídicos que pueden fomentar la discrecionalidad y la evasión de los controles institucionales que caracterizan a la democracia. Por otro lado, una actitud radical, de satanización del nuevo gobierno, podría generar una guerra de trincheras que menosprecie, tanto la necesidad de cambios estructurales, que lo ha exigido el electorado colombiano; como la legitimidad de origen del nuevo Presidente y desconociendo que el importante respaldo popular que ha logrado. Desarrollar la estrategia del ataque puede llevar a un conflicto largo y agotador, que estimule la cohesión del bloque en poder y debilite la fuerza democrática con una creciente fragmentación, con peores consecuencias para el país en su conjunto, en especial para los más vulnerables y, el caso venezolano puede ser aleccionador. Pero el Presidente Petro también tiene sus temores; por ejemplo, frente algunas instituciones, como la Defensoría, la Contraloría o la Fiscalía. En principio, considera que sus autoridades han sido designadas por la administración saliente y pueden obstruir la labor de gobierno; empero, podrían ser temores infundados. Por una parte, esas instituciones deberían cumplir con las leyes vigentes y, por otra, si el Presidente desarrolla una gestión respetuosa del ordenamiento jurídico, como lo está prometiendo, no sería objeto de mayores controles. En la lista de las instituciones que hacen parte del clima de incertidumbres y tensiones también destacan las fuerzas armadas y policiales, el sector empresarial, los medios de comunicación e incluso la comunidad internacional, en particular los Estados Unidos, la OCDE de la que Colombia es miembro e incluso la OTAN donde Colombia tiene el estatus de aliado preferencial estratégico. Frente a todos ellos el actual discurso del Presidente electo es de prudencia y tranquilidad, promoviendo confianza para la nueva administración. Como parte de la estrategia de generación de confianza, se espera la designación de un gabinete de técnicos, expertos en las áreas, que evidencien profesionalismo y responsabilidad en el ejercicio de sus funciones. Ahora bien, el actual discurso de promoción de confianza también es motivo de amplia discusión, los más críticos estiman que constituye un juego estratégico para calmar las aguas, lograr tranquilidad y progresivamente desarrollar el proyecto autoritario. En este contexto, el escritor colombiano Nicolás Martínez ha vinculado la situación actual en Colombia, con la llamada “Patria Boba”, la primera fase de los bolcheviques en la vieja Rusia, en su proceso para logar el control totalitario del país (worldpress.com; 25/06/2022). El Sr Martínez recomienda la final de su artículo al pueblo colombiano mucha oración. Estamos conscientes que la oración es importante y ayuda a calmar las pasiones, pero no es suficiente. Se requiere que la oposición democrática colombiana, que incluya a todos los sectores, aprovechando la actual actitud de apertura y diálogo del

Polarización peligrosa

Por Félix Gerardo Arellano Porras Tiempos de polarización y de radicalismos destructivos nublan el horizonte a escala global, con particular rigor en nuestra región y, la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Colombia, efectuada el 29 de mayo, donde las propuestas radicales han logrado el mayor respaldo del electorado, pasando a la segunda vuelta prevista para el 19 de junio, confirma claramente tal tendencia. La política como el espacio para el debate de ideas y construcción de proyectos de progreso, bienestar social y equidad, sostenibles y sustentables; se enfrenta con un ambiente de polarización, enfrentamientos, exclusión y violencia; que desperdicia oportunidades, afectando a la sociedad en su conjunto y, con mayor intensidad, a los más vulnerables. El radicalismo en sus diversas variantes ideológicas y con diferentes grados de intensidad se posiciona en: México, El Salvador, Honduras, Costa Rica y Bolivia. El caso de Perú se presenta tan complejo, que se podría definir como un desgobierno, en un contexto de radicalismo efervescente. Adicionalmente observamos un autoritarismo hegemónico, avanzando en el camino de las democracias iliberales de partido único, en los casos de Nicaragua y Venezuela y, en Cuba se consolida el control totalitario del país por parte del partido comunista. Por otra parte, crece la incertidumbre, tanto por la evolución de los acontecimientos políticos en Chile, con el progresivo deterioro de la popularidad del joven Presidente Gabriel Boric, en un ambiente político de alta crispación; como por las perspectivas de los procesos electorales