Agustin Urreiztieta

Del castigo y el voto

Por Agustín Urreiztieta  Maria Antonieta y Luis, una mañana de 1789 despertaron descubriendo que su mundo había desaparecido. Un mundo viejo de cientos de años. Un mundo de privilegios, de abundancia, de poder e impunidad absoluta les hizo perder la cabeza. En un tornado revolucionario, la guillotina no dejó de funcionar, tanto, que hasta la hoja perdió el filo y no cortaba de un tajo. La familia Sanson, verdugos de oficio por generaciones, se dedicó al ingrato oficio de llevar a mejor vida a los condenados. Una barbaridad inaceptable a la luz de hoy; pero esa era la justicia en la Francia del siglo XVIII. Algunos años antes y otros tantos después, es interesante recordar a otros supliciados notables. En la estoica Inglaterra, a Santo Tomas Moro, Canciller de su majestad Enrique VIII, un verdugo le cortó la cabeza por no aceptar los impulsos galantes de su rey. También su hija Maria, quien le sucedió en el trono, se ganó el mote de Bloody Mary, y no precisamente por la delicadeza de su justicia y castigos. También, el convulsionado siglo XX carga variadísimos ejemplos notables. Algunos, juzgados por tribunales legítimos, otros, por tribunales espurios cuyos jueces eran, más bien, directores de circos judiciales, otros más por la justicia popular, espontanea e inclemente. Como ejemplo habría que recordar el final de Benito Mussolini, en abril del 45, quien, tras su rocambolesca huida, terminó colgando de las piernas junto a su amada Clara Petracci. Asimismo, los todopoderosos Nicolas y Elena Ceascescu, símbolos del culto a la personalidad, terminaron fusilados sumariamente tras la caída del comunismo. Y tantos otros indispensables… Existen entre estos ajusticiados varios puntos en común. El primero, todos ocupaban cargos de responsabilidad pública. Muchos eran reyes, presidentes, dictadores, cancilleres o ministros. Otro punto en común, fueron objeto de un castigo truculento, o por venganza, o por hartazgo, o por percibirse intocables por la justicia manipulada, o por algún llamamiento mesiánico de algún orate investido de un poder imaginario. Y un tercero, e importantísimo punto en común, el castigo no fue impuesto en democracia. Para alivio de muchos, el mundo ha cambiado un poco. Seguimos siendo los mismos salvajes, pero mejor vestidos y educados. En esta parte del planeta, en donde aún existe la democracia, cierto, bajo ataques y amenazas, pero democracias al fin, a los gobernantes, malos o buenos, se les depone con votos y no con guillotinas. En democracia, la justicia aplicada a los gobernantes dejó a un lado el garrote vil y la horca. Tampoco se cortan cabezas ni se fusilan a sentenciados. En democracia, el pueblo impone el castigo del voto. Sin sangre derramada, la sanción es inapelable y se sale por la puerta minúscula de la historia. Con frecuencia, el gobernante díscolo, incompetente, atascado en resultados mediocres, con frecuencia enlodado en el pantano de la corrupción, empecinado en aferrarse al poder, pierde contacto con la realidad y… es castigado, pero con una paliza de votos en contra. El voto castigo no es ideológico, es emocional, sale de las entrañas y es una manifestación espontánea del hartazgo y el deseo de cambio. Así, el viento de la voluntad popular, a través del voto indica el camino a seguir. Que pensarían los lideres del PRI mexicano quienes, tras 71 años de mandatos ininterrumpidos, Vicente Fox y el PAN les arrebatarían por las limpias el poder. O la camarilla Kirchner en Argentina, cuyo poder fue terminantemente revocado en el 2015 por Mauricio Macri y en el 2023 por Javier Milei. A veces, el castigo es infligido a toda la clase política, la tradicional, la que perdió el rumbo. La elección de Donald Trump como presidente en 2016 puede considerarse en parte un voto castigo. Muchos votantes de la clase trabajadora blanca, especialmente en los estados del Rust Belt, votaron por Trump como una forma de castigar al establishment político y económico que percibían como indiferente a sus problemas económicos y sociales. Y no olvidar el referéndum del Brexit en el Reino Unido el cual también tuvo elementos de voto castigo. Muchos votantes británicos votaron a favor de salir de la Unión Europea no solo por cuestiones relacionadas con la UE, sino también para castigar a la élite política nacional que sentían que no estaba respondiendo a sus preocupaciones, especialmente en áreas rurales y postindustriales. ¿Otros ejemplos? La elección de Jair Bolsonaro en Brazil, la de Emmanuel Macron en el 2017 y la de Alexis Tsipras en Grecia en el 2015. El fenómeno fugaz del Movimiento 5 Estrellas (M5S), fundado por Beppe Grillo en Italia, la India de Narendra Modi, la cómica elección de Pedro Castillo en el Perú. Todas responden al mismo patrón, el castigo por el voto. Sin balas, sin sangre, sin violencia. En Venezuela, todo indica que el chavismo recibirá un castigo monumental y pacífico. La única arma de la cual disponen los ciudadanos, el voto, será utilizado para castigar años de abuso de poder, dos décadas y media de corrupción, cinco lustros de ineficiencia, miles de días de violación de los derechos básicos.   Agustin Urreiztieta Abogado especializado en banca y finanzas con enfoque en América Latina. Ha ocupado posiciones ejecutivas en bancos y despachos internacionales en Luxemburgo, Nueva York, Ginebra, Zurich y Panamá. Apasionado observador de la escena internacional, obtuvo un  Máster  en Finanzas de la Universidad de Rochester (2018), Máster en Administración Internacional de la Universidad Paris 1 Panthéon-Sorbonne (1994), Abogado Universidad Santa Maria (1992) y Licenciado en Estudios Internacionales por la Universidad Central de Venezuela (1991) Twitter: @A_Urreiztieta

