Por Abraham Clavero
La Federación Rusa de Vladimir Putin, realizó votaciones presidenciales (15 al 17 de marzo) anunciadas después de un nuevo aniversario de la denominada “operación especial en Ucrania”. Putin de 71 años, (Rusia Unida) ha gobernado, durante más de veinte años, con hermetismo y opacidad, luego de presidir la Federación de Rusia desde el 2000, cuando sucedió a Boris Yeltsin, y ejerció como Primer Ministro (2008 y 2012). Es el presidente ruso más longevo desde Josef Stalin.
En 2020, Putin reformó la Constitución rusa, para ejercer dos mandatos de seis años cada uno, hasta el 2030. Sectores de la oposición califican estas elecciones como “un teatro fraudulento que favorecen al presidente”, percibido como una mera formalidad, ante una oposición que no tiene voz en Rusia, pero también como una especie de referéndum a su gobierno y la campaña militar en Ucrania. El entonces máximo líder de la oposición Alexéi Navalni, fallecido “repentinamente”, purgando una condena a 30 años, había pedido a sus compatriotas que votaran “a cualquier partido que no sea Putin”.
El exilio, la cárcel o la muerte son el destino de los opositores del régimen. En la Rusia de hoy, no hay quien le dispute el poder. Navaldi fue el último de sus contrarios fallecidos en circunstancias inexplicables entre los que sobresalen, además del Jefe del Grupo Warner, Yevgeny Prigozhin (2023), el legislador liberal Serguéi Yushenkov, (2021), el diputado Vladímir Golovliov (2022), la periodista Anna Politkovskaya (2006), el ex Viceprimer Ministro Boris Nemtsov (2015), Alexander Litvinenko (2006), Boris Berezovksy (2013), Serguéi Skripal (2018) y su hija Yulia (solo envenenados) y Ravil Maganov (2022). ¿Quién será el próximo? Se habla de Vitali Robertus, vicepresidente de la compañía rusa de petróleo y gas Lukoil.
En estos recientes comicios, se enfrentó a tres candidatos calificados de simples comparsas que indirectamente han apoyado al mandatario ruso: el nacionalista Leonid Slutski (Partido Liberal Democrático), Nikolai Jaritonov (Partido Comunista) quien está en favor de una “victoria en todos los frentes”, y el empresario Vladislav Davankov (Nuevo Partido popular). Esto ha sido calificado como un signo de reducción del espacio político. Ninguno de estos aspirantes planteaba un desafío verdadero, debido a que dichas organizaciones políticas han apoyado las iniciativas legislativas de Rusia Unida, el partido de gobierno. No obstante, son fuerzas políticas reales, si se toma en cuenta que la derecha nacionalista tiene un peso político en Rusia al igual que el Partido Comunista, representando alrededor del 10% del electorado.
Los analistas de la política rusa consideran que “cada candidato representó una ideología y una posición política interna completamente yuxtapuesta por sí mismo que colectivamente contribuyeron al objetivo de Putin de reforzar su control en el país. Sirvieron, además, para canalizar el descontento de diversos sectores de la sociedad y dar un barniz pluralista al voto, mientras que la verdadera oposición “ha sido completamente arrasada por años de represión”.
A parte de “los candidatos comparsa”, hubo otros potenciales candidatos incluyendo a un legislador de la región de Moscú, Boris Nadezhdin, propuesto por el partido Iniciativa Cívica. Se le conoce como “candidato de la paz”, ya que ha estado pidiendo abiertamente que se ponga fin a la “operación militar especial”. Sin embargo, la Comisión Electoral decidió descartarlo por presuntas irregularidades en más de 100 mil firmas de apoyo. De igual manera, la comisión se negó registrar a Ekaterina Duntsova, la denominada candidata de la paz”, quien en noviembre acaparó la atención mediática como “la mujer que desafía a Putin”
Como era previsible, Putin obtuvo el 87,76 % de los votos escrutados, considerado como el resultado “más alto jamás registrado en la historia postsoviética Rusia”, muy por encima del 76,69% logrado en 2018. Por su parte, la oposición tolerada por el régimen, para dar sensación de pluralismo, quedó bastante rezagada con 4,6 % para Jaritonov, Davankov 4,2% y Slutski 3%. Según informaciones oficiales, la participación ciudadana estuvo por encima del 73,33 %, de un total de 114 millones de votantes, y el sufragio en línea alcanzó el 90%.
De esta manera, Putin logró su objetivo más anhelado de una alta participación, de forma que pueda presentar su victoria como totalmente legitima, ante las serias críticas que las consideraron como fraudulentas y amañadas, y nada apegadas a los principios democráticos, utilizando todas las vías para coaccionar el voto.