en Colombia y Brasil, en pleno desarrollo, y cargados de radicalismo y polarización. Las propuestas de centro que intentan promover equilibrios, facilitar la convivencia y la gobernabilidad están perdiendo terreno en la mayoría de los países; por el contrario, se está fortaleciendo la polarización radical, lo que pareciera conducirnos a nuevas décadas perdidas en términos de progreso y bienestar. En el caso específico de Colombia, la Coalición Centro Esperanza, movimiento político que reunía una importante representación de líderes y grupos de centro, con propuestas que privilegiaban el diálogo y la inclusión, no contó con el respaldo del electorado, en la consulta de primarias, que permitió la selección de los candidatos para el proceso electoral, proceso que se efectuó, paralelamente a las elecciones legislativas, el domingo 13 de marzo. Para las elecciones en su primera vuelta, ya el centro había perdido protagonismo y, para complicar el panorama, Federico Gutiérrez (Fico) el candidato de la Coalición Equipo por Colombia, quien había desarrollado una campaña electoral relativamente moderada, tratando de atraer el voto de centro y reducir la crispación en la política colombiana, fue desplazado en el voto popular por Rodolfo Hernández quien desarrolló una campaña cargada de radicalismo. En consecuencia, la primera vuelta ha dejado a Colombia dividido en las dos posturas más radicales, Gustavo Petro con un proyecto de izquierda radical y Rodolfo Hernández de la visión radical conservadora. En estos momentos Colombia enfrenta una de las polarizaciones más radicales de su historia democrática En el caso de Brasil, no existe ninguna posibilidad de una tercera opción, ante el choque de trenes que ya están desplegando el Presidente Jair Bolsonaro quien opta por la reelección, y el Expresidente Ignacio Luiz Inacio Lula da Silva quien, al superar la larga lista de investigaciones judiciales, ha lanzado su candidatura. Conviene recordar que, en las pasadas elecciones presidenciales de Bolivia (18 de octubre 2020), no fue posible que los partidos democráticos, por personalismos, lograran construir un proyecto de centro unitario, para enfrentar el radicalismo del partido de Evo Morales Movimiento al Socialismo (MAS), lo que conllevó una elección con la participación de siete partidos de oposición democrática frente al MAS, un resultado claramente anunciado. En el caso de Perú, el electorado se encontró con diecisiete candidatos en la primera vuelta de las elecciones presidenciales (11 de abril 2021), la oposición democrática fragmentada en su máxima expresión y, la decisión del electorado fue apoyar los extremos radicales, Keiko Fujimori de Fuerza Popular expresión del radicalismo conservador y Pedro Castillo representando a Perú Libre un partido que se podría calificar de la ultraizquierda. El resultado ya lo conocemos, el triunfo de Pedro Castillo (06 junio 2021), por un margen muy reducido y, en estos momentos, un país enfrentando una grave crisis política. Incluso en los Estados Unidos, para las elecciones de medio término del Congreso previstas para el mes de noviembre, la polarización y el radicalismo están dominando la escena. En el partido republicano se consolida el liderazgo hegemónico del Expresidente Donald Trump, promotor de una rígida agenda conservadora. Por otra parte, en el partido demócrata, el sector progresista se radicaliza, al extremo de asumir propuestas claramente socialistas, situación impensable un tiempo atrás. Pareciera que se desvanece la estrecha y exitosa coordinación bipartidista que caracterizaba el manejo de los temas de alta política con implicaciones para la seguridad nacional. Conscientes que las especificidades de cada país limitan la definición de generalidades, es evidente que podemos apreciar algunas tendencias que están facilitando el progresivo ascenso de los proyectos populistas, radicales y autoritarios. En este contexto, destacan los problemas histórico estructurales de exclusión por diversas razones, entre otras, étnicas, económicas, político ideológicas, de género; que enfrentan la mayoría de los países de la región. Los excluidos y vulnerables se presentan como la base fundamental de los proyectos populistas radicales. Estos grupos humanos llevan años enfrentando menosprecio; en consecuencia, visualizan los discursos radicales como un camino de reivindicación o venganza. El maltrato histórico limita la capacidad para reflexionar, además están enfrentando las perversas consecuencias de la pandemia del covid-19 y todo indica que la irracional invasión de Ucrania con sus negativas consecuencias globales incrementara la pobreza. La desconexión de los partidos tradicionales con los graves problemas de la población, ha facilitado el terreno para el populismo, que se presenta con las banderas del nacionalismo, el patriotismo, los valores tradicionales, la xenofobia y estimula pasiones y fanatismo. Para la gran mayoría de los excluidos, con resentimiento y hambre, no es fácil discernir que son objeto de una manipulación. Una gran mayoría de pobres del Perú que