A 80 años del desembarco en Normandía

Fotos de Robert Capa Por Agustín Urreiztieta  El primer asalto en la playa Omaha fue a las 6 y 30 de la mañana. No habían bajado aun de las embarcaciones y ya muchos caían. Se oía claramente el traqueteo incansable de las ametralladoras alemanas en la playa. Las balas rebotaban y producía el tintineo característico del metal contra metal. Luego del primer asalto, el reguero de cuerpos inertes lamidos por las olas… El agua teñida de rojo. El 6 de junio de 1944, 160 mil soldados cruzaron el Canal de la Mancha junto con el mayor despliegue anfibio jamás registrado en la historia. Los recibían ráfagas feroces de ametralladoras MG 15. Solo ese día murieron 4.440 soldados aliados y se registraron 5.800 heridos o desaparecidos. A 80 años del desembarco, es necesario recordar que los soldados aliados no solo estaban liberando a Francia y Europa del dominio nazi; también estaban poniendo las bases para un nuevo orden mundial que prevalecería por las décadas. El viejo orden colonial finalmente volteaba su página en la historia. Hoy, ese orden establecido tras la Segunda Guerra Mundial está desmoronándose. Esto se debe tanto a los ataques de sus adversarios revisionistas como a los cambios en el mundo. Como lo marca la tradición, el 6 de junio pasado los líderes presentes en Normandía emitieron una declaración transatlántica, renovando los principios y valores sobre los que se fundó el orden internacional de la posguerra. Aunque fue un gesto positivo, no trajo novedades. El problema radica en que representan un mundo occidental que era dominante en 1945, con el imperio soviético como único competidor. Hoy, Occidente enfrenta cuestionamientos a nivel global, y sus valores están siendo disputados incluso dentro de sus propias sociedades. Solo basta observar cómo se cuestiona el poder tradicional en los Estados Unidos, como la extrema derecha toca las puertas del poder en Europa y como potencias emergentes desafían el orden post guerra. Solo por citar algunos ejemplos. Por ello, es crucial recordar el contexto del mundo al final de la Segunda Guerra Mundial. En ese entonces, los grandes imperios coloniales seguían siendo poderosos. Las Naciones Unidas se fundaron en 1945 en San Francisco con solo 50 Estados miembros; hoy son casi 200. Enorme diferencia. Asimismo, el Consejo de Seguridad fue diseñado en torno a los “vencedores” de la guerra, con cinco miembros permanentes: China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y la URSS. Casi 80 años después, la jerarquía económica y política ha cambiado drásticamente, y los países emergentes como India o Brasil, así como una potencia económica como Japón, quedan al margen. Cambiar esta estructura anquilosada ha sido imposible durante décadas, ya que se requiere unanimidad para modificar la Carta de la ONU. Además, las instituciones financieras, comerciales y políticas internacionales como el FMI, el Banco Mundial, la OMC y tantas otras, llevan la impronta de este orden occidental, lo que genera un resentimiento palpable creciente. Salir de esta situación es aún más complicado porque potencias como China y Rusia aprovechan este resentimiento, presentándose como defensores de un cambio en el orden mundial, incluso mediante la fuerza. Así, vemos a China, penetrando a través de su nueva ruta de la seda, las economías y sociedades de otros países, notablemente en África. Del mismo modo, la Rusia de Putin ofrece asesorías en seguridad y envía tropas “privadas” para asegurar sus intereses en la región, invade a Ucrania en una guerra de agresión y desafía a sus, otrora, aliados. Hay que recordar que tanto China como Rusia son miembros del Consejo de Seguridad. ¿Son necesarios otros ejemplos para sentir la magnitud del cambio? Los occidentales se encuentran en una posición incómoda, ya que se les acusa, con razón, de ignorar los valores que reafirmaron en Normandía cuando les conviene. La guerra de Gaza ha intensificado este sentimiento de doble estándar, creando un abismo profundo que es difícil de entender en el mundo occidental. Entonces, ¿cómo avanzar? Primero, reconociendo que el mundo ha cambiado y que, aunque estos valores siguen siendo relevantes, la organización mundial ya no puede ser la de 1945. No hacerlo significa dar la razón a las potencias totalitarias que buscan volcar la mesa a su favor. Los herederos de los aliados del 6 de junio deben reflexionar sobre la creación de un mundo más equitativo, en lugar de mantener la dominación occidental. Esta es una cuestión existencial.   Agustin Urreiztieta Abogado especializado en banca y finanzas con enfoque en América Latina. Ha ocupado posiciones ejecutivas en bancos y despachos internacionales en Luxemburgo, Nueva York, Ginebra, Zurich y Panamá. Apasionado observador de la escena internacional, obtuvo un  Máster  en Finanzas de la Universidad de Rochester (2018), Máster en Administración Internacional de la Universidad Paris 1 Panthéon-Sorbonne (1994), Abogado Universidad Santa Maria (1992) y Licenciado en Estudios Internacionales por la Universidad Central de Venezuela (1991) Twitter: @A_Urreiztieta