Según señala el diario Le Monde, la magnitud del fraude durante las recientes presidencial en base a informaciones de medios rusos independientes, el número de votos robados oscilaría entre 22 y 36 millones, de un total de 76 millones de votantes. Los votos ficticios sirvieron para aumentar la puntuación de Putin de 57% a 86%.
El último día de las elecciones, se llevaron a cabo una serie de manifestaciones pacíficas, denominadas “Mediodía contra Putin”, revestidas de un gran simbolismo contra el jefe de estado, incluyendo visitas a la tumba de Navalny para emitir “un voto simbólico” a su favor. Las mismas fueron tildadas de ser realizadas por “extremistas peligrosos que buscan desestabilizar el país en nombre de Occidente”.
Las fuerzas de seguridad arrestaron a más de 70 personas. En San Petersburgo una mujer fue detenida luego de arrojar una bomba incendiaria a la entrada del colegio electoral, y otras por arrojar antiséptico verde o tinta en las urnas.
Hasta ahora solo gobiernos autocráticos han felicitado a Putin por su triunfo “arrollador” en las elecciones, mientras que Estados Unidos y la UE han criticado los resultados calificándolos de anti democráticos. De igual manera tildaron de inaceptables la realización de elecciones en aquellos territorios ucranianos ocupados por Rusia.
Cabe destacar que el descontento se extendió más allá de la Rusia actual incluyendo países del Cáucaso, y Asia Central, (Armenia, Azerbaiyán, Kazajistán y Kirguistán) que registraron una significativa participación electoral de ciudadanos rusos, quienes se apersonaron en las embajadas para expresar su descontento con el gobierno de Putin.
De acuerdo con informaciones filtradas del comando de campaña del presidente ruso, se invirtieron una cifra cercana a 1.100millones de dólares en estas elecciones cuyo lema era reforzar el nacionalismo y la lealtad a la nación.
La percepción de la sociedad rusa respecto al gobierno y sus acciones en Ucrania, es una completa incógnita fuera de Rusia a pesar de los rumores de críticas internas en el Kremlin. Los partidarios del presidente defienden que cuenta con el apoyo popular, sin embargo, un sondeo del Fondo de Opinión Pública habla que solo el 8% respalda sus políticas.
Las pocas protestas que tuvieron lugar en los primeros días de guerra terminaron con cientos de detenidos en una nación donde los derechos humanos brillan por su ausencia. Sin embargo, en los funerales de Navalny, que tuvieron una significativa asistencia popular, se oyeron consignas de protestas contra el gobierno.
Fuera del país, Putin sigue reforzando su alianza con China frente a Occidente mientras se acerca cada vez más a los países árabes y africanos. De hecho, en fecha reciente viajó a los Emiratos Árabes Unidos y se reunió con el príncipe heredero saudí, Mohammed bin Salman.
En el caso de Venezuela, la Administración de Maduro se hizo esperar hasta la saciedad, presentando un cronograma electoral que viola las normas fundamentales, de carácter internacional, de una elección ajustada a derecho. La programación incluye diversas etapas para la inscripción de nuevos votantes en el registro electoral, así como de la diáspora venezolana. También estable un periodo de inscripción de los candidatos y el acto de votación fue fijado para el 28 de julio, fecha que tiene su connotación partidista.
Este anuncio oficial, tan esperado, no fue una sorpresa ya que existía la convicción que el objetivo del gobierno, al retrasar dicha información, era acorralar a la verdadera oposición, dejándola sin margen de tiempo suficiente para encarar las elecciones.
A esto hay que agregar la publicación de la inhabilitación de MCC y de otros políticos, así como la autorización a 35 partidos para postular candidatos y la invalidación de 16 tarjetas electorales. Además, que el proceso de inscripción en el exterior sufre de un retardo significativo y aún no han llegado las máquinas de votación a las sedes diplomáticas.
El gobierno enfrenta una compleja situación derivada de la violación del acuerdo de Barbado, las recientes detenciones de importantes críticos a su gobierno, las amenazas de reimposición de sanciones por parte de Washington y el desempeño económico del país con una inflación galopante. El cierra de la oficina de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, solo ha servido para que arrecien las críticas contra el gobierno.
A pesar de la campaña de desprestigio contra MCM, la candidata continúa movilizándose por todo el país en su denuncia contra el régimen, logrando un apoyo popular relevante y presentándose como la única opción con posibilidades reales de derrotar al Socialismo del SXXI, que lleva 24 años en el poder.