AMLO y sus contradicciones

Por Félix Gerardo Arellano El apoyo popular tanto del partido Morena, actualmente en el gobierno en México, como de la gestión del Presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), se deterioran progresivamente; incluso, la fortaleza del propio Presidente se estanca. Ya han enfrentado algunas derrotas contundentes y, ante las elecciones locales (gobernaciones y ayuntamientos) previstas para el presente año y las presidenciales para el 2024, pareciera que la estrategia del gobierno se orienta a la radicalización: incrementar la presión y la manipulación, para tratar de subir los números en las encuestas. En el marco de la nueva estrategia de presión, se inscribe la sorpréndete propuesta de reformas en el sistema electoral, presentada recientemente por el gobierno, que conlleva cambios en la Constitución, para lo cual se requiere un importante apoyo en el poder legislativo, que no se percibe actualmente, entre otros, debido a que en las pasadas elecciones legislativas, el partido Morena perdió la mayoría absoluta en el Congreso. Por otra parte, el reciente intento de imponer una reforma en el sector energético, no contó con el apoyo de la oposición, que frente a esa maniobra ha logrado actuar coordinadamente (los partidos PRI, PAN y PRD), lo que el Presidente calificó como una “traición a la patria”; es decir, a sus intereses. Entre los principales elementos que contiene el proyecto de reforma electoral destacan: cambios en su composición y procedimientos de elección de sus autoridades, eliminación de los diputados plurinominales y reducción del número de miembros de los órganos legislativos regionales. Sin menospreciar la conveniencia de realizar reformas en las instituciones, a los fines de su modernización, todo pareciera indicar que, con el proyecto de reforma electoral, el Presidente incrementa la presión sobre el INE, pues su objetividad en el manejo de los resultados del reciente referéndum revocatorio, confirmó claramente el deterioro de la popularidad del gobierno. En efecto, si bien el Presidente ganó la consulta, ha resultado una victoria pírrica, pues el nivel de participación resultó tan bajo que apenas alcanzó un 18% del padrón electoral. Desde una perspectiva más crítica se podría interpretar que el Presidente y su partido aspiran lograr una reforma que permita el control del órgano electoral, una jugada típica de los gobiernos populistas y autoritarios, paso previo para promover una democracia plebiscitaria, mediante la cual, un supuesto respaldo del pueblo (muy cuestionable por el control del órgano electoral), se convierte en la fundamentación para la eliminación de los controles y equilibrios propios de la democracia, de esa forma MORENA podría ir despejando  el camino para perpetuarse en poder. Por otra parte, posicionar en el debate público una reforma electoral, podría facilitar la introducción del complejo tema de la reelección presidencial, que está claramente prohibida en el Artículo 83 de la Constitución; empero, dado que el rechazo popular castiga más fuertemente al partido, el objetivo sería repetir con el Presidente AMLO, quien sigue manteniendo un importante respaldo en los sectores humildes y en las zonas rurales, para las elecciones del 2024. Ahora bien, sin el control del Congreso y con el reciente fracaso de la reforma energética, para poder avanzar en la reforma electoral el gobierno podría retomar viejas prácticas autoritarias y fraudulentas, que predominaron durante la larga hegemonía de 70 años del PRI en el poder y, en consecuencia, incrementar la presión sobre los críticos, los partidos de oposición, los medios de comunicación; pero también, la compra de conciencias y saltos de talanquera, que permita alcanzar los votos necesarios para aprobar la polémica reforma electoral. Al inicio de la gestiona del Presidente AMLO se podía calificar de grave injuria dudar de su probidad, asociándole a prácticas fraudulentas; empero, también la imagen del “ascético Presidente. paladín en la lucha contra la corrupción”, ha enfrentado un fuerte