Fuenteovejuna y los Rinocerontes … en Venezuela

Por Agustin Urreiztieta  La literatura, el teatro, la narrativa, el arte en general… verdaderos espejos de la sociedad, lecciones del pasado, diagnóstico certero del presente, inspiración para el futuro… En cada esquina de la vida, vemos reflejadas situaciones similares descritas y diseccionadas por autores excepcionales. ¿Quién no se asombra ante eventos de la vida real, cercanos al realismo mágico de García Márquez? O, también, ¿quién no compara con humor escenas de cine con la vida cotidiana? A veces, hacemos citas de novelas o de guiones de teatro que nos sirven de consuelo, inspiración o humor. El genio humano siempre al rescate. Y así, Eugène Ionesco, o mucho antes, Lope de Vega, nos recuerdan su excepcional talento. El paralelismo con “Rinoceronte” de Ionesco y la Venezuela del presente, es inevitable. En la obra los personajes sucumben a la presión social y se transforman en rinocerontes, abandonando su humanidad y cediendo al totalitarismo. En Venezuela, el chavismo ha ejercido una influencia similar, transformando el paisaje político y social del país. María Corina Machado, al igual que Berenguer, el protagonista de “Rinoceronte”, ha resistido esta metamorfosis, permaneciendo fiel a sus principios y valores democráticos. En una Venezuela donde el chavismo ha ejercido un poder transformador similar al de los rinocerontes de Ionesco, ella se ha mantenido como una de las pocas voces disidentes que se niega a ser silenciada. A lo largo de los años, ha resistido firmemente a la conversión política y social que ha envuelto al país, recordándonos a Berenguer, quien lucha por mantener su humanidad frente a una sociedad que sucumbe al conformismo y la uniformización chavista. Ante las embestidas de los Rinocerontes, ha sido una figura constante en la oposición venezolana. Su trayectoria está marcada por una defensa inquebrantable de los valores democráticos y los derechos humanos contra viento y marea y… cornadas de Rinocerontes. Desde la fundación de Súmate, dedicada a la promoción de la democracia, hasta su rol como diputada en la Asamblea Nacional, ha sido una crítica vocal del régimen chavista, hoy en su peor versión, enfrentándose a amenazas, persecuciones y ataques. Sin embargo, la historia de Venezuela no se detiene ahí. Con el paso de los años, ha surgido una nueva esperanza que recuerda a la rebelión colectiva en “Fuenteovejuna” de Lope de Vega. En esta obra, un pueblo entero se une para enfrentar y derrocar la tiranía, proclamando al unísono “Fuenteovejuna lo hizo” cuando son interrogados. Hoy, el pueblo venezolano parece estar despertando de su letargo, inspirado por líderes como María Corina. Las manifestaciones y apoyo masivos en todo el país reflejan un descontento generalizado y un deseo de cambio. Las recientes Primarias y la gigantesca movilización espontánea del pueblo venezolano han mostrado una resistencia cada vez mayor al régimen chavista, con una ciudadanía que se niega a seguir bajo la sombra de la opresión. La unidad y solidaridad de los venezolanos evocan la determinación de los aldeanos de Fuenteovejuna, quienes, al actuar colectivamente, encuentran la fuerza para luchar por la justicia y la libertad. María Corina sigue siendo una figura central en este despertar. Su lucha constante y su valentía han inspirado a muchos venezolanos a no rendirse. A medida que la sociedad venezolana se moviliza y se une en su clamor por un futuro mejor, su figura resalta como un símbolo de resistencia y esperanza. Como en “Fuenteovejuna”, el poder de la unidad del pueblo puede ser la clave para superar la tiranía y recuperar la dignidad perdida. En un país donde el conformismo parecía haber ganado, la voz de María Corina y la creciente movilización del pueblo venezolano nos recuerdan que la lucha por la justicia y la libertad nunca está perdida. La historia nos ha enseñado que, cuando un pueblo se une en su resistencia, puede desafiar cualquier opresión y transformar su destino. Hoy, Venezuela está escribiendo su propia versión de “Fuenteovejuna”. Responderemos “Venezuela lo hizo” Agustín Urreiztieta Abogado especializado en banca y finanzas con enfoque en América Latina. Ha ocupado posiciones ejecutivas en bancos y despachos internacionales en Luxemburgo, Nueva York, Ginebra, Zurich y Panamá. Apasionado observador de la escena internacional, obtuvo un  Máster  en Finanzas de la Universidad de Rochester (2018), Máster en Administración Internacional de la Universidad Paris 1 Panthéon-Sorbonne (1994), Abogado Universidad Santa Maria (1992) y Licenciado en Estudios Internacionales por la Universidad Central de Venezuela (1991).

Israel, ¿no es lo mismo, pero es igual?