Ante la presión del escaso tiempo para la inscripción en el CNE, y de los sectores que la apoyan, se hacía perentorio la escogencia de un sustituto debido a que la inhabilitación que es una realidad. MCM reaccionó con la presentación de Corinas Yoris con una hoja académica impecable, dejando de lado los rumores que apuntaban a Manuel Rosales para ser inscrito como candidato de la verdadera oposición en los próximos días. Esa escogencia ha servido para reforzar aún más la figura de MCM distanciándose de figuras que tiene su “rabo de paja” en la política nacional.
Sin embargo, sigue perdurando las posibles manipulaciones que el gobierno puedan estar maquinando, como una espada de Damocles, para impedir un proceso libre, diáfano y de participación de todos los sectores democráticos. En este sentido, no se descarta el descontento de algún representante de la legitima oposición.
Uruguay, una de las democracias mejor calificadas de la región, realizará sus elecciones presidenciales el 27 de octubre, previendo una segunda vuelta el 30 de noviembre, en caso que ninguno de los candidatos supere el 50%, y el nuevo presidente asumirá el 1 de marzo de 2025. Las nominaciones presidenciales se despejarán, después que los partidos escojan a sus presidenciales en las primarias internas convocadas para el 30 de junio.
Los sondeos de intención de voto dan a la coalición de izquierda Frente Amplio una leve ventaja para recuperar el poder frente a los partidos que integran el gobierno de Luis Lacalle Pou (Partido Nacional), a quien la Constitución prohíbe la reelección inmediata.
Según el informe de la Usina de Percepción Ciudadana, la intención de voto se distribuiría de la siguiente manera: 45% al Frente Amplio (FA), 27% al Partido Nacional (PN), 5% al Partido Colorado (PC) y 3% a Cabildo Abierto (CA), 8% votaría en blanco y un 7% de votantes indecisos.
Con respecto a los candidatos, el 43% considera que Yamandú Orsi, Intendente de Canelones, uno de los precandidatos del FA, sobresale entre los favoritos. el 18% se inclina por Álvaro Delgado, Secretario de Presidencia y precandidato del PN, y 15% mencionó a Carolina Cosse Intendente de Montevideo y precandidata del FA. Más rezagados aparece en cuarto lugar, con 2%, el Senador y líder de CA, Guido Manini Ríos; también con 2% la Vicepresidenta Beatriz Argimón, quien ya definió que no será precandidata por el PN, y la economista Laura Raffo, quien competirá en las primarias del PN. Luego, con un 1%, figuran el ex Ministro de Salud Pública Daniel Salinas (CA), el Senador Jorge Gandini (PN), el Senador Mario Bergara (FA) y el Intendente de Salto, Andrés Lima (FA).
Ante la evolución de la agenda electoral en America Latina, el panorama luce más complicado para el oficialismo en Panamá y Uruguay, e incierto en Venezuela, que incluye además comicios municipales en Brasil y Chile en octubre. Todos estos procesos modificarán el mapa de poder en la región. Protestas como las que hubo recientemente en Panamá contra un acuerdo minero y en Méjico por las acciones de AMLO, así como las manifestaciones en Argentina reflejan un alto descontento popular en el sub continente.
En el Reino Unido, las elecciones podrían llevarse a cabo en la segunda mitad del presente año, tal como lo manifestó el Primer Ministro Rishi Sunak. La ley establece elecciones cada cinco años, razón por la cual estas deberían celebrarse hacia finales de 2024. El retraso se debe a que el partido Conservador, (los Tories), tiene una desventaja de alrededor del 18% frente al partido Liberal, y en consecuencia Sunak está alargando su realización para buscar un mejoramiento de la economía. Sin embargo, los últimos informes señalan que el reino se encamina a una recepción técnica, lo que afecta las proyecciones oficiales de un crecimiento de la economía cuyo PIB ha caído desde finales de 2023.
El liderado de la oposición, el laborista Keir Starmer, se vislumbra como favorito para esas elecciones generales, luego de doce años de gobierno conservador. Sus importantes avances en las elecciones municipales son un claro indicio que la oposición obtendría, según las proyecciones, 119 escaños más que en 2019 al recuperar la confianza de los votantes bajo el lema “ahora podemos cambiar nuestro país”. Según las proyecciones, lo que está por ver es la magnitud de esa mayoría en la cita electoral.
Esta situación se confirma con los recientes triunfos del partido Laborista en elecciones parciales en dos circunscripciones que reflejan el vuelco a favor de la izquierda y la sensación que Keir Starmer será el próximo Primer Ministro.