golpe, con la información sobre la ostentosa vida de su hijo José Ramón López Beltrán, quien vive en los Estados Unidos, que circuló ampliamente y el gobierno desmintió de forma categórica; pero, ha dejado huella en los sectores humildes, que constituyen la base dura del respaldo popular. También impacta el silencio del Presidente AMLO y de su gobierno, frente al asesinato sistemático de periodistas, más de once periodistas asesinados en lo que va del año; los más críticos alertan sobre la presunta complicidad de miembros del gobierno con tan dramática situación. Por otra parte, la política exterior, en particular la relación con Estados Unidos constituye otro de los temas que han influido en el deterioro del respaldo, en particular de los grupos más radicales, que califican de debilidad, incluso de traición, la posición del Presidente AMLO frente al imperio. En relación a este tema conviene recordar que, desde los inicios en la política del Presidente AMLO, en la década de los setenta, particularmente en sus intentos de llegar a la presidencia (2006, 2012), cultivo una narrativa antisistema, anti imperialista y rupturista. En esos largos años de lucha política AMLO, entre otros, se vinculó con los movimientos radicales que participan el Foro de San Pablo, ha sido un admirador de la dictadura comunista de Cuba, promovió la satanización del acuerdo de libre comercio con los Estados Unidos y participó en la creación del Grupo de Puebla un movimiento político antisistema.  Para varios miembros de esos grupos, la actuación del Presidente, frente a los Estados Unidos, en particular frente a la administración del Presidente Donald Trump, constituye una traición de los principios revolucionarios originales. Pero la posición del Presidente AMLO frente a la compleja administración del Presidente Trump, puede ser calificada como una hábil y exitosa estrategia; empero, el Presidente AMLO no ha tenido la honestidad de reconocer los errores del pasado y reconocer ante el país la importancia y conveniencia del acuerdo de libre comercio, donde México está logrando importantes beneficios. Pareciera que el Presidente AMLO aspira mantener el respaldo duro de los radicales y fanáticos y, en tal sentido, no alterar el falso discurso frente a las instituciones liberales. El Presidente podría reconocer que el libre comercio genera beneficios significativos que México está disfrutando, pero también puede conllevar inequidades,

Reaccionando frente al autoritarismo

Por Félix Gerardo Arellano Porras Las tendencias autoritarias lamentablemente están logrando avances, como lo confirman todos los estudios sobre el progresivo deterioro de las democracias y, la invasión de Rusia a Ucrania se presenta como una de sus expresiones más violentas. Vladimir Putin con su chantaje nuclear, ahora destacando unas potenciales armas tácticas nucleares, mantiene en vilo a la humanidad; adicionalmente despliega su menosprecio por las instituciones liberales y, para profundizar su deriva autoritaria, humilla insistentemente a las Naciones Unidas, la principal institución del actual orden internacional. Al iniciar la invasión de Ucrania´ (jueves 24 de febrero), en el momento que sesionaba el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y, recientemente, bombardear a Kiev, en plena visita del Sr. Antonio Guterrez, Secretario General de las Naciones Unidas, quien previamente se había reunido con el Presidente Putin en Moscú, evidencian claramente su desprecio por las instituciones y los compromisos internacionales, El comportamiento autoritario y cruel del Presidente Putin debería servir de evidencia contundente para que sus aliados y admiradores, del populismo y radicalismo a escala mundial, indiferente de la orientación ideológica, revisen su posición; empero, estamos conscientes que el fanatismo atrofia el pensamiento y, el amor al líder es ciego e irresponsable. En ese contexto, toda acción de presión contra la actitud del Presidente Vladimir Putin, es conveniente y necesaria. La Asamblea General de las Naciones Unidas ha logrado un importante precedente al suspender al gobierno ruso del Consejo de los Derechos Humanos, por “las violaciones y los abusos graves y sistemáticos de los derechos humanos tras la invasión de Ucrania”. La Organización de Estados Americanos (OEA), por su parte, también está asumiendo un papel histórico al suspender el carácter de observador del gobierno ruso en la organización. El Señor Karim Khan, Fiscal de la Corte Penal Internacional, se ha fortalecido al visitar a Ucrania, en plena invasión rusa, para confirmar