Por Agustin Urreiztieta  Twitter: @A_Urreiztieta  A veces, situaciones en la vida nos llevan a sacar conclusiones rápidas, fáciles y convenientes. Hamas asesina a mansalva a inocentes israelíes. La conclusión: Terroristas y asesinos, quienes merecen un castigo ejemplar. Israel, en justa y legitima medida reacciona y se plantea la eliminación del Hamas y su organización mortífera. Conclusión: Genocidas… Hay que hilar muy fino para distinguir los matices. ¿No es lo mismo, pero es igual? ¿es igual pero no es lo mismo?. Para alcanzar su objetivo, el ejército israelí se despliega y el costo humano, como en toda guerra, es terrible, atroz e injusto. Hamas se esconde tras los niños, mujeres y ancianos. Se refugia y apertrecha en escuelas, hospitales, mezquitas, campamentos de refugiados. Espantosamente, utiliza a la población gazatí como escudo humano, lo cual, sumado al exiguo territorio de la Franja de Gaza, hace que el riesgo de muertes sea dramáticamente más elevado. Lo que es una tragedia diaria para el gobierno israelí, es una estrategia para el Hamas. No hay ninguna duda. Israel es un país de instituciones, de estado de derecho, donde cada decisión es consensuada en la mecánica democrática. Se formó un gabinete de guerra amplio en el cual opinan diversas sensibilidades políticas. Asimismo, se siguen las reglas de la guerra para evitar victimas innecesarias. Así, se anuncian previamente los bombardeos, se permite a la población civil desplazarse hacia zonas “seguras” y se implementan diversas medidas para evitar mayores víctimas. Pero allí sigue el Hamas, con su atroz estrategia, acompañada por un esfuerzo gigantesco por secuestrar la opinión mundial e inclinarla masivamente contra Israel y su legítimo derecho a la defensa. Por ello vemos los plantones en las universidades, se ideologiza el conflicto, se profundiza el improbable islamo-izquierdismo, se manipula a los jóvenes a través de las redes sociales, se atiza el antisemitismo, se llama de nuevo a “empujar Israel al mar”, se adopta una nueva cruzada global frente a la estúpida idea de que Israel esta cometiendo un genocidio. Semejante despropósito. Desafortunadamente, pierde la batalla mediática. Por décadas, Israel es asediada por Irán, por grupos chiitas desde Siria, por el Hezbollah desde el Libano, por los huties yemenitas. Constituyen el conocido “arco chiita”, lo cual no es sino un puente terrestre geopolítico para amenazar y eventualmente acabar con el Estado de Israel. Han jurado la destrucción de Israel. ¿Cómo reaccionar para proteger a su país y su población? Pierdo el sueño pensando que cada víctima gazatí, es una víctima de más. Cierto. No hay ninguna duda. Pero el 6 de octubre, Irán y sus fichas, en una región explosiva, inauguraron un nuevo capitulo en el catalogo de espantos de la Humanidad. No obstante, la opinión mundial no pareciera enterarse del contexto. Pensemosen Ucrania, desde hace dos años, llueven bombas y misiles sobre la población civil. Prácticamente, todos los días explota algún artefacto endemoniado en un mercado, en una escuela, en algún hospital y la cifra de muertos aumenta vertiginosamente. Vimos las fotos espeluznantes de Bucha, supimos de ataques indiscriminados en Járkov, se ha documentado ataques aéreos que mataron a civiles en la cola para obtener alimentos en Chernígov, nos horrorizamos del asedio en Járkov, Izium y Mariúpol. ¿Alguien ha visto “tomas” de universidades, de embajadas o consulados rusos?, ¿España rompió relaciones con Rusia?, ¿han vivido los rusos en el exterior, el mismo rechazo que los judíos sufren hoy día en ciertos países europeos? ¿Se apuñalan a rusos como sucede con inocentes judíos en Francia, en Suiza y otras ciudades? Se trata de una enorme manipulación mediática. Israel necesita preservar su legitimidad, la Rusia de Putin no, por ello, el blanco israelí es más fácil y conveniente para otros objetivos. Y, para terminar, recientemente, Karim Khan, fiscal de la Corte Penal Internacional, anuncia la solicitud de emisión de órdenes de arresto contra el primer ministro y el ministro de Defensa de Israel. El hecho de equiparar a líderes demócratas israelíes con dirigentes terroristas del Hamas ha provocado reacciones legitimas en Israel, que denuncia el antisemitismo, y en Estados Unidos en solidaridad inmediata. Sin embargo, el fiscal ejerce su papel cuando denuncia el uso del hambre como arma de guerra por parte de Israel, aunque no queda claro que existan pruebas sobre la intencionalidad genocida. También, cuando acusa a Hamas de exterminio, asesinato, toma de rehenes, violación y tortura; y toma altura cuando pide la liberación de los rehenes en manos de Hamas, en nombre de la moral y del derecho humanitario internacional. Los métodos israelíes en Gaza son terribles. Es una guerra con consecuencias tan lamentables como los crímenes del Hamas del 6 de octubre. En ese sentido es lo mismo, pero ¿son iguales Hamas e Israel? Definitivamente, no. Abogado especializado en banca y finanzas con enfoque en América Latina. Ha ocupado posiciones ejecutivas en bancos y despachos internacionales en Luxemburgo, Nueva York, Ginebra, Zurich y Panamá. Apasionado observador de la escena internacional, obtuvo un  Máster  en Finanzas de la Universidad de Rochester (2018), Máster en Administración Internacional de la Universidad Paris 1 Panthéon-Sorbonne (1994), Abogado Universidad Santa Maria (1992) y Licenciado en Estudios Internacionales por la Universidad Central de Venezuela (1991) 

Irán en la encrucijada.