Por el contrario, los conservadores experimentan, a su vez, un notable retroceso, pudiendo perder hasta 229 escaños en el parlamento. Estos resultados se traducirían en un severo golpe para Rishi Sunak, que hace frente a sus primeros comicios desde que fuera nombrado Primer Ministro en octubre de 2022.
Sunak ha lamentado las importantes pérdidas en las elecciones municipales, pero insiste que “aún es pronto, pero yo voy a seguir cumpliendo con las prioridades de la gente: reducir la inflación, hacer crecer la economía, rebajar la deuda, recortar las listas de espera en servicios públicos y detener la llegada de barcos con inmigrantes ilegales”.
Un factor que ha entrado en la campaña electoral ha sido el antisemitismo. A causa de esta situación, el líder del Laborismo, decidió suspender a dos candidatos de su partido por propagar una teoría de la conspiración antisemita en un reciente acto electoral, insistiendo que todos los candidatos representan los objetivos y valores del laborismo.
Dentro de los procesos electorales, el de Estados Unidos (5 de noviembre) es considerado el más trascendental, vislumbrándose complejo y polarizado, al convertirse en un acontecimiento destacado en la escena mundial, en medio de los conflictos en Ucrania y la Franja de Gaza. El esperado duelo entre el Presidente Joe Biden (40%) y el expresidente Donald Trump (60%), será el punto culminante de este año electoral, una repetición del enfrentamiento de 2020, que llevó a Joe Biden a la Casa Blanca.
A meses de esta convocatoria, el electorado permanece dividido entre dos contendientes que tiene sus pros y sus contras, y que incluye varios procesos judiciales contra Trump, que lo pudieran afectar, significativamente, en la carrera presidencial, no obstante contar con respaldos de sectores derechistas de todas las tendencias.
El primer juicio penal conocido como Stormy Daniels comenzará el 25 de marzo. Otro de los más relevantes es el proceso de Washington por su participación en la insurrección de fines de 2020 y principios de 2021, acusándosele de tratar de alterar el traspaso de mando y los resultados de las elecciones de forma consciente y deliberada.
A estos procedimientos judiciales, hay que agregar la multa impuesta a la Organización Trump, por un juez de Nueva York, de más de 400 millones de dólares, por fraude durante una década a bancos y aseguradoras inhabilitándolo a él y a sus hijos a desempeñar cualquier cargo en empresas públicas y en su imperio inmobiliario. Hasta ahora, no ha logrado ningún acuerdo con entidades financieras para depositar dicha multa que solo serviría para endeudarse aún más en plena campaña electoral.
Al momento de decidir si Trump participó en esa insurrección y si la Sección 3 de la Decimocuarta Enmienda es aplicable a los Presidentes, la Corte Suprema tendrá que considerar si está dispuesta a correr el riesgo de erosionar todavía más el apoyo de la opinión pública. Dentro de esta situación, tres jueces del Tribunal Apelaciones de Washington fallaron en una sentencia, señalando que no es inmune legalmente por los actos cometidos. Son tiempos difíciles para Estados Unidos, y para una Corte que enfrenta cada vez más sospechas de conflictos de intereses y sumisión a la política.
De acuerdo con un análisis del New York Time “la Corte Suprema ha perdido la confianza del público y hay dudas sobre su legitimidad, pronto tendrá que enfrentar un caso tan trascendental y doloroso como el de Bush vs Gore”.
Por su parte, la situación no es más alentadora para el Presidente Biden que atraviesa sus peores momentos, con constantes críticas debido a su avanzada edad. Pese a las drásticas medidas económicas de gasto público y una política calificada de trumpista en diversos aspectos, Biden no ha logrado convencer del todo que la situación en general ha mejorado. Las encuestas señalan que está perdiendo apoyo entre jóvenes y ciudadanos de color, su base de 2020. Voces influyentes son partidarias de su renuncie o, al menos, realice un cambio para la vicepresidencia debido a que Kamala Harris ha sido una total decepción. Sin embargo, el discurso del Estado de la Unión (7 de marzo), sirvió para mejor un tanto su imagen pública.
En materia de política exterior prevalecen situaciones que le restarían votos decisivos a consecuencia de su respaldo, casi incondicional, al gobierno del Primer Ministro israelí Benjamín Netanyahu en la acción bélica contra el pueblo palestino en Gaza; la decisión de los republicanos de restringir la ayuda a Ucrania y toda la problemática de las olas de inmigrantes a las puertas de la frontera sur.