directamente la magnitud de los delitos de lesa humanidad y cumplir con las funciones inherentes a su cargo, en el marco del Estatuto de Roma. Adicionalmente, la Organización Mundial del Turismo (OMT) está contribuyendo en el esfuerzo de incrementar la presión contra el autoritarismo ruso, al suspender, con el voto mayoritario de sus miembros, la participación de Rusia en la organización, por “violar los valores de las Naciones Unidas”. Cada uno de nosotros también enfrentamos un desafío, pues debemos contribuir a la conformación de la sociedad civil internacional y participar, en la medida de nuestras posibilidades, en la promoción del activismo transnacional, la formación de redes y grupos de reflexión interconectados globalmente, que contribuyan a la difusión de las bondades de las libertades, los derechos humanos y la institucionalidad democrática y, de esta forma, apoyar a la construcción de límites al expansionismo del autoritarismo. Resulta fundamental sensibilizar a los pueblos, en particular a los sectores más vulnerables, que son presa fácil de la manipulación de las narrativas populistas y radicales, sobre los perversos efectos del autoritarismo, para su bienestar individual y de la sociedad en su conjunto. El expansionismo del Presidente Putin reabre de nuevo el debate sobre las opciones para la construcción de gobernabilidad en el contexto internacional, tema central de las relaciones internacionales, desde sus orígenes como disciplina académica. La visión de la anarquía internacional, que propicia el enfrentamiento de “todos contra todos” en una suerte de “estado de naturaleza”, la visión hobesiana de las relaciones internacionales, se fortalece con el ascenso de la geopolítica del autoritarismo y, en especial, con el expansionismo ruso, que también ha marcado como un objetivo a Moldavia, donde está instigando el secesionismo, e incluso amenaza a países plenamente occidentes y de tradición pacifista como Suecia y Finlandia. Aprovechando la osadía disruptiva de Rusia, Kim Jong-un, el dictador de Corea del Norte, se suma al chantaje nuclear y, recientemente, ha encabezado un desfile militar que incluyó la exhibición de misiles balísticos intercontinentales (ICBM), diseñados para lanzar armas nucleares de largo alcance, que están prohibidos por acuerdos internacionales. Adicionalmente, ha amenazado que “utilizará preventivamente armas nucleares”, sin ningún temor frente a posibles reacciones de la comunidad internacional, seguro del apoyo que le brindan otros miembros del club de gobiernos autoritarios, en especial el gobierno comunista chino. Occidente, que está actuando con la prudencia necesaria frente a la invasión de Ucrania, para evitar una conflagración de proporciones impredecibles, enfrenta la posibilidad de divisiones, como está ocurriendo con el gobierno de Viktor Orbán en Hungría, que violenta la mayoría de los compromisos comunitarios, en particular, los acuerdos que se están adoptando para sancionar al gobierno ruso, que considera un aliado fundamental. El tema energético se presenta como otro potencial factor de contradicciones. Antes que occidente hiciera efectivo un posible boicot a la compra de energía rusa, debido a que constituye un financiamiento del agresor, el Presidente Putin decidió suspender el suministro de gas a Polonia y Bulgaria, exigiendo el pago de las facturas en su moneda nacional, los rublos. Las posibilidades de sustituir la fuente energética rusa no se presentan fácil ni de corto plazo, la crisis energética golpea la zona de confort de una población, que, si bien en principio se presenta solidaria con Ucrania, no pareciera muy dispuesta a enfrentar las vicisitudes y los costos que pueden generar las sanciones. La crisis también se proyecta para otros sectores, como la agricultura, por los fertilizantes; los alimentos, por los cereales. En estos momentos se aprecia una tendencia inflacionaria que puede afectar todos los mercados y, en particular, a los países en desarrollo, con mayor énfasis a los más vulnerables en el sector agrícola. El Presidente Putin por su parte, juega al tiempo, al cansancio, al desasosiego de la población occidental y las potenciales divisiones de los gobiernos, ya lo ha logrado con Hungría, con el objetivo de debilitar la reacción unida y contundente de occidente.  Adicionalmente, conviene observar que el gobierno comunista de China, mantiene una posición de aparente ambigüedad, que define como equilibrada, pero que en el fondo privilegia la visión autoritaria, pues también tiene sus planes expansionistas en su vecindario y,