Por Agustin Urreiztieta La confirmación de la muerte del presidente iraní Ebrahim Raisi en el accidente de su helicóptero ocurre en un contexto ya tenso, cinco semanas después de la confrontación con Israel. Las consecuencias son considerables, tanto en los conflictos de la región como en el ámbito interno. La muerte abrupta e inesperada de un jefe de Estado siempre es una prueba para un país, sea donde sea. Pero cuando ocurre en un país clave como Irán, en un contexto tan eruptivo e inestable como el del Medio Oriente desde el 7 de octubre, la tensión es palpable. Primero, porque las circunstancias son propicias a todas las teorías de la conspiración. Hasta nuevo aviso, se trata de un accidente, en malas condiciones meteorológicas, y con un helicóptero de fabricación estadounidense de hace más de medio siglo. Nada en la comunicación oficial, ni en los elementos conocidos, permite adelantar la tesis de un atentado. Pero es seguro que esta tesis circulará, tratándose de un país que hace solo cinco semanas estaba en confrontación directa con Israel. De hecho, comenzó antes incluso de la confirmación del fallecimiento del presidente. Para medir la importancia política del presidente iraní, es necesario entender la complejidad del poder iraní, un sistema único, teocrático. El presidente, elegido, no es el número uno en Irán: es el Guía de la Revolución, actualmente el ayatolá Ali Jamenei, quien es el jefe supremo de Irán. El presidente dirige el Estado, pero tiene una autoridad limitada y debe referirse al Guía para las cuestiones más importantes, como la seguridad nacional. A pesar de esta reserva, la muerte de Raisi sume a Irán en la incertidumbre. Primero porque era considerado el favorito para reemplazar al Guía a su desaparición, en un proceso complejo de sucesión. Ali Jamenei tiene 85 años y una salud frágil, y la cuestión de su sucesión obsesiona a Irán desde hace años. Raisi lucia como el delfín ideal. Este accidente sume a la región en una “imprevisibilidad aumentada”. Irán es un actor clave en la ecuación regional, como patrocinador de varios de los protagonistas de las múltiples guerras en curso: la que llevan los hutíes en Yemen; la que enfrenta al Hezbolá libanés con Israel; y Teherán apoya al Hamás palestino. Por último, no olvidemos la situación interna iraní. Se trata de un estado clerical esclerótico, el cual, tras 45 años de desaciertos, recurre de nuevo a la feroz represión del movimiento de mujeres, con cientos de víctimas y condenas a muerte. Nuevamente, el mayor riesgo es el de la huida hacia adelante de un régimen que ha perdido el control de una parte de su juventud. Es la legitimidad del régimen la que está en juego, y la desaparición abrupta del presidente la hace aún más frágil. El Irán de los ayatolás no se aparta de sus temibles prácticas y, Raisi, había llevado al extremo la burocratización de la brutalidad. Es preciso recordar que había sido señalado como uno de los cuatro responsables de las ejecuciones de 30 000 opositores, entre las que había niños y mujeres embarazadas y presos políticos iraníes en 1988. Su trágica muerte podría anunciar nuevos excesos en contra de su población y sus países vecinos, buscando desesperadamente el mantenimiento del poder. Para el régimen, nada es más importante que preservar el poder. El resto es secundario. “Por la buenas o por las malas…”   Abogado especializado en banca y finanzas con enfoque en América Latina. Ha ocupado posiciones ejecutivas en bancos y despachos internacionales en Luxemburgo, Nueva York, Ginebra, Zurich y Panamá. Apasionado observador de la escena internacional, obtuvo un  Máster  en Finanzas de la Universidad de Rochester (2018), Máster en Administración Internacional de la Universidad Paris 1 Panthéon-Sorbonne (1994), Abogado Universidad Santa Maria (1992) y Licenciado en Estudios Internacionales por la Universidad Central de Venezuela (1991)  Twitter: @A_Urreiztieta.

Con quién hablar

Por Agustín Urreiztieta  En todo conflicto la negociación es siempre una posibilidad y, ¿por qué no? ¿Un imperativo moral? La deflagración de violencia derramada tiene pocos interesados.  El resto, son millones sufriendo la lluvia de bombas y el drama humano que le sigue. En algún momento, será necesario reanudar un proceso político con los palestinos, pero ni Hamas después del 7 de octubre ni la Autoridad Palestina de Mahmoud Abbas son interlocutores creíbles. Los palestinos carecen de líderes políticos legítimos. Es una pregunta sin respuesta, pero se debe encontrar una solución cuando el estruendo de las armas se detenga. ¿Con quién se puede hablar en nombre de los palestinos? Puede parecer inimaginable hoy en día, pero en algún momento será necesario reiniciar un proceso político para poner fin a la inevitabilidad de la violencia; pero ¿con quién? Las dos principales fuerzas tienen un problema serio: si bien Hamas ha adquirido indiscutiblemente popularidad entre los palestinos desesperados al enfrentar directamente a Israel, sus métodos terroristas lo descalifican como interlocutor. Aunque la historia nos enseña que nunca se debe decir nunca, esto parece insuperable en la actualidad. La otra gran fuerza es la Autoridad Palestina presidida por Mahmoud Abbas. Reúne lo que queda de la Organización para la Liberación de Palestina, que en su momento fue una gran organización dirigida por Yasser Arafat. Su descrédito es profundo y, sin duda, irreversible. A los 88 años y sin renovar su mandato electoral desde 2005, Mahmoud Abbas es solo la sombra de lo que su organización representó en su momento. La Autoridad Palestina ha sobrevivido al fracaso de los Acuerdos de Paz de Oslo de 1993 y, siendo impotente y marginada por las autoridades israelíes, personifica el callejón sin salida actual. Existen otras organizaciones más modestas, como el Yihad Islámico, igual de violento que Hamas, o el Frente Popular para la Liberación de Palestina, de orientación marxista, que no tienen impacto alguno en la crisis actual. En los últimos meses, en Cisjordania, debido al vacío político y al aumento de la violencia de los colonos, algunos predijeron una ‘tercera Intifada’ después de los levantamientos de 1987 y 2000, uno por generación desde 1967. Pero el ataque terrorista del 7 de octubre llevado a cabo por Hamas lo cambió todo. La ecuación israelo-palestina ya no será la misma después de la guerra, tanto debido al trauma que ha sufrido la sociedad israelí como al regreso de la cuestión palestina al centro del escenario. Los intentos de eludir a los palestinos en los ‘Acuerdos de Abraham’ entre Israel y los países árabes resultan ilusorios. Incluso en privado, los occidentales deben lamentar haber abandonado cualquier intento diplomático en ese sentido. Pero para negociar, se necesitarán interlocutores. En el lado israelí, cambiarán cuando se resuelvan las cuentas del fracaso del 7 de octubre. No auguro un largo porvenir político para Netanyahu. No obstante, no dudo que las robustas instituciones de la democracia israelí encontrarán a alguien idóneo. Por el lado palestino, se tendrá que encontrar la manera de hacer emerger nuevos líderes. En medio de esta borrasca de odios y resentimientos, estar tarea será muy difícil y compleja. Para ello, algunos miran hacia las cárceles israelíes, con personas como Marwan Barghouti, un líder muy popular de Fatah, condenado hace veinte años por ataques. Su nombre ya estaba en la lista de prisioneros que Hamas quería intercambiar por el soldado Gilad Shalit, aunque no era miembro del grupo islamista. Hoy, el mismo escenario se está considerando nuevamente. Es demasiado pronto para especular, pero los palestinos carecen de líderes creíbles y en algún momento deberán llenar ese vacío para superar el estancamiento. Twitter: @A_Urreiztieta 