Este último aspecto se ha convertido, en las últimas semanas, en el tema estrella de la campaña presidencial, con ambos contrincantes haciendo acto de presencia en puntos diversos de la frontera sur; Biden en Brownsville (Texas) y Trump, en el Eagle Pass a 500 kilómetros de distancia. También influirán en los resultados electorales temas que incluyen la economía, el aborto, la inseguridad, los riesgos para la democracia, la edad de los candidatos y la política exterior.
El pasado 6 de enero, a tres años del asalto al Capitolio, el Presidente Biden, en un acto simbólico, inició a su campaña electoral en Pensilvania señalando que las elecciones de noviembre serán una batalla para salvar la democracia de la amenaza de Donald Trump que ha llegado a decir que si gana será “dictador” por un día.
Es evidente, que Trump será el candidato de los republicanos después de derrotar contundentemente, primero al gobernador DeSantis y luego a Nikki Haley quien decidió retirar después de los desastrosos resultados del Súper Martes (6 de marzo), pero dejando bien claro que no apoyaría la candidatura del ex presidente, como si lo hizo DeSantis.
Un aspecto aun por despejarse dentro del campo republicano es la escogencia de una figura para la vicepresidencia. De acuerdo con una encuesta entre destacados líderes conservadores y personas influyentes se pregunta quién sería la mejor opción de Trump como vicepresidente. Esta elección adquiere una importancia magnificada porque, si Donald Trump gana en noviembre, no es elegible para postularse para un tercer mandato, por lo que el vice será el favorito para ser el candidato presidencial republicano en 2028″, advirtió el Comité para Desatar la Prosperidad.
Encuesta VIP entre líderes republicanos deja a Trump con tan solo dos opciones para elegir a su vicepresidente. Tanto el gobernador de Florida como el senador por Carolina del Sur obtuvieron el 16% de los votos de estas influyentes personalidades convocados por el Comité. DeSantis, que se bajó de la campaña después de varios tropiezos, y Scott salieron abiertamente a apoyar a Trump. Claro que la relación del ex presidente con estos dos potenciales compañeros de fórmula es distinta. Apenas anunció su lanzamiento, Trump felicitó a Scott y le dio la bienvenida a la carrera primaria presidencial republicana. En fecha reciente ha comenzado surgir el nombre del senador Marcos Rubio, aunque no se descarta la escogencia de un “outsider”.
Una victoria de Trump ahondará aún más la polarización de la sociedad estadounidense, en especial si lleva a cabo la “purga” en las instituciones federales, además de poder perdonarse todos los procesos que tiene en curso una facultad presidencial que no existe en otras democracias. Podría cambiar, así mismo, muchas cosas, incluyendo un paso atrás en la lucha contra el cambio climático, y al apoyo a Ucrania. Las relaciones con la UE podrían estar marcadas por mayores aranceles y otras restricciones a la importación o exportación, y un mayor endurecimiento hacia China.
En todo caso, la política exterior de Washington, ya sea hacia China, Rusia y Ucrania, o hacia Israel, por ejemplo, se está viendo muy influenciada por la política interna y la necesidad de atraer un gran número de electores indecisos. La proliferación de crisis internacionales añade un grado adicional de incertidumbre, mientras sus rivales, desde Beijing hasta Moscú, asisten con interés a la grave situación que atraviesa la democracia estadounidense.
La reciente declaración de Trump, en las que incitó a Rusia “a hacer lo que demonio quiera con cualquier país que no gaste lo suficiente en defensa” han sido catalogadas de incendiarias, causando la reacción en ambos lados del Atlántico, calificadas de irresponsables, independientemente que reflejen un clima electoral polarizado. Como diaria un analista “no fue un buen día para la OTAN y todavía no es presidente”. En fin, hay quienes consideran que Trump será la peor pesadilla de 2024.
Todavía queda un largo camino por recorrer y muchos acontecimientos pueden inclinar la balanza en favor o en contra de sus aspiraciones presidenciales. Un dato interesante a considerar es la reciente encuesta de Gallup, que señala que solo un 28% de los ciudadanos están satisfecho con el modo en que está funcionando la democracia norteamericana.
El 7 de diciembre, Ghana acudirá a las urnas, en una contienda califica de muy reñida entre el gobernante Nuevo Partido Patriótico (PNP), que designó al actual vicepresidente, Mahamadu Bawumia tecnócrata, economista capacitado y banquero. Sus iniciativas bajo el gobierno de Akufo-Addo, incluye un importante impulso hacia la digitalización.
La economía de Ghana, golpeada tanto por la guerra como por la pandemia está mostrando signos de recuperación: el crecimiento del PIB superó las expectativas de los analistas y la inflación comenzó a retroceder. Si esto continúa, la posición de Bawumia se fortalecerá frente al electorado. Bajo la presidencia de Nana Akufo-Addo, Ghana ha sido un elemento fundamental contra la inestabilidad y el caos que ha asolado África occidental y el Sahel.
A su vez, la oposición, el Congreso Nacional Democrático, escogió a John Dramani Mahama, populista, presidente entre 2012 a 2017, educado en Moscú, y quien dio prioridad a las relaciones con Irán y otros Estados no alineados. Recientemente afirmó que la invasión rusa de Ucrania no tuvo ninguna influencia en la economía de Ghana a pesar del impacto directo causado por la guerra en los precios del combustible y del trigo. También refutó a Kristalina Georgieva Directora del FMI, quien atribuyó la debilitada situación económica al Covid-19 y el conflicto entre Rusia y Ucrania.
El desarrollo de la política interna, previa a las elecciones presidenciales han servido para traer a colación que el gobierno de Mahama, fue objeto de numerosas acusaciones de corrupción incluyendo a Airbus, que resultó en una multa récord de £ 3 mil millones por un tribunal de Londres después de admitir que había pagado enormes sobornos para obtener contratos en varios países. Acusado, además, de otorgar contratos sobrevalorados, y al mismo tiempo un acuerdo de turbinas eléctricas valoradas en 350 millones de dólares. El entonces presidente también admitió haber recibido un vehículo Ford como regalo de una empresa constructora que se postuló para un importante contrato gubernamental.
Los hechos y las cifras han servido para comprobar que la inestabilidad regional en África occidental tiene ramificaciones directas para la UE. Durante la pandemia, el número de barcos que cruzaron el Mediterráneo con inmigrantes de diversos países africanos se incrementó rápidamente. Los datos de la Matriz de Seguimiento de Desplazamientos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) registraron más de 246 mil llegadas ilegales (2023) muchos de ellos procedentes de Guinea. Este proceso de inmigración ilegal permanente, se sentirá profundamente en diversas ciudades de la UE.
Dentro de los comicios electorales que aún no tiene fecha para su realización en este año electoral, destacan países importantes en el Magreth, como es el caso Argelia, república semi presidencialista. Con una superficie de más de 2millones de km², el más extenso del continente africano, y el noveno más poblado (45 millones), detrás de Nigeria, Egipto, Etiopía, República Democrática del Congo, Sudáfrica, Tanzania, Kenia, Uganda y Sudán.
Dentro de la estructura política argelina, destaca el partido Frente de Liberación Nacional (FLN), que, junto a su brazo militar, el Ejército de Liberación Nacional, fueron baluartes fundamentales para la independencia en 1962. El FLN ha gobernado al país instaurando un régimen de partido único hasta 1989, año en el que la nueva constitución permitiendo un sistema multipartidista. En la actualidad, el FLN mantiene su hegemonía dentro de la escena política argelina con posturas predominantes tendentes hacia el liberalismo económico.
Los diversos movimientos de protesta y huelga han influido para que el Presidente Abdelmajid Tebboune comience a realizar una serie de medidas como parte de su agenda electoral. Su objetivo es seguir al frente de la jefatura del Estado y para ello trabaja a fin de allanar el camino de la reelección. Tebboune quiere aumentar la cifra de participación respecto a los comicios de 2019, que se redujo a menos del 40%, además del importante número de votos nulos, aproximadamente un millón, percibido como una manifestación de protesta contra el régimen.
Para lograr estos fines, el mandatario argelino ha impulsado ciertas acciones en el ámbito social. En los últimos meses, ha anunciado una subida de salarios, la reducción de impuestos, y el otorgamiento de un subsidio por desempleo que beneficia a cerca de dos millones de personas. Se comprometió recientemente a “prestar atención a los distintos grupos sociales” para poder “asegurar una vida digna para todos”. Además, otras iniciativas pasan por “enriquecer el proyecto de ley para la protección y conservación de los bienes inmuebles del Estado, y revisar la ley de construcción”.
Hasta ahora, la única alternativa opositora la representa Zubida Assul, ex jueza y abogada feminista, que preside, desde 2012, el partido de centro Unión por el Cambio y el Progreso. Aspira aglutinar a las fuerzas opositoras y a los movimientos populares del Hirak que ha realizado una serie de protestas pacíficas significativas en los últimos años y considerado como el más relevante para Argelia desde la independencia. Assul participó en el Consejo de Transición que tuvo por objetivo cerrar las heridas de la guerra civil argelina de los años noventa.