Tres lecturas del horror en el Medio Oriente

Por Agustín Urreiztieta  Esta guerra estalló hace muy pocos dias, y puede parecer arriesgado sacar conclusiones mientras los combates continúan, la respuesta israelí apenas comienza y el destino de los numerosos rehenes israelíes es desconocido. Las bombas llueven sobre Gaza, el conteo de muertes sigue aumentando, vertiginoso, con ya varios miles de muertos israelíes y palestinos. Y, sin embargo, esta guerra ya está cambiando la ecuación política en el Medio Oriente, y es importante comprender su impacto. Por ahora, tiene tres dimensiones: en Israel, del lado palestino y En Israel, el impacto es inmenso, algunos comentaristas consideran que es el trauma más grande desde la independencia del Estado hebreo en 1948. En ningún momento en el pasado, los soldados de países árabes habían pisado suelo israelí como lo hicieron los terroristas del fatídico sábado 7 de octubre en una escala sin precedentes. El precio político será alto por esta falla en la seguridad, y recaerá en los líderes militares. Sin embargo, Benyamin Netanyahu y sus aliados de extrema derecha no podrán escapar al fracaso provocado por sus caminos ideológicos: dividieron profundamente a Israel y pusieron los territorios palestinos en alta tensión. Su liderazgo está en crisis y la temporada de responsabilidades se abrirá una vez que finalicen las hostilidades. Del lado palestino, al llevar a cabo este ataque tan planificado, mortal y brutal, los islamistas de Hamas envían un doble mensaje: primero, a los millones de palestinos, para reclamar el liderazgo a expensas de la Autoridad Palestina y el Fatah de Mahmoud Abbas, el sucesor de Yasser Arafat; pero también envían un mensaje a los países de la región, en particular a Arabia Saudita, quien daba la impresión de dar la espalda a los palestinos. El liderazgo está en juego debido al descrédito de la Autoridad Palestina, percibida como ineficaz y corrupta, en un momento en que los territorios palestinos están en agitación, se habla de una tercera intifada, y no hay perspectivas políticas. Puede sorprender que un ataque terrorista contra civiles sea una forma de afirmar el liderazgo. Pero ante el sentimiento de exasperación de los palestinos frente a la colonización, la radicalidad se convierte en un lenguaje político. El terror infligido al adversario satisface un deseo de venganza, y Hamas sabe cómo hacerlo. El tercer aspecto involucra a la región y a dos países clave: Arabia Saudita e Irán, este último también maneja los hilos de otro archienemigo de Israel, el Hezbollah en el Líbano. Si Hezbollah entra en acción, será una decisión de Teherán; aún no ha sucedido y es muy posible que el frente norte se mantenga bajo control, a pesar de la hostilidad declarada entre Israel e Irán. No hay que olvidar que el Hezbollah constituye una fuerza disuasiva iraní en plenas narices de Israel. ¿Abrirá Irán un segundo frente en Israel? Los americanos ya han enviado sus portaviones Gerald Ford y Dwight Eisenhower junto con sus grupos de ataque, en clara señal complementaria a sus esfuerzos diplomáticos. ¿Hasta dónde llegaría el apoyo americano a Israel? Por último, Arabia Saudita es ahora un actor importante. El príncipe heredero Mohamed Ben Salman estaba dispuesto a “normalizar” relaciones con Israel, ignorando en gran medida la cuestión palestina. Pero ¿podrá hacerlo ahora, dado que la cuestión palestina ha regresado bruscamente al centro, y las opiniones árabes se están movilizando nuevamente? El objetivo de Hamas era probablemente impedir esta aproximación, y toda la ecuación regional queda en juego. El impacto de Gaza podría llegar muy lejos. Habrá un antes y un después del 7 de octubre de 2023. Abogado especializado en banca y finanzas con enfoque en América Latina. Ha ocupado posiciones ejecutivas en bancos y despachos internacionales en Luxemburgo, Nueva York, Ginebra, Zurich y Panamá. Apasionado observador de la escena internacional, obtuvo un Máster en Finanzas de la Universidad de Rochester (2018), Máster en Administración Internacional de la Universidad Paris 1 Panthéon-Sorbonne (1994), Abogado Universidad Santa Maria (1992) y Licenciado en Estudios Internacionales por la Universidad Central de Venezuela (1991) Twitter: @A_Urreiztieta 