También hay que mencionar que en el 2018 intervino en la creación de un movimiento para impedir el quinto mandato del entonces Presidente Bouteflika.
Assul plantea una diversificación de la economía independiente de los hidrocarburos y que la prioridad debe concentrarse en la creación de empresas con la ayuda de la UE, que servirá para crear millones de puestos de trabajo para una población que se encuentra con graves problemas económicos. Según sus declaraciones su objetivo es “defender el estado de derecho, la independencia de la justicia y las libertadas individuales y colectivas”
En otro pais del Meagher, se presente un caso similar: Túnez, donde el presidente Kais Said ha realizado una verdadera purga política contra sus opositores, incluyendo la clausura del Parlamento (2021). Su objetivo primordial es revalidar su mandato este año, en ausencia de una alternativa válida de la oposición, mientras continúa gobernando por decreto. Gran cantidad de disidentes han sido detenidos desde el año pasado, bajo la acusación de atentar contra la seguridad del estado.
Entre los privados de libertad se encuentran Rachid Ganuchi, ex presidente del Parlamento y líder del movimiento islamista Ennahda, considerado de los más importantes del país, arrestado desde abril de 2023, al igual que Jayam Turki dirigente del partido social demócrata Ettakatol.
El Comité de Defensa de los Dirigentes Políticos Detenidos, califican estas acciones destinadas a amordazar la oposición mediante pruebas ficticias y a través de una justicia carente de independencia.
Aparte de las elecciones programadas, no se descarta que en otros países se pueden realizar comicios debido a diversas circunstancias. Es el caso de Israel donde Benjamín Netanyahu solo se mantiene en el poder por la crisis bélica en la Franja de Gaza. El gobierno provisional es consiente, que la mayoría del pueblo israelí desea no solo elegir a un nuevo gobernante, sino también solicitar responsabilidades por los acontecimientos del 7 de octubre.
Netanyahu se aferrará a su política de destrucción Hamas como la única tabla de salvación que le permitiría sobrevivir luego de concluido el conflicto. En la reciente conferencia de Múnich se llegó a la conclusión que “tiene un interés personal en evitar que el conflicto se calme, porque ello eliminaría la situación de emergencia que le garantizaría seguir en el poder”. Es evidente el distanciamiento reciente que ha surgido entre su gobierno y la Administración del Presidente Biden.
De igual manera, debido a la profunda crisis política por la que atraviesa España, se hace necesario referirse a las recientes elecciones autonómicas para el Parlamento de Galicia, que han servido para reafirmar, por quinta vez consecutiva, el triunfo del Partido Popular. De esta forma, el partido de Alberto Núñez Feijoo ha puesto freno al modelo pluralista planteado por Pedro Sánchez, acuciado por los socios independentistas.
Otras autonomías, el Pais Vasco (21 de abril) y Cataluña (12 de mayo) tendrán elecciones legislativas que serán decisivas en el proceso político por el que atraviesa España.
Por el contrario, las elecciones legislativas realizadas en la República Islámica de Irán, en fecha reciente, despertaron poco entusiasmo (41%) entre más de 61 millones de personas llamadas a elegir los 290 escaños del Parlamento y los 88 miembros de la Asamblea de Expertos, un órgano clave encargado de designar al líder supremo.
Fueron las primeras elecciones desde las masivas protestas desencadenadas (2022), por la muerte en la joven Mahsa Amini, arrestada por presuntamente incumplir el código de vestimenta. También llegan en un momento de dificultades económicas por la elevada inflación, las sanciones estadounidenses contra Teherán y en plenas tensiones geopolíticas por la guerra entre Israel y Hamás.
En conclusión, como se ha visto a lo largo de este artículo, muchas votaciones se han visto empañada por no ser ni libres ni justas, y esta tendencia se mantendrá, en el resto de 2024, en otros procesos políticos en diversos países. Se han pospuesto algunas; se ha impedido a ciertos partidos participar libremente en los comicios; se han cambiado las normas constitucionales para favorecer a ciertos candidatos; se han levantado sentencias judiciales para que los beneficiados puedan participar; se ha observado el poder del ejército en estos procesos y se han invalidados candidatos para que las elecciones sean más a la medida del gobierno.
Una potencia como Estados Unidos, no es inmune a esta situación, con un candidato amenazando con apoyar la intervención de otro mandatario en Europa, quien a su vez ha lanzado una especie de “edicto” de búsqueda y captura contra la Primer Ministro de Estonia, Kaja Kallas, a lo que hay que agregar el “repentino” fallecimiento de Alexei Navaldi en su sitio de reclusión.