Enredos en casa del Tío Sam

Por Agustín Urreiztieta  Joe Biden está preocupado por el futuro de la ayuda estadounidense a Ucrania, que está atrapada en la crisis política en Estados Unidos. El presidente estadounidense debe dar un “gran discurso” para recordar la importancia de esto, ya que la incertidumbre está debilitando a Ucrania. Imagina que estás en la oficina de Vladimir Putin en el Kremlin o en la de Xi Jinping en Pekín. Estás observando la escena política en Estados Unidos, tu principal adversario estratégico. Ves a un presidente de Estados Unidos atrapado en una crisis política que le impide aprobar más ayuda para Ucrania, amenazado con el cierre de su administración debido a la falta de un presupuesto aprobado por el Congreso, y el Presidente de la Cámara de Representantes destituido por sus propios “amigos” -la elección de palabras es inapropiada-. En resumen, un caos político que amenaza con paralizar a la primera potencia mundial. En Moscú o Pekín, estas imágenes refuerzan la opinión, arraigada desde hace años en la mente de los líderes de estas dos potencias, de que Occidente está experimentando un declive irreversible. Ya sea que tengan razón o no, su estrategia militar, diplomática y política está dictada por este análisis y podría llevarlos a tomar decisiones arriesgadas como resultado. De hecho, ha habido un aceleramiento político en Washington que ha sorprendido a todos. La semana pasada, Joe Biden aún llamaba a sus socios europeos para tranquilizarlos después de que se retirara una ayuda de seis mil millones de dólares a Ucrania como parte de un compromiso alcanzado con el Presidente de la Cámara, Kevin McCarthy. Pero el lunes, McCarthy fue destituido por la facción extrema y partidaria de Trump de los Republicanos, poniendo en duda los acuerdos con la Casa Blanca. Joe Biden cambió su tono y ahora dice estar preocupado por la ayuda a Ucrania y anuncia su “gran discurso” para recordar a los estadounidenses la importancia de este asunto. Todos esperaban que la campaña presidencial estadounidense de noviembre de 2024 tomara protagonismo el próximo año. La batalla política se ha desatado trece meses antes de la fecha límite y sus consecuencias son graves. En particular, ha dejado en una situación vulnerable la ayuda a Ucrania. La administración Biden ciertamente tiene formas de sortear este problema, especialmente a través de “órdenes ejecutivas”, decretos presidenciales que no requieren la aprobación del Congreso. Pero no todo será posible, y en medio de una guerra, esta incertidumbre debilita a Ucrania. La crisis en Estados Unidos demuestra cómo el tema de Ucrania puede convertirse en un asunto de política interna. La mayoría de los estadounidenses siguen siendo favorables a esta ayuda, pero menos entre los republicanos, que en su mayoría se oponen. Por lo tanto, existe un riesgo para el enfoque bipartidista que hasta ahora era posible. La preocupación se extiende a otros “frentes” en el mundo, especialmente a Taiwán, que depende del apoyo estadounidense para enfrentar a China. El enfoque bipartidista aún existe en Estados Unidos en lo que respecta a China, pero la sombra de un Donald Trump disfuncional es ahora demasiado grande para ser ignorada. El escenario catastrófico en Estados Unidos realmente comienza a tomar forma: en Moscú y Pekín, lo observan con deleite. Abogado especializado en banca y finanzas con enfoque en América Latina. Ha ocupado posiciones ejecutivas en bancos y despachos internacionales en Luxemburgo, Nueva York, Ginebra, Zurich y Panamá. Apasionado observador de la escena internacional, obtuvo un Máster en Finanzas de la Universidad de Rochester (2018), Máster en Administración Internacional de la Universidad Paris 1 Panthéon-Sorbonne (1994), Abogado Universidad Santa Maria (1992) y Licenciado en Estudios Internacionales por la Universidad Central de Venezuela (1991) Twitter: @A_Urreiztieta 

El triunfo de la impunidad: Assad

Por Agustin Urreiztieta  ¡Triste revancha! En mayo, la Siria de Bashar al-Assad fue reintegrada a la Liga Árabe en la Cumbre de Jeddah, en Arabia Saudita. Fue su primera cumbre árabe desde la exclusión de Damasco de la organización regional en más de una década. Un éxito para un régimen que ha llevado a cabo una guerra atroz contra su pueblo desde 2011 y no tiene que rendir cuentas. Siria fue excluida de la Liga Árabe cuando el régimen de Assad reprimió la inicialmente pacífica protesta popular en 2011, siguiendo las revoluciones en Túnez y Egipto. Durante esta década, ha cometido masacres, torturas, ha utilizado armas químicas y ha asediado ciudades; pero aún sigue en el poder gracias al apoyo decisivo de Rusia e Irán. Aunque millones de sirios todavía son refugiados en el extranjero, el país sigue dividido y escapa en parte del control central, Assad ha sobrevivido, lo cual ya es un éxito inesperado. La reintegración a la Liga Árabe, por lo tanto, es un fracaso para aquellos que esperaban una solución política en Siria y justicia por los crímenes cometidos; nada de eso ocurrirá. Es el triunfo de la impunidad. Esta reintegración es el resultado del encuentro inesperado entre un bloque conservador, encabezado por los Emiratos Árabes Unidos, decidido a poner fin a los años de las primaveras árabes, y los antiguos aliados de Siria y Rusia. Pero también se debe a dos temas que están sacudiendo la región. El primero es la presencia de millones de refugiados sirios en los países vecinos: Turquía, Líbano y Jordania. En Turquía, que no es miembro de la Liga Árabe, parte de la población quiere que los refugiados se vayan, ya que el país está pasando por un período difícil con alta inflación y las consecuencias del terremoto. Incluso el candidato de la oposición, Kemal Kilicdaroglu, ha utilizado esto como argumento de campaña. En el Líbano, un país que también está sufriendo una grave crisis económica y social, la presencia de dos millones de sirios se ha convertido en un problema político similar. Cuando fue reintegrada en la Liga Árabe, Damasco se comprometió a crear las condiciones para el retorno de los refugiados, pero sin una solución política y sin justicia, ¿quién regresará a vivir en un sistema que llevó a la partida de millones de sirios? El segundo tema es el narcotráfico. Siria se ha convertido en el principal productor y exportador de Captagon, una anfetamina adictiva que está causando estragos en el Medio Oriente y más allá. Arabia Saudita y Jordania se ven particularmente afectadas y están presionando a Damasco para controlar el tráfico. Una vez más, Siria se ha comprometido, a cambio de dinero, a combatir el tráfico de Captagon. El problema es que se ha convertido en una importante fuente de ingresos para el país, y aún más para el régimen: las investigaciones señalan al propio hermano de Bashar al-Assad, Maher, como jefe de la 4ª División Blindada Siria. Es probable que haya un engaño en esta reintegración y, al menos, algunas tensiones en el futuro. Para los sirios, especialmente los que están fuera del país, es amargo ver cómo el régimen que los obligó a irse sobrevive. También es un dilema para los occidentales que se mantienen al margen de esta recomposición del Medio Oriente, pero ya no tienen los medios para influir en una tragedia que permitieron que sucediera. Hoy, tristemente, Assad es el ganador. Agustín Urreiztieta Abogado especializado en banca y finanzas con enfoque en América Latina. Ha ocupado posiciones ejecutivas en bancos y despachos internacionales en Luxemburgo, Nueva York, Ginebra, Zurich y Panamá. Apasionado observador de la escena internacional, obtuvo un Máster en Finanzas de la Universidad de Rochester (2018), Máster en Administración Internacional de la Universidad Paris 1 Panthéon-Sorbonne (1994), Abogado Universidad Santa Maria (1992) y Licenciado en Estudios Internacionales por la Universidad Central de Venezuela (1991) @A_Urreiztieta 