Las manipulaciones en países como El Salvador, Senegal, Pakistan, la misma Indonesia e inclusive en Venezuela son un ejemplo claro de la postura teocrática de muchos gobernantes de aferrarse al poder, apelando a todos sus privilegios y a diversas normas a fin de darle un barniz democrático a sus acciones, pero violando, sin lugar a dudas, el libre juego democrático.
No hay duda, que 2024 deparará un conjunto de modificaciones en el desempeño de la democracia en el mundo. Muchos indicadores, como los publicados por Freedom House, muestran un retroceso, en países importantes que incluyen Hungría, India, y Estados Unidos. Aun así, se espera que los resultados que arrojen las urnas no conduzcan a procesos traumáticos. Tales ejercicios de democracia admiten implícitamente que, en el mundo moderno los votos del pueblo son la única fuente universalmente reconocida de legitimidad política. Este principio, es un logro de muchos siglos de esfuerzos que en este año de las elecciones ya se está poniendo a prueba.
En este contexto, es interesante citar los señalamientos del politólogo John Magdaleno quien expresa “que 59 gobiernos autoritarios has sido sacados del poder por medio de elecciones. Además, agrega que las elecciones fueron el catalizador que sirvió de instrumento para que se produjera la transición a la democracia en 44 casos. En este sentido, considera que es necesario que se compagines diversos factores que incluyan aspectos como: es algo que compete a todos no solo al liderazgo político, una voluntad colectiva de lucha en el sentido constructivo de la expresión. Un espíritu de cooperación mutua, incluyendo los lideres para hacer de esa movilidad un proceso de movilización social, la voluntad de salir a votar y defender el voto si se tiene la sensación que desde el poder exista la tentación de cometer irregularidades y reducir los costos de salida de los factores que apoyan al régimen”.
Es evidente, que el capitalismo democrático está en crisis. Cualquier solución debe comenzar centrándose en restaurar la confianza popular en los sistemas democráticos. Es inminente, para defender la democracia, favorecer un crecimiento económico más justo, controlar la corrupción y frenar el poder excesivo de las grandes empresas. Como ha argumentado el economista Simón Johnson, esto no sólo ayudará a reducir la desigualdad y sentar las bases de una prosperidad compartida; también demostrará que las instituciones democráticas funcionan, asegurando que esta crisis del capitalismo democrático no signifique el fin de la democracia.
Ante esta situación, es oportuno hacerle un seguimiento a acontecimientos como la reciente Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC), creada en 1974, que tiene entre sus objetivos defender los principios a la vida, la libertad y el derecho a la propiedad. Si bien es cierto, está enfocado principalmente en la política interna de Estados Unidos, en el 50 aniversario, la CPAC buscó internacionalizarse contando con intervenciones de figuras emergentes del neoconservadurismo hispanohablante como los Presidentes Nayib Bukele, Javier Milei, y el líder de Vox, Santiago Abascal. También expusieron sus puntos de vista la ex Primera Ministra británica, Liz Truss, y el líder del Partido de la Independencia del Reino Unido, Nigel Farage.
El lema de CPAC es “Donde el globalismo va a morir”, ilustra el carácter del movimiento, cada más global y consolidado, la ultra derecha que clama contra “la deriva woke” (del inglés “wake up” despertar). El término está asociado a diferentes movimientos que luchan contra las injusticias sociales y que promueven una mayor inclusión, representación o diversidad en todos los ámbitos de la ONU y su Agenda 2030. Niega la emergencia climática, sostiene que las mujeres trans son hombres, que equipara la inmigración con un invasor, que se alinea con las teorías conspirativas del gran reemplazo, que tiene en su diana a George Soros, que afirma que los impuestos son un robo, que el aborto es un asesino, y que sigue al pie de la letra el manual populista: distingue entre nosotros (el pueblo) y ellos (las elites globalistas, el Estado profundo, el malvado progresismo y sus políticas de identidad).
La CPAC ha vaticinado, que el movimiento MAGA (Make America Great Again) va a gobernar a EE.UU. en los próximos 50 años.
De igual manera, hay que citar el artículo de Robin Harding, intitulado “A este año de lecciones le falta expertos en política”, en el que habla que estos comicios son uno de los más trascendentales de la historia moderna, aunque en muchos casos solo pareciera una contienda estudiantil. Reitera, además, que les faltan ideas, que están llenas de política sin política y un feroz debate sobre valores, pero ninguno sobre dirección”.