Réquiem para los pacifistas

Por Agustín Urreiztieta  Alguna vez, François Mitterrand, quien tenía el don de la palabra elocuente dijo: “Los pacifistas están en el oeste, los misiles están en el este”. Esta declaración se hizo durante la Guerra Fría, cuando había protestas en ciudades alemanas contra el despliegue de misiles estadounidenses destinados a contrarrestar los de la URSS. El presidente socialista había señalado una gran paradoja en la que el pacifismo podría dejar a Europa Occidental indefensa. Sin embargo, los tiempos han cambiado. Hoy en día, los pacifistas no están ni en el oeste ni en el este. No se pueden encontrar protestas significativas contra actividades militares en Europa ni en otros lugares, mientras que el gasto militar está aumentando en todo el mundo. El Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI, por sus siglas en inglés), un instituto reconocido en este campo, ha publicado cifras que muestran que 2022 estableció un nuevo récord en cuanto a gastos militares globales. Este año récord coincidió con la invasión de Ucrania por parte de Rusia, las maniobras militares de China alrededor de Taiwán y un aumento general de las tensiones. Sin embargo, esta tendencia ya estaba en marcha desde hacía algún tiempo. Se gastaron un total asombroso de 2,24 billones de dólares (dicho de otra manera son 2.240.000 millones de dólares) en gastos militares a nivel mundial el año pasado, y se espera que esta cifra aumente aún más este año, según el SIPRI. En los últimos meses, hemos sido testigos de anuncios espectaculares de aumentos en los presupuestos de defensa en países como Alemania, Polonia (que planea alcanzar el 4% de su PIB), Japón (donde se duplicará), China (con el aumento número 29 consecutivo) y Francia (con un aumento del 40% en la ley de programación militar 2024-2030 en comparación con la anterior). En Rusia, incluso Vladimir Putin declaró que “no hay límite para los gastos militares”. El Anuario SIPRI 2023, publicado este mes, destaca otro fenómeno preocupante: un resurgimiento en el número de cabezas nucleares en todo el mundo después de una disminución posterior a la Guerra Fría. Esto se debe principalmente a China, que aumentó su arsenal nuclear en 86 cabezas nucleares en un año. Según el SIPRI, “China ha iniciado un aumento significativo en su arsenal nuclear”, mientras que Rusia y Estados Unidos mantienen un nivel estable y alto de cabezas nucleares. Hoy en total existen 12.512 cabezas nucleares, activas o susceptibles de serlo. Solo una pequeña porción de ellas garantizaría la destrucción total del planeta.  Lo único sorprendente es que estos gastos militares no sean cuestionados. El clima internacional, marcado por eventos como el conflicto en Ucrania, múltiples puntos conflictivos en Asia y Oriente Medio, impide cualquier debate real sobre el gasto militar. Si bien es evidente en países autoritarios, es menos evidente en países democráticos, donde las preocupaciones sobre estos conflictos disuaden las críticas a los gastos militares, incluso si eso significa desviar fondos que podrían invertirse en la transición ecológica, por ejemplo. Incluso en Alemania, el partido Verde, como parte del gobierno, apoya el esfuerzo militar. Este aumento dramático del gasto militar (y nuclear) nos recuerda a aquel terrible sistema que salvó al mundo durante el periodo de la Guerra Fría: la destrucción mutua asegurada, cuyas siglas en inglés, MAD, dan lugar a un juego de palabras. MAD, en inglés, significa “loco”, “disparatado”, “enojado”. Este sistema “loco” planteaba que ningún agresor nuclear tendría la capacidad de destruir por completo a su adversario con un primer ataque. Así, se aseguraba la retaliación y, con ella, la escalada hacia el Armagedón. ¿Con qué adjetivo dormiremos tranquilos mañana? Agustin Urreiztieta  Abogado especializado en banca y finanzas con enfoque en América Latina. Ha ocupado posiciones ejecutivas en bancos y despachos internacionales en Luxemburgo, Nueva York, Ginebra, Zurich y Panamá. Apasionado observador de la escena internacional, obtuvo un Máster en Finanzas de la Universidad de Rochester (2018), Máster en Administración Internacional de la Universidad Paris 1 Panthéon-Sorbonne (1994), Abogado Universidad Santa Maria (1992) y Licenciado en Estudios Internacionales por la Universidad Central de Venezuela (1991) Twitter: @A_Urreiztieta